Cádiz
y la
cartografía
de antaño
La Bahía de Cádiz, grabado del atlas
Theatrum orbis terrarum
de Abraham Ortelius, Amberes, 1584. Basado en un dibujo sobre el terreno
del flamenco Joris , es el primer mapa impreso dedicado específicamente a Cádiz. Durante décadas sirvió de modelo para otros mapas
y cartas. En las leyendas se indican dos de los principales recursos del área gaditana: la sal que cargan numerosas naves en el Puntal y las
almadrabas para la pesca del atún que se calan junto a las torres de Hércules.
Biblioteca de Andalucía, Granada.
Con un carácter menos simbólico y más geográfico, la
isla de Cádiz es también una referencia ineludible de la
cartografía árabe medieval, marcando el extremo occi-
dental de los territorios conocidos, según se aprecia en
los mapas del ceutí al-Idrisi, de mediados del siglo XII.
La necesidad pragmática de reconocer los rasgos y po-
sición del litoral gaditano se manifiesta asimismo en su
reiterada presencia en las cartas portulanas que desde
la Baja Edad Media sirven de instrumento de guía para
marinos y navegantes.
Es, con todo, en la Edad Moderna, al coincidir el
ascenso de Cádiz como pieza clave de las rutas at-
lánticas con la expansión de la cartografía en gene-
ral, cuando el área gaditana pasa al primer plano de
atención de todo tipo de mapas. Su valor estratégico
en el orden naval, mercantil y militar fomenta, por un
lado, la realización de mapas y vistas de Cádiz por or-
ganismos de la Corona y cartógrafos españoles y, por
otro, una ingente producción foránea que hace de la
ciudad y la Bahía uno de los motivos más frecuentes
de la cartografía europea. No es de extrañar, así, que
Cádiz sea una de las primeras ciudades españolas que
cuenten con una vista fidedigna de propósito descrip-
tivo –un dibujo anónimo de 1513–, y que también sea
de las que antes se incluyan en los atlas impresos a
fines del siglo XVI, cuyos grabados fueron el principal
vehículo de difusión de los conocimientos cartográfi-
cos de su tiempo.
En este caudal de cartas y planos centrados en Cádiz
se distinguen, en primer lugar, las representaciones
territoriales y marítimas en las que se consignan con
más o menos detalle, según su particular intención,
las sondas y calidad de fondos y orillas, la posición de
piedras y arrecifes, los enfilamientos para recalar en la
Bahía, las líneas de costa y trazado de caños y esteros,
y, por supuesto, la ubicación de fondeaderos, mue-
lles y defensas, junto con esquemas y croquis de los
núcleos urbanos, ya que, en un elevado porcentaje de
los casos, solía primar una múltiple intención utilitaria
náutica, mercantil y militar.
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C Á D I Z D E L A CON S T I T U C I ÓN . 1 8 1 2 [
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