Orquesta Bética de Cámara

Orquesta Bética de Cámara

Falla visitó Sevilla durante la Semana Santa de 1922, y aquí conoció al violonchelista Segismundo Romero y al Maestro de Capilla de la Catedral, Eduardo Torres. Con ellos hizo una profunda y duradera amistad, y recurrió a ellos para preparar un pre-estreno en versión de concierto de su obra “El Retablo de Maese Pedro”, que se llevó a cabo en Sevilla en 1923.

El éxito de esta función llevó a la idea de convertir en orquesta estable lo que sólo había sido una agrupación ocasional: la bautizó como Orquesta Bética de Cámara.

Desde el momento de su creación en 1924, Falla diseñó la orquesta con una formación instrumental “clásica”, teniendo en cuenta sus propios estudios sobre las orquestaciones del “clasicismo vienés” (especialmente de Haydn) y las investigaciones de Wanda Landowska.
Era una orquesta única; según sus propias palabras:

"En ningún país existe, de modo estable y con carácter autónomo plenamente definido, una agrupación sinfónica semejante a la Orquesta Bética de Cámara".

Falla diseña una orquesta de lujo, imponiendo a la cuerda una gran responsabilidad “puesto que se compone de instrumentistas con categoría musical de solistas”, ya que su número es el mínimo imprescindible para el equilibrio sonoro entre los grupos de instrumentos: una orquesta con viento completo y cuerda muy reducida.

Casi centenaria, pero renovada, la OBC del siglo XXI sigue estos primeros pasos, buscando la originalidad y la especificidad de la mano de su Director, Michael Thomas, el cual ha querido mantener el espíritu aquella Orquesta con la que Falla soñó.

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