► Del 20 al 29 de agosto (descanso 23 de agosto). 22 horas.

Duración: 1 hora y 20 minutos.

“Muere la luz, perdida en el sonido, me abandonan las formas y estoy sola, vaída entre penumbras, con el saber certero del flamenco y su temporalidad desde mis centros.”

No hay nada más sincero que la piel. Narra el cambio sutil, modela el aire y estalla en ambición de movimiento. Y todo fluye, todo siempre puro, desde el tiempo en la voz de los ancestros al certero saber de las entrañas. Y aparece el silencio, ya sin nadie sentado en la butaca, y soy yo misma: un ejemplo de voz impresa en tiempo, ese puente de unión entre las voces, este instante tallado en carne y hueso.

Donde el inglés dice “carne y sangre” -”flesh and blood”- el español dice “carne y hueso”. Quizá porque el flamenco nunca viene “sangrao” de casa, y sólo le queda ser de carne y hueso para sobrevivir -un poco como a todos-.

“Carne y hueso” es un desnudar todo lo que no es conmoción, para que se vea la tramoya del flamenco de forma honesta. La única posible.

Cinco bailaores, cante, percusión, guitarra y voz, acompañan a la bailaora Eva Yerbabuena, en un “enseñar su vulnerabilidad”, que es el viaje posible hacia la intimidad generosa con el público, que es el que tiene la última palabra.