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E
l litoral es una de las zonas naturales
más dinámicas, frágiles y complejas del
planeta. Recomponer históricamente
su evolución es una tarea difícil por la
variedad de los procesos actuantes: oleaje, corrien-
tes, mareas, vientos, cambios en el nivel del mar a
largo plazo, etc. Junto a éstos, deberíamos considerar
los movimientos geológicos de las propias zonas cos-
teras, o la actuación esporádica de fenómenos maríti-
mos muy enérgicos o incluso catastróficos, como los
temporales marítimos o los tsunamis, especialmente
en el marco del golfo de Cádiz, donde este tipo de
fenómenos ha sido históricamente recurrente. El ha-
llazgo y estudio de las huellas que estos procesos han
dejado tanto en la parte emergida como sumergida
de la Bahía de Cádiz han permitido recomponer bue-
na parte de su evolución para los últimos milenios.
El modelado del paisaje de la bahía gaditana tal como
la conocemos en la actualidad se inició a finales de la
Prehistoria. Hace unos 18.000 años, tras miles de años
de frío intenso durante la última glaciación, comenzó
el periodo climático cálido en el que nos encontramos.
El nivel del mar se encontraba entonces casi 100 me-
tros más bajo que en la actualidad. El deshielo de los
grandes glaciares que se extendían por el centro y norte
de Europa y América generó un paulatino ascenso del
nivel de los mares, cambiando la fisonomía de la franja
costera: estuarios, campiñas y zonas bajas en general
comenzaron a ser invadidas por el mar con el consi-
guiente retroceso de la línea de costa. Esta situación se
mantuvo hasta hace unos 6.000 años, momento en que
se alcanzó el máximo de elevación marina, a una altura
muy próxima a la actual. El ascenso del nivel del mar
dejó bajo el agua restos de antiguas playas, acantilados
y ríos que dibujaban un territorio de campiña que había
estado previamente emergido, quedando sumergidos
muchos asentamientos humanos en gran parte desapa-
recidos por efecto de la erosión marina.
Cuando se alcanzó la máxima inundación, la bahía
gaditana estaba formada por un archipiélago de
islas rocosas y arenosas, separadas por depresio-
nes correspondientes a antiguos valles fluviales ya
inactivos tras la inundación marina. Un ejemplo es el
antiguo valle del río Guadalete, que discurría por el
centro del actual casco antiguo de la ciudad de Cádiz
y que, a partir de ese momento, se transformó en un
brazo de mar que separaba dos islas: una pequeña
y rocosa al norte y otra muy larga y arenosa al sur.
Paralelamente, la desembocadura del río Guadalete
había retrocedido por la inundación marina hasta las
cercanías de la actual ciudad de Jerez de la Frontera.
Desde ese momento el nivel del mar ha permanecido
más o menos estable y los cambios costeros históri-
cos han estado condicionados más bien por la diná-
mica litoral de corrientes, oleajes, mareas y vientos.
Los procesos de sedimentación costera en la Bahía ge-
neraron playas y marismas alimentadas por los apor-
tes del río Guadalete, cuya desembocadura avanzó
hacia el mar por la continua acumulación de sedimen-
tos, hasta estabilizarse formando un delta con dos
brazos: uno que coincide con el actual y otro corres-
pondiente al río San Pedro. En la costa algunas playas
se formaron adosadas al litoral continental, mientras
Fco. Javier Gracia Prieto y Carlos Alonso Villalobos
Universidad de Cádiz
)
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
El
cambiante paisaje
de la
bahía gaditana