DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DEL CONSEJO DE GOBIERNO CON MOTIVO DEL XXVIII ANIVERSARIO DEL 28-F

Andalucía, 27 de febrero de 2008

El 28 de Febrero se cumplen 28 años de la celebración del referéndum que permitió a los andaluces el acceso a la autonomía del más alto techo competencial, al amparo de lo establecido en el artículo 151 de la Constitución Española. El Consejo de Gobierno quiere rememorar el éxito colectivo de los andaluces y andaluzas de aquel momento que lograron un gran avance para Andalucía, pese a tantas incomprensiones y obstáculos.

Aquel esfuerzo está en la base de todo lo que ha avanzado nuestra comunidad a lo largo de esta andadura de democracia y autonomía. Nadie puede arrogarse un mérito que es de todos pero tampoco nadie, por ningún motivo ni interés, debe regatearle a los ciudadanos y ciudadanas de esta tierra el reconocimiento por su compromiso con Andalucía.

Hoy hemos asumido que Andalucía es una autonomía como la que más. Y eso, que parece tan fácil de decir, era sencillamente inimaginable en aquel tiempo. Bueno es que no perdamos esa perspectiva porque quizás nos dé la dimensión de hasta dónde puede llegar la ambición de Andalucía si mantenemos vivo el espíritu de aquel referéndum.

A lo largo de todo este tiempo, la actitud de los andaluces ha sido coherente con aquel empeño colectivo: la determinación de los ciudadanos y ciudadanas de Andalucía por sacar adelante nuestra tierra no se ha detenido. Antes al contrario, si aquel éxito nos animó a trabajar en este gran proyecto, los resultados que hemos ido obteniendo suponen un estímulo y un acicate para poner aún más ilusión en la tarea.

Toda esta acumulación de esfuerzos, todos los avances alcanzados, todas las mejoras que ha experimentado Andalucía hacen que hoy, casi 30 años después, brille con más fuerza aún lo que supuso el 28-F de 1980. Bien pudiéramos decir que aquella fecha no sólo marcó las vidas de quienes la protagonizaron sino también las de las generaciones posteriores que, afortunadamente, viven en una Andalucía mejor, con mejores servicios y prestaciones públicas; con mejores equipamientos, con más cultura, más empleo, mejor educación y un medio ambiente más protegido y ordenado. Pero debemos subrayar que ni todo está conseguido, ni lo que simboliza el 28-F, al fin y al cabo, el amor y el compromiso con nuestra tierra, admite descansos ni autocomplacencia.

Dentro de unos días, los andaluces y todos los españoles estamos llamados a las urnas. De ellas saldrá la voluntad popular. Como siempre ha sucedido desde que recuperamos la democracia, cada ciudadano votará lo que quiera y decidirá soberanamente el rumbo que ha de tomar nuestra tierra. El respeto a su decisión es lo que debe presidir actos como éste, ya en plena campaña electoral.

A lo largo de estos años, la estela del 28-F ha presidido la vida pública andaluza y ha sido para todos un recordatorio del vigor y de la dignidad de un pueblo tan genuino y valioso como es el andaluz. La fuerza del 28 de febrero se ha visto renovada con la redacción de un nuevo Estatuto de autonomía, del que dentro de unos días se cumplirá el primer año de entrada en vigor. Se trata de un Estatuto ambicioso, sin duda a la vanguardia del Estado de Derechos, un estatuto más acorde con la nueva y pujante realidad de Andalucía.

Un nuevo Estatuto que es de todos, como para todos son los nuevos derechos y los nuevos objetivos que se marcan en él. En manos de los ciudadanos estará bien pronto decidir quiénes manejarán esta formidable herramienta de progreso que es nuestro nuevo Estatuto, que en apenas once meses ya ha comenzado a desplegar sus enormes potencialidades: nuevas competencias para Andalucía, más inversiones del Estado y un catálogo de derechos sociales de los más avanzados de España y Europa.

Pero más allá de las elecciones, cada 28 de febrero debe servir para que cada uno de nosotros renovemos nuestro afán por Andalucía, que no sólo es una parte inseparable de España, sino que es una parte muy importante de España.

La Andalucía del olvido y la marginación de la que surgió, como un aldabonazo de ilusión, el 28-F, se ha ido para siempre y no va a volver. Nos queda otra Andalucía, más segura de sí misma, más fuerte, más robusta en su economía y más dinámica en su sociedad.

Es el momento de perseverar, de poner en valor todo lo alcanzado para lograr una transformación aún más profunda y rápida de nuestra comunidad. Es, bien es cierto, un trabajo de cada día. Pero no está demás sino todo lo contrario, que en estas fechas rindamos homenaje a quienes, pese a las dificultades, creyeron en Andalucía hace ya 28 años.

Como es ley de vida, muchos ya no están entre nosotros y precisamente por ellos y por los que han de protagonizar en el día de mañana la Andalucía que les dejemos, debemos mantener vivo, como decíamos al principio, el espíritu del 28-F, que no es otro que el espíritu de la dignidad, la autoestima y el progreso de nuestra tierra.