Poelzig fue uno de los arquitectos más destacados del siglo XX, conocido por la diversidad de sus talentos e intereses: arquitecto, profesor, pintor y escenógrafo en teatro y cine. La búsqueda de la obra de arte total le lleva a desarrollar una intensa tarea polifacética.
 
En la escena alemana de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, Hans Poelzig tuvo una fuerte presencia: por su obra, su capacidad didáctica y también por su personalidad alegre y su sentido del humor. Trabajó en casi todos los ámbitos de la disciplina arquitectónica: la vivienda, el urbanismo, la arquitectura industrial…. La antigua sede administrativa de la I.G. Farben, hoy Universidad de Frankfurt, y la casa de la Radio en la Berlín son ejemplos importantes que aún perduran de su obra. Hubo pocos acontecimientos en la arquitectura alemana donde no se requirió su opinión y se divulgaron sus comentarios. Participó en proyectos de vanguardia como la Weißenhof de Stuttgart. Sin embargo, no puede considerarse un moderno propiamente dicho. En su efecto plástico, su peso específico y sus pieles vibrantes de fachada se distinguió claramente de los llamados clásicos modernos, como Walter Gropius o Mies van der Rohe.
 
Poelzig estuvo estrechamente relacionado con la Academia Prusiana de Artes (Preussische Akademie der Kuenste), de la que fue vicepresidente. Acusaciones de carácter político le obligaron a abandonar el cargo, llegando a forzar el brusco final de su actividad profesional con la llegada de los nacionalsocialistas al poder.

La Exposición, que había sido vista en Berlín, Frankfurt, Kaiserslautern, Ankara y Málaga presentaba maquetas, fotografías, planos, dibujos y algún ejemplo de la pintura del artista. También se reflejaba su faceta de profesor y pedagogo a través de sus alumnos.