La
ciudad
de las
Cortes
convenios con el Cabildo, en la zona suroeste, dedicada
desde el principio a las clases populares.
La actividad inmobiliaria recoge la inversión de las rentas
del comercio, al no existir un entorno rural en el que em-
plearlas. El valor del suelo llega a superar al de la edifica-
ción, actuándose con conceptos inmobiliarios modernos.
Desde comienzos del XVIII se construyen alcantarillados
y se pavimentan las calles. Existían normas estrictas desde
1746 que garantizaban la regularidad de las alturas y orden
de las fachadas. De 1792 son las ordenanzas ilustradas.
Hacia 1785 se realizaron varios proyectos de adelan-
tamiento de la muralla sobre rellenos ganados al mar:
barrio de San Carlos, Alameda y Campo del Sur. Se
pretendió con ello la expansión de la ciudad, pero tam-
bién la obtención de fondos para la reparación y am-
pliación de las murallas. Sólo se realizó el primero, en
el reinado de Carlos III, constituyendo una actuación
unitaria neoclásica, con diversas tipologías edificato-
rias integradas. Su mal resultado económico impide el
desarrollo de los otros dos proyectos.
Los acontecimientos del XIX no se entienden sin con-
siderar que Ciudad y Bahía siempre estuvieron ligadas.
Los asentamientos humanos fueron condicionados
por este sitio, a la vez insular y delicadamente rela-
cionado con tierra firme, lugar ambiguo de interfase
tierra-mar donde no existe línea de separación entre
ambos medios, confundidos por la fuerte carrera de
mareas que dos veces al día desdibuja los límites.
Los ingenieros militares, precursores del racionalismo de
la Ilustración, crearon el primer concepto moderno de
bahía como estructura territorial, superando así la vieja
idea de saco de agua contenedor de buques para poten-
ciar ahora la estructura del territorio. Los equipamientos
que no podían prosperar dentro de la ciudad congestio-
nada se lanzaron al espacio circundante: el arsenal de la
Carraca, la nueva ciudad de San Carlos, el Observatorio
de Marina, las fortificaciones del litoral y las estructuras
de comunicación. El propio plano de aguas es ahora con-
trolado y medido mediante enfilaciones batimétricas. El
escenario está listo para los acontecimientos.
Plano de la ciudad de Cádiz en 1812,
incluido en la obra
Cádiz en la Guerra de la
Independencia
, de Adolfo de Castro, 1862.
Vista de Cádiz con baluartes artilleros, el puerto y
un horizonte de torres-mirador, en una litografía
de Deroy de la primera mitad del siglo XIX.
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C Á D I Z D E L A CON S T I T U C I ÓN . 1 8 1 2 [
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