Page 26-27 - Cadiz1812

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Si el descubrimiento de América supuso para Cádiz la apertura de nuevas perspectivas y el
engrandecimiento de sus horizontes comerciales, el traslado a la capital gaditana de la cabecera
de las flotas de Indias en 1680 y de la sede del monopolio americano en 1717 constituyeron el
espaldarazo definitivo de su papel como metrópolis atlántica. Entre principios de los siglos XVIII y
XIX Cádiz vive su edad dorada. La ciudad crece al ritmo de su riqueza y su actividad económica,
pasando de 40.000 habitantes a más de 100.000 en el asedio a que la somete el ejército francés
durante la Guerra de Independencia. Es entonces cuando se convierte en un escenario estelar: el
19 de marzo de 1812 las Cortes proclaman en Cádiz la primera Constitución española.
En el tránsito del siglo XVIII al XIX Cádiz remata un periodo de intensa expansión urbana y se muestra como una ciu-
Cádiz ilustrada y constitucional
dad renovada y moderna, que ocupa la mayor parte de la superficie de su emplazamiento primitivo y proyecta su cre-
cimiento sobre el entorno de la Bahía. Se extienden las poblaciones de la Isla de León, Puerto Real y el Puerto de Santa
María, y se consolidan los establecimientos de la Real Armada de San Carlos y La Carraca. Para prevenir las amenazas
externas, la Bahía se dota de uno de los dispositivos de fortificaciones más poderosos del mundo.
Al igual que la trama urbana de Cádiz, el espacio natural de la Bahía, tal y como hoy lo percibimos, alcanza su madu-
rez en esta época. Pero también es ahora cuando se inician las primeras transformaciones notables debidas a la inter-
vención humana: se hacen cortas y rellenos, en la marisma proliferan los molinos hidráulicos de marea, y los tajos de
las salinas se multiplican hasta cubrir extensas superficies. En cuanto a las necesidades de abastecimiento de agua, su
meteórico ascenso obliga a traerla por barco y por tierra desde el Puerto de Santa María y otros lugares de la Bahía.
Vista parcial del puerto de Cádiz en
1782, con la Aduana y los miradores
de la Casa de las Cuatro Torres.
Proclamación de la Constitución de
1812, óleo de Salvador Viniegra.
Museo Iconográfico e Histórico de
las Cortes y Sitio de Cádiz.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
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La demanda de piedra para nuevas
construcciones acelera la extracción de
piedra ostionera de los arrecifes que
protegen la isla del oleaje, acentuando
el aumento de la erosión en su fachada
meridional.
Las primeras grandes obras de ingeniería inciden
en la dinámica natural de la Bahía. Se corta la
conexión del Guadalete con el río San Pedro, que
se convierte así en un brazo mareal ciego.
La construcción naval demanda grandes cantidades de
madera. En los alrededores de la Bahía se plantaron
grandes extensiones de pinares donde la Marina
requisaba los mejores árboles.
Se traza el caño artificial
de Cortadura para aislar
y proteger el fuerte de
Matagorda y el Trocadero.
A fines del XVIII se traza el
barrio de San Carlos sobre
terrenos ganados al mar a
base de rellenos.
Potentes fortificaciones de
Puerta de Tierra controlan el
acceso terrestre a la ciudad por
el istmo.
Un robusto cinturón de baluartes
y murallas ciñe el perímetro
de la ciudad para defender sus
accesos por mar y por tierra.
El caño del Trocadero, junto a
Puerto Real, con un calado superior
al actual, se convierte en una
importante zona de carga y descarga
de mercancías.
El impulso económico e industrial
se refleja en los numerosos molinos
harineros hidráulicos accionados
por la fuerza de las mareas que se
instalan en las marismas.
En una posición protegida en la
Isla de León se fundan el enclave
industrial del Arsenal de la Carraca y
la Real Población de San Carlos, dos
recintos vinculados con la Armada.
El frente del Vendaval se reconstruye a
finales del siglo XVIII con un arrecife artificial
para amortiguar los embates del Atlántico.
La insuficiencia del suministro local obliga a
traer cargamentos de agua por barco desde
el Puerto de Santa María sobre todo y desde
Puerto Real y otras localidades mediante
cuadrillas de caballos.
Reales de plata
acuñados en 1730.
Retrato del rey
Fernando VII.