La suite para orquesta Canciones y danzas para Dulcinea del turolense Antón García Abril tiene una evidente inspiración cervantina. Según el autor, la Danza del camino nos introduce en el misterio del sentimiento amoroso. La segunda nos envuelve en el encantamiento nocturnal que ofrecen las tierras de La Mancha. Las dos siguientes reflejan un impulso interior ante la búsqueda y realidad idealizada de Dulcinea. La Canción del Encuentro ofrece un poético lenguaje musical como sublimación de ese momento. Con la Danza de la Plenitud, termina esta suite expresando la grandeza y satisfacción emocional que se experimenta con la posesión del amor. La plantilla orquestal de esta obra está integrada por flauta, oboe, clarinete, fagot, dos trompetas y completa sección de cuerda. Se estrenó en la localidad asturiana de Ribadesella por la Orquesta del Principado de Asturias dirigida por Jesse Levine el 12 de agosto de 1993.
Compuesta en 1954 para Andrés Segovia, el guitarrista más influyente del siglo XX por entronizar su instrumento con pleno rango de solista en las salas de conciertos, la Fantasía para un gentilhombre es la segunda obra más popular de Joaquín Rodrigo después del famoso Concierto de Aranjuez que, en principio, no fue bien acogido por el gran intérprete de Linares. Rodrigo mira hacia atrás en la historia de la música española para cuerda fijando su atención en Gaspar Sanz, compositor aragonés del siglo XVII, autor de los tres libros del importante tratado que lleva por título Instrucción de música sobre la guitarra española, que fue editado en 1674 y de referencia absoluta para el conocimiento de este instrumento, del que Rodrigo extrae todos los temas empleados en esta fantasía escrita para una plantilla orquestal integrada por dos flautas, una de ellas pícolo, el resto de instrumentos de madera a uno, una trompeta y completa sección de cuerda.
En sus cuatro movimientos, el autor yuxtapone energía y elegancia por un lado y, por otro, sensibilidad y robustez. Es así cómo Villano se combina con los pasajes delicadamente imitativos del Ricercare, o cómo los perfiles melódicos de la Españoleta vienen a complementar el carácter evocador de la Fanfare de la Caballería napolitana. La inquietante Danza de las hachas predispone al oyente al clímax final que contiene Canario, un vigoroso zapateado de las Islas Canarias desarrollado con una deslumbrante cadencia. El compositor adapta el material de Sanz a su particular neo-casticismo, resultando una fantasía concertante que refleja ese particular sentido vital de alegría que desprende la música de Joaquín Rodrigo. Su estreno tuvo lugar en la ciudad de San Francisco el 5 de mayo de 1958 con Andrés Segovia de solista y la Orquesta Sinfónica de San Francisco bajo la dirección del maestro donostiarra Enrique Jordá.
La primigenia "gitanería musical", como fue calificado el ballet El amor brujo de Falla, fue escrita en 1914 en dos cuadros con intermedio donde se describe musicalmente una historia gitana envuelta en brujería y superstición. En el ambiente sombrío de una cueva, Candelas, que está enamorada de Carmelo, pretende desviar la atención de su amante muerto que, en forma de fantasmagórico espectro, aparece siempre que otro intenta ocupar su lugar. En una atmósfera de aquelarre y hechizo, la gitana consigue con sus encantamientos, conjuros, recitaciones misteriosas y danzas rituales desviar la atención del fantasma hacia otra joven, Lucía. Conseguido su propósito, los amantes pueden expresar libremente su amor, superado el maleficio. Falla utiliza la voz de mezzo o cantaora en su caso en algunos pasajes como la Canción de amor dolido o la Canción del fuego fatuo. La Danza ritual del fuego, una de las condensadas señas de identidad del compositor, viene a sintetizar el carácter misterioso de esta obra que, según el autor: "es eminentemente gitana. Para hacerla empleé ideas siempre de carácter popular, algunas de ellas tomadas de la propia Pastora Imperio, que las canta por tradición, y a las que no podrá negárseles la 'autenticidad' […] Siempre mantuve el motivo popular, vestido con una técnica adaptada a su carácter pero que forme un 'todo' homogéneo. Ésta es mi convicción artística, y así lo hice en La vida breve".
José Antonio Cantón