Antología del grabado flamenco de Rembrandt a Van Dyck
25 de Octubre del 2022 - 11 de Diciembre del 2022

Del 1 de julio al 31 de agosto, martes a domingo y festivos de 09:00 a 15:00. Lunes cerrado, excepto los lunes víspera de festivo (abierto con horario de festivo).

Del 1 de septiembre al 30 de junio, martes a sábado de 09:00 a 21:00; domingos y festivos de 09:00 a 15:00. Lunes cerrado (excepto víspera de festivo, con horario de festivo). Abierto todos los festivos, incluso los locales.
Cerrado 1 y 6 de enero, 1 de mayo y 24, 25 y 31 de diciembre.

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El Museo de Bellas Artes de Córdoba ofrece al público una nueva exposición con el título Antología del grabado flamenco. De Rembrandt a Van Dyck, que pretende realizar un acercamiento, científico y didáctico, a un fenómeno de gran relevancia para la pintura y para la cultura europea en general, como fue el de la difusión de imágenes a través del grabado. A su vez, se centra en el momento histórico y en el ámbito que tuvo tal vez mayor relevancia en todo el continente, como fue el de los países flamencos.

Con esta selección de grabados se pretende resaltar la importancia que para la evolución de la historia del arte europeo y universal ha tenido esta técnica, de uso complicado, que conoció gran difusión ya desde mediados del siglo XV, gracias a la cual el arte conoció una generalización sin precedentes. Convertidos en fuentes de difusión del arte, los artistas copiaban sus modelos, recibiendo y transmitiendo influencias de otros autores, en un proceso de globalización artística que solo es comparable a los momentos actuales.

Al principio, las estampaciones de imágenes se hacían a partir de dibujos realizados a buril sobre planchas de madera (xilografía). Habrá que esperar hasta la segunda mitad del XVI para que se generalice el uso de la plancha de metal (calcografía o talla dulce), que permitía una mejor perdurabilidad del soporte y generalización de los ejemplares a estampar. Fenómeno también favorecido por el invento de la imprenta y de otros avances técnicos que posibilitaron el uso de un amplio instrumental que permitía obtener una plasmación más exacta de la realidad.

Y no fue por casualidad que sus grandes promotores, tanto en el arte como en la ciencia, aparecieran en centros urbanos donde la riqueza, la organización gremial y el mayor margen de libertad creadora lo favoreciese, como sucedió en los Países Bajos, cuyos núcleos sociales de mayor progreso se concentraban en Amberes, Amsterdam y Bruselas. Junto a ellas, en Alemania sobresaldría la ciudad de Dresde o Nuremberg, al compás del trabajo de Alberto Durero, mientras que en Italia destacaron Bolonia, Florencia o Venecia y en Francia la ciudad de París.

En estas ciudades se crearon talleres donde se formaron aprendices del oficio, constituyéndose verdaderas dinastías de grabadores, entre los que nació la conciencia de ser auténticos artistas y no artesanos, reivindicando su inscripción en las incipientes academias al lado de los pintores y escultores, momento en el que en las estampas comienzan a aparecer las firmas de sus dibujantes, grabadores y editores.

Talleres regidos por grabadores de gran prestigio los hallamos sobre todo en Amberes, donde destacará Hieronnymus Cook (1510-1570), que funda un taller en el se perfeccionaron otros autores como Pieter Brueghel, entre otros. Philip Galle (1537-1612), gran admirador de Durero, sería otro de los grabadores destacados. También la familia Collaert, los hermanos Wierix, Hendrick Goltzius o Crispin de Passe. Ya en pleno siglo XVII, Amberes posibilitó el nacimiento del gran taller de Cristóbal Plantino, secundado por los Moretus, que fue el mayor centro de estampación de todo el continente, cuyas máquinas y planchas permitían grabar en grandes formatos.

A la par, artistas no vinculados al negocio de la estampación, como Rembrandt o Van Dyck lo utilizaron como vía complementaria de expresión, mientras que, al compás de su desarrollo técnico, el grabado puso de relieve su admiración por el influjo italiano y el mundo romano, lo que supuso también la generalización de la conciencia renacentista. Revolucionarían las artes al tratar no solo temas religiosos, sino también temas profanos o mitológicos, convirtiendose en herramientas de transmisión cultural de ideas laicas y estilos, siendo responsables de la democratización icónica de Occidente.

La muestra consta de sesenta obras pertenecientes a la colección privada de Francisco Fernández Pardo, erudito historiador que, no solo como coleccionista, sino también con su constante actividad intelectual, se nos presenta hoy como uno de los mejores conocedores y defensores del patrimonio artístico español. Se exhiben en las salas I y III del Museo de Bellas Artes de Córdoba hasta el 11 de diciembre de 2022, en el horario habitual del museo.

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