Noticias de la Junta de Andalucía

Discursos

Intervención del presidente de la Junta en el II Congreso para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres 'Violencia de género en menores y adolescentes'

28/11/2011
Vista impresión Aumentar fuente Fuente normal Disminuir fuente

Quiero darles la bienvenida a este Congreso cuyo fin es contribuir a formarnos en la erradicación de un fenómeno social tan lacerante como es la violencia sobre las mujeres. La Organización de Naciones Unidas reconoce que la violencia de género es el crimen encubierto más frecuente en el mundo.

"Es una violencia que hay que atajar con radical firmeza", dice el escritor Antonio Muñoz Molina, "porque se trata de una barbarie permanente que es tan sucia como el terrorismo, y que como él se fortalece en la impunidad y se sostiene en el abuso del fuerte contra el débil, en la negación de la humanidad de la persona que va a ser maltratada".

No podemos retroceder en la denuncia y en la condena de los malos tratos contra las mujeres. Al contrario, debemos estar siempre dispuestos a dar pasos adelante para luchar contra esta lacra. Por eso, la celebración de este congreso es tan importante. Estas jornadas de estudio representan una oportunidad más para seguir buscando vías de solución para erradicar esta violencia.

Debemos seguir avanzando en el conocimiento y la investigación de las causas, las características y consecuencias de la violencia de género. Y hacerlo también mediante la formación y especialización de todos los profesionales implicados en combatirla.

Son muchos los aspectos en los que hay que continuar profundizando. Así, es fundamental el análisis y seguimiento de los instrumentos para su erradicación; las medidas para la protección y la atención integral de las víctimas. También hay que considerar de modo especial las repercusiones de la violencia machista en la salud, en el empleo y en la vida social de las mujeres y de sus familiares.

En estas fechas, celebramos 30 años del Estatuto de Autonomía de Andalucía, en el que se recoge como un objetivo común de todos los andaluces propiciar la igualdad efectiva del hombre y la mujer.

En estas tres décadas, Andalucía se ha transformado extraordinariamente y entre todos hemos dado pasos muy importantes hacia una sociedad más justa e igualitaria. Trabajar por la igualdad y contra todo tipo de discriminación ha sido una prioridad de los distintos gobiernos andaluces.

La crisis económica actual puede hacer invisible la situación de las mujeres. Corremos el riesgo de pensar que este no es el momento para hablar de igualdad y que esta es un elemento superfluo que solo hay que abordar cuando las cosas van bien.

Esto no es así. Al contrario, las políticas de igualdad son una inversión a largo plazo que benefician a toda la sociedad y no solo a las mujeres. Por eso no vamos a retroceder en los logros conseguidos y vamos a mantener el esfuerzo inversor en políticas sociales y de igualdad. Un esfuerzo que se ve reflejado en los presupuestos andaluces para el año próximo.

Para el desarrollo de la Ley integral contra la violencia de género, el Gobierno andaluz destina un presupuesto que ha ido aumentando cada año, y que refleja un mayor esfuerzo económico en aquellas medidas destinadas a protección y atención a las víctimas, así como a su recuperación integral. Y lo hacemos vinculando todas las políticas, con una acción conjunta, para dar respuestas en los ámbitos de la educación, el empleo, la salud, la justicia, la igualdad y el bienestar social.

La violencia de género encuentra su caldo de cultivo en la desigualdad entre hombres y mujeres. Por eso, la Junta de Andalucía desarrolla el I Plan Estratégico para la igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía. Un plan que, en su primer año de vigencia, ha contado con una inversión de 700 millones de euros para combatir las discriminaciones por razón de sexo en los ámbitos laboral, educativo, cultural y social. Pero sabemos que nunca es suficiente cuando se trata de proteger la vida y la integridad de las personas.

Aun teniendo en cuenta los avances que se están produciendo, hemos de reconocer que persiste en la sociedad española cierta tolerancia hacia la violencia de género como instrumento de fuerza y de control sobre la mujer. Todavía permanece en algunos sectores de nuestra sociedad la idea de que se trata de un problema que afecta al ámbito privado.

Nos enfrentamos a un tipo de violencia que ha acompañado la vida de las mujeres desde siempre y ha estado oculta entre las paredes del hogar. Precisamente en la ocultación y en el silencio en que se ha cometido, está la razón de que se haya perpetuado en el tiempo. Por eso, no podemos dejar de insistir en que se trata de un asunto que nos concierne a todos.

En este sentido, debemos prestar atención a la función que desempeñan los medios de comunicación. Es cierto que están haciendo un esfuerzo considerable para mejorar la manera de informar sobre la violencia machista. Pero todavía resulta necesario avanzar hacia un mejor tratamiento y una difusión adecuada de las informaciones relativas a la violencia de género.

El fenómeno de la violencia contra las mujeres lleva aparejado otro de la misma magnitud: la violencia que presencian y sufren los menores. La violencia contra niños y niñas es un fenómeno cuya dimensión lo ha convertido en motivo justificado de alarma social. El deber de protección debe ser más intenso cuando nos referimos a los niños, sin duda las personas más débiles y vulnerables de nuestra sociedad.

La violencia que padecen es intolerable no solo por los efectos que este sufrimiento deja sobre las víctimas. Lo es también porque sabemos que los niños aprenden modelos de conducta de sus progenitores y existe el riesgo de que repitan patrones de violencia vividos en la familia. Por eso es tan importante que el hogar, la familia sea un ámbito de educación igualitaria. La violencia que se da en parejas de adolescentes y jóvenes nos muestra que estos siguen reproduciendo modelos observados en los adultos.

Por eso, se deben también abordar las consecuencias que los cambios sociales o culturales hayan podido tener en este fenómeno. Así, por ejemplo, es importante tener en cuenta el papel de las nuevas tecnologías, especialmente de las redes sociales, que, en algunos casos, pueden convertirse en nuevas plataformas donde tengan cabida abusos y hostigamientos contra las mujeres. Esto es especialmente grave cuando se trata de adolescentes y jóvenes.

El pasado año, desde el Observatorio de la Infancia en Andalucía, impulsamos una investigación acerca del "Uso de las nuevas tecnologías por la infancia y la adolescencia", con el fin de obtener información acerca de los hábitos, riesgos y tendencias de utilización de las TIC que presentan los menores andaluces.

En este sentido, hemos llevado a cabo el proyecto "Educar para proteger: Familias y Escuela", dirigida al profesorado y a las familias para formar en prevención de los riesgos derivados de uso indebido de Internet por parte de los menores.

La escuela, las enseñanzas medias y la universidad ofrecen el marco adecuado para reconducir estos comportamientos y enseñar a nuestros jóvenes que solo desde la confianza y el respeto a la libertad de cada cual es posible compartir en igualdad lo público y lo privado, las relaciones y un proyecto de vida.

La educación es el alma estratégica de un país. La educación no solo sirve para mejorar la cualificación y aumentar las oportunidades laborales. La educación es esencial para enseñar valores que serán necesarios a lo largo de la vida; valores como el respeto y la igualdad, imprescindibles para modificar patrones de pensamiento dominados por prejuicios.

La formación es la herramienta más poderosa para crear desde la base una ciudadanía más igualitaria. Una ciudadanía capaz de reaccionar ante la discriminación. Por ello, desde el Gobierno andaluz consideramos la educación el corazón de nuestra política, porque es el motor del cambio social.

Hay un proverbio africano que dice que "para educar a un niño hace falta la tribu entera". La educación en igualdad necesita la implicación de todas las instituciones, profesionales y todas las personas que intervienen en ese proceso. Solo así seremos capaces de promover valores universales basados en la libertad individual, el respeto a la diversidad, la igualdad de sexos y los derechos humanos.

En el camino por la igualdad, las mujeres no están solas. Los hombres somos compañeros de viaje. Este congreso va a contribuir a impulsar la formación y la investigación en todos los aspectos que atañen a una realidad tan compleja como es la violencia de género.

Un fenómeno de tanta gravedad como este y que afecta de forma tan dolorosa a nuestra sociedad merece sin duda la atención y la dedicación de todos. Estoy seguro de que los participantes en este congreso aportarán lo mejor de su experiencia y su conocimiento, para seguir construyendo una sociedad más justa e igualitaria.