Reseña histórica. Al parecer en época musulmana existía ya una plaza dedicada principalmente a un uso comercial, que en época tuvo forma irregular y estuvo presidida por la Iglesia de Santa María, que hoy es la Ermita del Socorro. A principios del siglo XVI inició el Cabildo la compra de varias casas, llegando a contar el recinto con la presencia, en el testero sur, de la Cárcel, la Casa del Corregidor, hoy mercado, el Pósito y la Casa del Resello de la Moneda, siendo este último el único desaparecido hoy en día.

 

En 1683, siendo Corregidor Ronquillo Briceño, se inicia la regularización de la plaza, construyendo nueva la primera crujía e igualando formalmente las fachadas de cuatro plantas, con soportal en la baja. Las obras terminan en 1684, sin haberse completado en el lado sur, donde la presencia de la Cárcel y de la Casa de Dª Ana Jacinto, que ganó un pleito y consiguió eludir la reforma, impidieron la uniformidad del conjunto.

 

En 1687 se completó el enlace entre las casas y la crujía delantera, que ejecutó el arquitecto Antonio Ramos y Valdés.

 

Descripción. El vacío ha sufrido numerosas vicisitudes y ha servido para usos muy distintos, centrados, no obstante, en dos principales: el comercial y el lúdico o festivo. En los últimos tiempos el primero de ellos tomó carta de primacía, cuando se construyó un mercado, derribado en 1956 para ser sustituido por otro subterráneo, que produjo la elevación del plano del pavimento de la mayor parte del espacio central.

 

La construcción perimetral ha estado dedicada principalmente a un uso residencial, salvo los edificios públicos del testero sur, algunos de los cuales, como el Pósito, también fueron adaptados a esa función. La crujía con la que se consiguió la uniformidad de la mayor parte de la plaza cuenta con cimentación pétrea de siete varas de profundidad, soportales de pilastras cuadradas de piedra cajeada, capitel y arcos de ladrillo con la clave en piedra, forjados en madera con bovedillas de yeso y solado de ladrillo y cubierta a dos aguas, con estructura de madera y teja árabe en los faldones.

 

Cada módulo de la fachada tiene dos vanos rectangulares, con enmarcado resaltado que en su parte superior se prolonga formando unas orejetas. Por delante lleva balcones con baranda de hierro, apoyados en tornapuntas del mismo material.

 

La altura de las plantas va menguando para producir un mejor efecto de perspectiva.

 

La última planta remata con friso continuo de ladrillo aplantillado. Todos los  paramentos estuvieron revocados, aunque dicho revoco fue picado en los años 50 del pasado siglo.  

 

Intervenciones realizadas. El Ayuntamiento de Córdoba y la Consejería de Obras Públicas y Transportes han intervenido en tres ámbitos relacionados con la Plaza de la Corredera: la fachada y primera crujía de los edificios que la enmarcan, el propio recinto de la plaza y algunos de los inmuebles y espacios de su entorno.

 

Fachada primera crujía. Solventando los problemas derivados de su supresión en los años cincuenta, gracias al estudio del revocado en aquellos sitios en que permanecieron por la dificultad del picado, se determinó la existencia histórica de dos revocos, uno en estuco de color hueso, pintado con volutas y elementos decorativos en verde, marrón y ocre, imposible de reproducir por lo reducido de la muestra existente, y otro, posterior, de color rojo sobre el recercado de los balcones, dejando los planos de un color amarillo pálido similar al anterior, de color hueso, que es el que se ha recuperado en la intervención.En el interior se ha consolidado la crujía, ejecutando forjados con pino de la misma escuadría que los existentes, con bovedillas de yeso ejecutadas in situ, y terminado con una ligera losa de hormigón.  La cubierta se ha hecho de armadura de par e hilera, siguiendo la escuadría y disposición de la original, y se han sustituido las bajantes, que rompían las cornisas en las distintas plantas, colocando gárgolas de nuevo.

 

Adecuación de la plaza. La intervención ha sido concebida a través de la concepción del vacío como protagonista absoluto del espacio, para lo que se ha devuelto a la plaza su topografía original, con un plano desnudo, pavimentado con losas de granito, en el que se inserta, al modo renacentista, una retícula con losas de materiales locales (piedra negra y granito de los arenales). Sobre el mismo, aparecen solamente una fuente abrevadero y un cubo de vidrio que alberga la bajada al sótano.

 

En la asimetría que se produce por la irregularidad en el frente de la fachada, se apoya una traza lineal en la que se sitúa la recogida de aguas y una hilera de farolas y mobiliario urbano, que delimita los espacios de tránsito rodado, que transcurre por el borde de dos de las fachadas, y el peatonal, que se apodera de la mayor parte del espacio, sin distinción en el pavimento, posibilitando así su unificación si el Ayuntamiento lo decidiera. A los soportales se les ha dado una escala doméstica por la presencia de la viguería de madera, el pavimento de piedra negra de pequeño formato y las farolas colgadas. En el sótano se integran los restos romanos aparecidos en las obras y se construyen salas de conferencias y exposiciones para un futuro centro de arqueología.

 

Intervención en el entorno de la plaza. Las actuaciones de rehabilitación llevadas a cabo en la Plaza de la Corredera no han constituido gestos aislados en el esfuerzo de recuperación y revitalización de esta zona tan significativa de la ciudad. En el entorno más inmediato a la misma, se han construido un grupo de 27 viviendas de protección oficial y se ha rehabilitado el edificio situado en el número 16 de la cercana Plaza del Socorro. Igualmente, se ha acometido la restauración de la fachada de la Ermita del Socorro, incluyendo así mismo la pavimentación de las calles de acceso a la plaza, que sirven a todos los edificios mencionados.