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Cultura

Colección Cruz-Puyoles, una lección de arte contemporáneo a cargo de dos enamorados

El Museo Íbero de Jaén acoge una muestra con cincuenta obras con sede en Baeza que salen por primera vez del ámbito privado

Un viaje de ida y vuelta dentro de la inmensidad espacial del Museo Íbero es la última propuesta de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico para descubrir las sinergias plásticas de la creación contemporánea. La muestra saca a la luz pública por primera vez una parte de la colección Cruz-Puyoles y es gracias a un virtuoso triángulo amoroso. La historia romántica de María Luisa Puyoles y Juan Cruz comenzó en una reunión de trabajo en Barcelona, cuando aún ninguno de los dos sospechaba que, al poco tiempo, su futuro matrimonio se entrelazaría con un nuevo amor, el que les uniría hasta que la muerte los separe con el arte contemporáneo.

Finalizaba la década de los 70, con una recién estrenada democracia. María Luisa Puyoles había nacido en Zaragoza y Juan Cruz en Baeza. Los dos emigraron a Cataluña en busca de trabajo. Las intensas horas de atención al público, que ambos valoran como su mejor escuela, en unos conocidos grandes almacenes demandaban una tregua dentro de dos corazones con una sensibilidad especial para la cultura. Y la paz llegó en forma de arte. Empezaron comprando obras figurativas contemporáneas en su propio centro de trabajo, hasta que la amistad con el escultor Manel Álvarez les abrió las puertas de las vanguardias.

Juan Cruz lo recuerda como una evasión de lo estrictamente comercial, una vida paralela disfrutada en el tiempo libre. A María Luisa el arte le hablaba. Cada cuadro, cada artista le decía algo y lo fascinante para ella era esa parte enigmática, la dificultad de descifrar el mensaje en gran parte de las manifestaciones de los artistas contemporáneos cuya valentía admiraba. Los desafíos interpretativoscreaban un diálogo común, una búsqueda, un proyecto entre marido y mujer que ha permanecido quizá porque, en palabras de Juan Cruz, el arte es necesario.

Detalle de un paisaje del Ampurdán (óleo sobre lienzo) pintado `por José María Guerrero en 1942.
Detalle de un paisaje del Ampurdán (óleo sobre lienzo) pintado `por José María Guerrero en 1942.

Comisariada por Victoria Quirosa, la exposición introduce al visitante en las vanguardias, la experimentación técnica y visual que aglutinó a artistas muy relevantes en torno al informalismo catalán, especialmente Dau al Set, el arte pop o la poesía visual. Así, se puede admirar la obra de Josep María Sucre, Tàpies, Joan Ponç, Antonio Saura, Eduardo Arroyo o Miguel Ángel Campano junto a la de uno de los artistas de cabecera del matrimonio, el dibujante, grabador y pintor catalán Joan Cruspineda. Su interesante obra representa también en la exposición la función social del coleccionismo, uno de sus mensajes más potentes. Y es que el suelo que soporta la trayectoria del artistay el galerista es demasiado frágil.

Si María Luisa Puyoles y Juan Cruz se colaron entre las bambalinas del vibrante sector artístico español de los últimos cincuenta años desde uno de sus puntos estratégicos, lo hicieron para aportar algo, como sencillos pero eficaces mecenas. Brindaron un apoyo económico tan discreto como estable e imprescindible a numerosos artistas como Joan Cruspineda, y a galerías como la Metropolitana de Barcelona, de la que fueron socios permanentes. Tras muchas mensualidades, llegaba el momento de elegir obra y, poco a poco, desde el esfuerzo dentro de una economía media, se iba forjando una colección que hoy cuenta con 200 trabajos.

La condición de 'viaje' que da título a lamuestra se refiere a los coleccionistas en su itinerario constante entre Cataluña y Andalucía, pero también a las trayectorias de artistas como Luís Gordillo (Sevilla), Pascual Casaubón (Granada) y José María Guerrero Medina (La Guardia, Jaén), que, tras formarse en su tierra natal, se desplazaron en busca de los focos artísticos del momento. En algunos casos, como el del pintor jiennense, los viajes tienen puntos comunes basados en la amistad y las constantes visitas de los coleccionistas a su casa-estudio en el Alto Ampurdán. María Luisa Puyoles la describe como un espacio repleto de claridad. Allí, el matrimonio adquirió el paisaje de esta zona catalana, tan retratada por el artista, que introduce vívidos tonos malva y amarillos en la muestra del Íbero. Formaba parte de una serie de cuatro lienzos en diferentes tamaños, uno de ellos adquirido por el escritor Manuel Vázquez Montalbán.

Dibujo de Eduardo Arroyo, con acuarela y lápiz.
Dibujo de Eduardo Arroyo, con acuarela y lápiz.

El constante trayecto de vuelta a Baeza desde Barcelona se plasma en la importante presencia de artistas andaluces en la colección, desde el imprescindible Manuel Ángeles Ortiz, hasta Santiago Ydañez y Juan Francisco Casas, todos jiennenses, sin olvidar al sevillano Miki Leal. Si la tierra se reconoce en el coleccionismo, otra lección de los Cruz-Puyoles es la oportunidad que brinda el arte contemporáneo de entrar en un nuevo mundo: el del contexto de la obra de arte. Conocer o cruzarse de algún modo con al artista, escuchar las recomendaciones de los galeristas, resultar invitado al fascinante mundo de la creación. En suma, participar en la creación artística.

Puyoles y Cruz frecuentaban el estudio Barberá, donde grababa Miró, gracias a su amistad con Virgil, uno de sus hijos. De la mano de Carlos Taché buscaron, paso a paso, reforzar su colección incorporando trabajos de autores consolidados en el ámbito internacional como los de Plensa que ahora se pueden ver en el museo. Entre ellos figura también "Bulletdrawing", de Cornelia Parker, obra hecha de plomo fundido a partir de balas extraídas de un campo de batalla de la guerra de los Balcanes.

Cuando Alberto Porta, a veces Ervu y otras Zush, expuso en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) -y se instaló allí junto a sus creaciones- paralelamente tenía obra en la galería Joan Prats. Uno de esos días Juan Cruz y María Luisa Puyoles hablaban con Anna Belsa -que después abriría galería propia- mientras vieron a Porta entrar con un cuadro bajo el brazo. "Te traigo estos cuatro genios que me he encontrado", comentó a Belsa, por si se vendía algo y hubiera que mostrar obra nueva. Los cuatro genios nunca llegaron a exponerse en aquella galería, fueron interceptados por una pareja de amantes y hoy esperan al visitante en el Museo Íbero, hasta el 15 de marzo.