Las características climáticas de Andalucía se derivan en primer lugar y básicamente de su posición en el planeta. Andalucía se sitúa a una latitud comprendida entre 36° N en su punto más meridional y 38°44' N en el más septentrional, lo que la sitúa bajo el dominio de los climas subtropicales, una franja de transición entre los climas de las latitudes medias y los climas tropicales. Esta transición entre dominios se traduce, por un lado, en un comportamiento peculiar por lo que respecta al balance de radiación y, por otro lado, en una actuación también precisa sobre su territorio de la circulación atmosférica general.
Figura 1: Situación de Andalucía
En relación con el balance de radiación, como es sabido, el planeta se encuentra dividido básicamente en dos zonas: la zona tropical y subtropical, comprendida entre el Ecuador y los paralelos 37° de ambos hemisferios, en la cual el balance de radiación es excedentario, como consecuencia de la entrada en ella de más radiación de la que se emite, y la zona de las latitudes medias y altas, que se extiende aproximadamente desde el paralelo 37° hasta los polos, y en la cual la situación es justamente la contraria. En ella se producen más pérdidas que ganancias de radiación, lo que determina la existencia de un déficit de radiación tanto más acusado cuanto más nos desplazamos hacia los polos. Pues bien, Andalucía se encuentra precisamente en el límite que separa ambos dominios. Como consecuencia de ello su balance de radiación es prácticamente equilibrado, es decir, nulo, pero se constituye en un ámbito fundamental para el intercambio de masas de aire entre los dos ámbitos limítrofes, dado que, efectivamente, los desequilibrios radiativos de los dominios ecuatorial y polar del planeta se resuelven a través del intercambio de calor que realizan entre ellos las circulaciones oceánica y atmosférica. Así pues, ya tenemos aquí un primer rasgo que configura a Andalucía como un ámbito de transición entre dominios climáticos diferentes y como asiento de tránsito y trasiego de masas de aire distintas, más que como área de génesis de masas de aire propias.
Pero, además, este carácter de dominio de tránsito se plasma también en el modo de actuación de la circulación atmosférica general sobre la región, de forma tal que el espacio andaluz se va a ver sometido a la alternancia de centros de acción y de mecanismos meteorológicos diferentes en las estaciones invernal y estival. Durante la estación invernal la región se verá sometida a los mecanismos propios de las latitudes medias, viéndose afectada esencialmente por la presencia de los vientos del oeste y las perturbaciones del frente polar en las capas bajas de la atmósfera, y por la corriente en chorro circumpolar en las capas altas. El desplazamiento de los cinturones de presión y viento hacia el polo Norte durante la estación estival determina que en esta estación la región quede bajo la influencia de las altas presiones subtropicales. Esta alternancia de centros de acción diferentes impone una clara diferenciación entre el tiempo predominante registrado en verano e invierno, la cual introduce además una dimensión de variabilidad e irregularidad que se deriva de la propia variabilidad existente en el desplazamiento de estos centros de acción. Los espacios sometidos permanentemente a un mismo centro de acción experimentan una variabilidad climática derivada únicamente de las variaciones internas de estos centros; cuando hay alternancia entre centros de acción diferentes, a estas variaciones internas hay que añadirle las variaciones asociadas al propio desplazamiento de los centros, que no se producen siempre en las mismas fechas ni con las mismas duraciones.
Pero, dentro de esta posición latitudinal, Andalucía se ubica entre los meridianos 3°50' W y 0°34' E, ocupando la fachada suroccidental del continente europeo o, lo que es lo mismo, la fachada occidental de la cuenca mediterránea y, como consecuencia de ello, se inscribe en el dominio de los climas subtropicales de costa occidental o mediterráneos. Ello implica dos hechos fundamentales: por un lado, el establecimiento en la región de mecanismos subtropicales en estado puro y, en ese sentido, la existencia de una distinción neta entre un invierno húmedo, lluvioso y suave en términos térmicos, alternando con un verano seco y marcadamente caluroso. Tales condiciones se derivan, efectivamente, de esta posición costera occidental dentro de la franja subtropical, dado que a ella los vientos del oeste llegan particularmente húmedos e inestables después del recorrido oceánico, produciendo así las características lluvias invernales, que en ámbitos más continentales u orientales llegarían ya más desnaturalizadas.
Lo mismo sucede con el cinturón de altas presiones subtropicales, que adquiere en estos enclaves los caracteres de máxima estabilidad dentro de la zona subtropical. Efectivamente, en los ámbitos continentales del dominio subtropical el calor veraniego determina el establecimiento de bajas presiones superficiales que perjudican el desarrollo de la estabilidad. En las costas orientales de los continentes (en el hemisferio Norte las costas de Florida o del sudeste asiático ejemplificarían la situación) razones térmicas y orográficas reducen la estabilidad inherente a las células de alta presión. Tomando como referencia el océano Atlántico y la célula anticiclónica subtropical allí instalada (el anticiclón de las Azores), en torno a la cual el aire gira en el sentido de las agujas del reloj, se comprende fácilmente que en las costas de Florida la masa de aire superficial es muy cálida en función de su trayectoria sur-norte, con procedencia estrictamente tropical, y de su recorrido sobre aguas oceánicas muy cálidas (la corriente del Golfo), todo lo cual genera una propensión a la inestabilización del aire y al desarrollo en su interior de brotes convectivos. Por otro lado, estas masas de aire cálidas y húmedas procedentes del océano se dirigen directamente hacia el continente americano, donde el relieve ejerce un efecto de disparo sobre el aire que lo obliga a ascender y a generar nubosidad y precipitaciones abundantes.
La situación es justamente la contraria en las costas occidentales de los continentes (la península Ibérica en el caso que nos ocupa). En ellas la masa de aire que flanquea la caélula anticiclónica es mucho más fría por su procedencia septentrional y su recorrido sobre una corriente oceánica muy fría - la corriente de Canarias -. Por otro lado, su trayectoria, preferentemente dirigida desde el continente hacia el océano impide el efecto de disparo del aire. Todo ello en conjunto contribuye a reforzar la estabilidad de esta masa de aire y, en consecuencia, a generar la sequía estival tan acusada que caracteriza a nuestro clima (las diferencias paisajísticas existentes entre Florida y Andalucía, prácticamente a la misma latitud, son buena muestra de esta disimetría).
Pero, además, la posición en la costa occidental europea determina la ubicación de Andalucía en la propia cuenca mediterránea y ello proporciona al clima algunos rasgos peculiares dignos de consideración. En primer lugar, la existencia de un mar muy cerrado y muy cálido, que en ciertos momentos puede propiciar la inestabilización del aire por el calentamiento y la humidificación superficial que éste recibe. Además, la existencia de una cuenca completamente accidentada y rodeada de relieves abruptos, tanto en su fachada norte como en la sur, lo que determina la existencia de flujos de aire muy complejos y que atribuyen mucho peso en el clima a características locales (reactivación de perturbaciones, generación de algunas nuevas, regímenes propios de viento por efectos föhn, Venturi etc.). Por último, la puesta en contacto de mundos muy diferentes pero muy próximos entre sí: el Atlántico y el Mediterráneo, el continente europeo y el africano.
Todo ello refuerza las condiciones de variabilidad temporal que ya veíamos en párrafos anteriores, hace además que ésta se
acompañe también de una marcada variabilidad espacial y determina la aparición ocasional de fenómenos muy extremos que rompen
con la tradicional suavidad y dulzura que se atribuye habitualmente a los climas mediterráneos con la sola evocación del nombre.
Todos estos rasgos, que caracterizan a los climas de la cuenca mediterránea, se producen de manera arquetípica en el territorio
andaluz, que participa de todas las características ya comentadas para el conjunto del Mediterráneo. Por orden de importancia
éstos podrían identificarse como:
Andalusia's climatical charactheristics derive basically from its position in the planet. Andalusia is located in a latitude between 36°N in the South and 38°44' in the North, what situates it in the sphere of subtropical climates, a transition strip between the medium latitudes and tropical climates. This transition between two influences gives a peculiar behaviour on radiation balance and a precise action of the general atmospheric circulation on its territories.
Figure 1: Andalusia's situation
On what concerns to radiation balance, it is known that the planet is divided basically in two zones: the tropical and subtropical zone, between the Equator and the 37° paralels of both hemispheres, where the radiation balance is surplus, as a consequence of the fact that there's more input radiation than emitted, and the medium and high latitudes zone, which extendes from the 37° paralels to the poles, and where the situation is exactly the opposite. In these zones there are more radiation losses than input radiation, what determines a radiation deficit, bigger as nearer to the poles. Andalusia is located in the boundary between both zones. As a consequence, its radiation balance is nearly well-balanced, i.e., null, but it constitutes a fundamental field for the exchange of air masses between the bordering zones, due to the fact that the radiative imbalances between the equatorial and polar zones are solved through the heat exchange that the oceanic and the atmospheric circulation carry out. So here we have the first feature that makes Andalusia a transition zone between two different climatic zones and an air masses transition zone, better than an air masses generation zone.
But, moreover, this character of transition zone can also be seen in the behaviour of the general atmospheric circulation over the region, so that the andalusian space is going to be submitted to the alternation of action centres and different meteorological mechanisms in winter and summer. In winter, the region is under the influence of the medium latitudes mechanisms, being affected essentially by the presence of west winds and the polar front perturbations in low layers of the atmosphere, and by the jet circumpolar currents in high layers. The movement towards the North Pole of the pressure and wind belts on summer, determine that in this season the region is under the subtropical high pressures influence. This alternation in the influence action centres imposes a clear difference between winter and summer weathers, which introduces an irregularity and variability dimension deriving from the variability implicit in the action centres' movement. Areas under the influence of an unique action centre suffer a climatic variability derived only from the internal variabilities of these centres; when there's an alternation between different action centres, we have to add the variations associated with the action centres' movements, which never take place on the same days and never with the same duration.
But, between this two latitudes, Andalusia is located between the meridians 3°50'W and 0°34'E, occupying Europe's south-occidental face, in other words, the occidental face of the mediterranean basin and, as a consequence of it, it is under the domain of occidental or mediterranean coasts subtropical climates. This implies two fundamental facts: on one hand, the establishment in the region of subtropical mechanisms in pure state and, in that sense, the existence of a clear distinction between a humid, rainy and soft winter and a dry and hot summer. Those conditions derive, exactly from this occidental and coastal position in the subtropical strip, because west winds arrive to it particularly humid and unstable after their atlantic trip, producing the charactheristic winter rains, that would arrive unnaturalized to more continental or oriental areas.
The same happens with the subtropical high pressures belt, that reaches in this region the maximum stability inside the subtropical zone. In fact, in the continental area under the subtropical domain, the summer heat determines the establishment of superficial low pressures that damages the stability. In the oriental coasts of continents ( Florida coasts in the North Hemisphere or the Asian southeast are good examples) thermical and orographical reasons reduce the stability implicit with high pressure cells. Taking the Atlantic ocean as a reference and the anticyclonic cell existing on it (the Azores anticyclone), around which the air spins in the clock sense, it's easy to understand that in the coasts of Florida the superficial air mass is very warm due to its north to south trajectory, with strictly tropical procedence, and due to its trip over the very warm oceanic waters (the Gulf stream), everything generating a tendency to an air unstabilization and the appearing of convective outbreaks. Also, these warm and humid air masses from the ocean are directed straight to the american continent, where the relief has a shot effect on it that makes it ascend and generate cloudiness and abundant rainfalls.
The situation is exactly the opposite in the occidental coasts of the continents (the iberian peninsula in our case). In them, the air mass around the anticyclonic cell is much colder due to its northern origin and its trip over a very cold oceanic stream - the Canary stream-. On the other side, its trajectory, directed preferently from the continent to the ocean doesn't allow the shot effect on the air. All these facts in conjunction contribute to strengthen the stability of this air mass and, in consequence, to generate the summer drought that characterizes our climate (the differences between Florida's and Andalusia's landscapes, nearly at the same latitudes, are a good example of this asymmetry.
But, moreover, the position in the european occidental coast determines that Andalusia is located in the mediterranean basin and this fact gives some peculiar characteristics to our climate that we have to take into account. First, the existence of a very warm and closed sea, which can origin in some moments an unstabilization of the air due to the warm-up and superficial humidification that it receives. Moreover, the existence of a completely uneven basin surrounded by abrupt reliefs, in its North and South face, what determines the existence of very complex air flows determining that local characteristics have strong influence on climate (disturbances reactivation, generation of new ones, peculiar wind regimes due to föhn effects, Venturi, etc.). Finally, the contact between two quite different worlds: the Atlantic and the Mediterranean, the European and the African continent.
All these matters, strengthen the temporal variability conditions that we saw in previous paragraphs, making
it also be accompanied by a spatial variability and determines the occasional appearing of very extreme phenomenoms
that break the traditional softness attributed to mediterranean climates.
All these features that characterize the mediterranean basin climates, take place in an archetypic way in the
Andalusian territory, which participates in all the characteristics already explained for the Mediterranean region.
Ordered by their importance they can be identified by: