Adolfo López Rueda

Málaga

Adolfo López (Málaga).

Estudió Maestría Técnica Industrial e Informática de Sistema y Redes, y a su término comprobó claramente que era hombre de letras. Asistió a diferentes cursos y seminarios de Filología Hispánica y Arte moderno en Málaga y Granada.

A muy temprana edad empezó a mostrar interés por la pintura. Siendo muy joven, antes quizá de la adolescencia, escribía algunos versos y esbozaba algún que otro relato.

Actualmente publica en la revista Estrechando las dos orillas y en la revista Gealittera, además, colabora con diferentes blogs y páginas web con la publicación de sus poemas.

Participa también en diferentes lecturas poéticas.

Es miembro de la Asociación Utopía de las Artes en cuya revista ha realizado diversas publicaciones.

Ha participado en el I y II Encuentro internacional de Poesía Ciudad de Cabra, publicando dos de sus poemas en la Antología publicada en el II Encuentro.

Ha realizado diversas exposiciones de pintura de la mano del pintor malagueño Paco Hidalgo.

“Dormir de día” es su primer poemario.


Obras:

En él están reflejadas muchas de las situaciones emocionales entre un hombre y una mujer que en cualquier momento o circunstancia pueden aparecer en nuestra vida.

En palabras del prologuista:

En ningún momento Adolfo López utiliza un lenguaje procaz, la imprecación o el sarcasmo hiriente contra nadie. Antes al contrario, subyace en su poesía un sentimiento de elevación espiritual y belleza, pues no olvida que la realidad es sagrada para aquellos que la contemplan con ojos de piedad. Compone su poesía Adolfo en versículo, o verso libre, que ya lo utilizaron Whitman, el vidente Rimbaud de Las iluminaciones y Una temporada en el infierno, Saint-John Perse, Paul Claudel, René Char, Borges, Gamoneda, José Miguel Ullán y un largo etcétera. Como pintor que es también, la poesía de Adolfo López está como coloreada en la sutil urdimbre de un lienzo simbolista e idealizado, cuyas imágenes, a veces, tan plásticas e imprevisibles, semejantes a destellos, iluminan por un instante el texto, para quedar luego reverberando en nuestros sentidos como un fogonazo de gozo estético. En la mayoría de los libros de poesía, la gran ausente, casi siempre, es la poesía misma.

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