Page 80 - Cadiz1812

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6.
El mar todo lo engulle.
Aunque Lady Holland (1802-1804) vio en Cádiz
“la
ciudad mejor pavimentada, iluminada, construida y
limpia que pueda verse”
también tenía sus sombras.
Entonces, como ahora, el mar era el depósito
final de residuos. La moderna red de cloacas no
siempre vertía en los lugares más adecuados. Henry
Swinburne (1776) se quejaba de los desperdicios:
a menudo la zona de los paseos estaba
“sucia e
infectada de todo tipo de nauseabundos olores porque toda
la suciedad es traída para ser lanzada al mar a través de
un agujero en la muralla”
.
5.
Las fachadas marítimas.
La limitación de espacio obliga a que el caserío se desarrolle compacto y en altura. Sin embargo, esta limitación
no impide que el perímetro de fachada marítima esté a menudo abierto, con fortificaciones, cuarteles y edificios
fabriles. Y es que el agua que rodea a Cádiz sigue teniendo carácter de frontera insegura. Batida por todas partes, la
ciudad necesita fortalezas artilladas que mantengan a los buques enemigos a distancia de tiro. Por eso, las mejores
casas-palacios están en el interior del casco urbano, sin vistas al mar y a salvo de los cañones enemigos. En la
actualidad esta sensación de inseguridad ha desaparecido y la gente prefiere vivir con vistas a la Bahía o al Océano.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D