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Andalucía Hoy

Bañada por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, nuestra Comunidad Autónoma se sitúa en la zona templado-cálida de la Tierra.

Esta situación geográfica enmarcaría a Andalucía dentro del clima mediterráneo, sin embargo, nuestra particular orografía nos ofrece seistipos climáticos distintos:

  • Mediterráneo oceánico de la costa atlántica, que afecta a toda la costa atlántica andaluza, desde su extremo occidental en Huelva, hasta el Estrecho de Gibraltar.
  • Mediterráneo subtropical, desde el Estrecho de Gibraltar hasta el cabo de Gata.
  • Mediterráneo subdesértico, que encontramos en el sureste de la provincia de Almería.
  • Mediterráneo semicontinental de veranos cálidos, propio del Valle del Guadalquivir.
  • Mediterráneo continental de inviernos fríos, en zonas de interior y al norte de la región.
  • Alta montaña, fundamentalmente en Sierra Nevada y las Sierras de Cazorla y Segura.

Como resultado, a lo largo y ancho de las ocho provincias andaluzas nos encontramos con sierras de abundantes luvias, comarcas de aridez extrema, montañas nevadas, valles de tórridos veranos, costas soleadas... De hecho, en algunas comarcas de Granada y Almería, basta sólo una hora de coche para pasar de un clima tropical a uno desértico y a otro de alta montaña.

En líneas generales, los veranos en Andalucía son secos y calurosos mientras que los inviernos suelen concentrar la mayor parte de las escasas e irregulares precipitaciones que se registran en nuestra Comunidad.

La temperatura media anual se sitúa en los 16,8º. El mes más frío es enero (6,4 °C de media en Granada) y los más calurosos julio o agosto (28,5°C de media), siendo Córdoba la capital con las máximas más altas de toda Andalucía y las Sierras de Granada y Jaén las que registran las temperaturas más bajas.

Las precipitaciones oscilan entre los 250 mm. de las áridas comarcas de Almería –donde se encuentra el único desierto de Europa, el de Tabernas-, los 500-700 mm. del valle medio del Guadalquivir y los más de 800 mm. que se registran en las zonas montañosas del oeste de Sierra Morena y las Sierras Béticas de Cádiz y Málaga. Dentro de estas últimas, la localidad gaditana de Grazalema presenta la particularidad de ser el enclave más pluviométrico de la Península Ibérica.

El mapa climático de Andalucía en el futuro

Lo primero que debemos considerar a la hora de predecir el clima en cualquier punto del planeta y obtener resultados fiables es la posibilidad de cambios en el clima como consecuencia de la emisión hacia la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico.

La consecuencia más inmediata es la tendencia creciente de la temperatura mundial. Y en Andalucía, como en el conjunto del planeta, su manifestación es ya notable.

Desde finales del siglo XIX a la actualidad, los termómetros han registrado en todo el mundo una subida de aproximadamente 0,6ºC, según el Tercer Informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), valores que también se han observado en Andalucía.

El resultado es un ascenso sostenido de las temperaturas durante la primera mitad del siglo, alcanzando el máximo en los años cuarenta, un descenso desde entonces hasta mediados de los años setenta, y un nuevo ascenso en las últimas tres décadas.

En cuanto a las precipitaciones, las tendencias recientes registradas en Andalucía tampoco contradicen los hechos constatados a nivel mundial. Experimentarán cambios susceptibles en los próximos años como consecuencia del calentamiento del planeta. Como sucede a escala global, las lluvias descenderán en las zonas meridionales, entre las que se encuentra Andalucía.

Los índices de sequía en las cuencas vertientes de la región ya muestran este descenso pluviométrico con claridad, al integrar todas las grandes secuencias secas a partir de los años setenta y especialmente en los años ochenta y noventa.

Estas tendencias reflejan la evolución del clima y en ningún caso pueden servir para adelantar el futuro. Para esto último se cuenta con los modelos de simulación del sistema climático mundial, los cuales, situándose en diferentes posibles escenarios de futuro, adelantan el comportamiento climático esperable para cada uno de ellos.