Notas al programa: Centenario de El sombrero de tres picos

Comienza este programa con un merecido reconocimiento en el sesenta aniversario del fallecimiento del compositor malagueño Emilio Lehmberg Ruiz (1905-1959) y de esta forma contribuir a la difundir su legado.
Compositor de padre alemán y madre malagueña, estudia en los conservatorios de Málaga y Madrid. En este último centro será discípulo de grandes maestros como Leopoldo Querol y Conrado del Campo, al igual que otros célebres integrantes de la Generación musical del 27. A lo largo de su carrera obtendrá diversos galardones, entre ellos el Premio “José María Izquierdo” de Composición, otorgado por el Ateneo sevillano en 1931 a su suite La Romería de Zamarrilla; un Primer Premio de Composición en el Conservatorio madrileño por su obra Scherzo para gran orquesta en 1935; o el reconocimiento de la Fundación Carmen del Río en 1942, entregado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Su catálogo incluye un sugerente conjunto de obras pianísticas, de cámara y canciones, y un más que interesante repertorio de piezas para orquesta que manifiestan su sólida formación, una aquilatada factura orquestal y un importante dominio del lenguaje y la forma. En la mayoría de sus obras desarrolla un estilo nacionalista, de claros tintes andalucistas y casticistas, con influencias más que notables, al igual que les ocurriría a otros compañeros de generación, de la música de Falla.

Tras la Guerra Civil, el corpus orquestal de Emilio Lehmberg quedará paulatinamente relegado al olvido y, como otros tantos compañeros de generación, las necesidades vitales le llevarán a dedicar sus esfuerzos a otros géneros mucho más lucrativos, como la composición de música para el teatro y la revista y, especialmente, para el género cinematográfico y documental.
La Romería de Zamarrilla está inspirada en la romería que se desarrolló en la ciudad durante un corto espacio de tiempo (solamente dos años, 1929 y 1930), teniendo como titular a la Virgen de la Amargura, conocida popularmente con Zamarrilla. Fue estrenada el 13 de abril de 1932 en el Teatro de la Exposición de Sevilla (hoy Teatro Lope de Vega), por la Orquesta Bética de Cámara, bajo la dirección de José del Castillo. Tras muchos años perdida, la partitura ha sido felizmente recuperada gracias a los esfuerzos de D. Francisco Javier Gutiérrez Juan, director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.
La Suite de danzas andaluzas, compuesta entre 1941 y 1942, pasa por ser la obra más representativa del estilo compositivo del autor. La herencia falliana se hará notar, especialmente en las Bulerias, Farruca o Fandango; mientras que en el Bolero el inevitable guillo raveliano, no nos dejará indiferentes. El Zapateado cerrará la suite con un claro sabor castizo.

Durante su estancia en París, Manuel de Falla asistió a la creación de varios ballets, uno de ellos La Consagración de la Primavera de Igor Stravinky por la compañía de los Ballets Rusos de Serguéi Diaghilev. Este le propuso su deseo de realizar la coreografía de las Noches en los Jardines de España, a lo que Falla rehusó, entretanto compuso sobre un tema de Alarcón, El Corregidor y la Molinera estrenada en 1917. Pero Diaghilev le presionaba para que le compusiera un ballet típicamente español, Falla decidió volver a trabajar en la partitura del Corregidor y añadió algunos números. La nueva obra volvió al título de Alarcón, El Sombrero de Tres Picos, estrenándose en el Teatro Alhambra de Londres por los Ballets Rusos el 22 de julio de 1919, bajo la dirección de Ernest Ansermet, con la coreografía de Leónidas Massine, los decorados y los trajes de Pablo Picasso; la bailarina Karsavina y el propio Massine bailaron los papeles principales. La partitura está dedicada a Leopoldo Matos. El éxito fue clamoroso, pero Falla no pudo presenciarlo ya que en la tarde del mismo día del estreno tuvo que regresar precipitadamente a Madrid al ser avisado del grave estado de salud en el que se encontraba su madre.

La historia narra las burlescas desventuras de un viejo corregidor, que es el hombre del sombrero de tres picos, prendado de una bella molinera, a quién ridiculiza ella y su esposo. Al final, los vecinos cogen al infeliz Corregidor y lo mantean como un desarticulado muñeco. Estas dos suites para orquesta elaboradas tras el estreno del ballet conservan el orden y permiten seguir las pericias de esta obra maestra, aunque los episodios intermedios estén eliminados.                                                                                              

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