Ilíberis
romana, entre la Sierra y la Vega
Boceto del foro romano
de
Ilíberis
según M.
Gómez Moreno.
Copa de cerámica asociada a los alfares de
la Cartuja de Granada, siglos I-II. Museo
Arqueológico de Granada.
Capitel corintio del siglo III procedente de
Granada. Museo Arqueológico de Granada.
Triente, moneda
visigoda del siglo VII
acuñada en
Eliberri
.
Inscripción romana
del siglo II hallada en
el recinto de
Ilíberis
.
Museo Arqueológico
de Granada.
El germen del asentamiento granadino se remonta al poblado ibérico fortificado de
Iliberri
,
cuya existencia se rastrea a partir de los siglos VII-V a. de C. en los altos de la actual colina
del Albayzín. Integrada en la órbita romana, la población destaca desde comienzos del
Imperio, cuando se le otorga el rango demunicipio con el título de
Municipium Florentinum
Iliberritanum
y se encuadra en el convento jurídico de Écija de la provincia Bética, un
distrito estructurado precisamente en torno al Genil, el río que corre a los pies de
Ilíberis
.
Numerosos testimonios avalan la importancia de la ciudad romana, aunque los datos
arqueológicos no apunten más que una idea fragmentaria de su fisonomía material.
Consta que fue ceca emisora de moneda, cuna de familias patricias y sede episcopal.
Con una superficie de unas seis hectáreas, estaba dotada de perímetro amurallado, foro o recinto público con templos,
construcciones domésticas de cierta envergadura, obras hidráulicas como cisternas y conducciones, y varias necrópolis
y villas rurales dispersas por el entorno. La agricultura en los fértiles terrenos de la Vega, la elaboración de frutos, la
alfarería, la cantería de mármol, la minería del oro y otros metales en las sierras, junto con los intercambios favorecidos
por su estratégica ubicación entre las comarcas del interior y las factorías de la costa, eran los pilares de su sustento. Con
los visigodos, la urbe, denominada
Eliberri
, parece mantener cierto relieve, para sumirse luego en un oscuro proceso
de decadencia que se prolongaría hasta mucho después de la llegada de los musulmanes. Durante siglos, las noticias y
vestigios de la población se restringen al mínimo, en contraste con el renombre que adquiere la vecina ciudad de Elvira,
a los pies de la sierra de Elvira.
[
20
] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
2 1
]
Los hallazgos (monedas,
cerámicas…) de diversa
procedencia en el solar
de
Ilíberis
y sus contornos
atestiguan su significativa
actividad comercial.
Ilíberis
se clasifica como ciudad túrdula,
en la tierra de los bastetanos, junto al
límite oriental de la provincia romana de
la Bética con la Tarraconense.
El hito geográfico de Sierra Nevada aparece
en las obras de Estrabón, Plinio y otros
autores clásicos, que la designan
Solorius
Mons
, la “Montaña del Sol”.
Mientras en la sierra hay minas de hierro y otros
metales, aguas arriba del Genil y el Darro se
busca el oro, explotado a gran escala mediante
la
ruina montium
, la remoción de enormes
cantidades de terreno con arroyadas artificiales.
Durante el período iberorromano
predominan una condiciones
climáticas en general más
húmedas que en la actualidad, con
mayores precipitaciones.
Pese al progreso del espacio
agrario, las áreas forestales ocupan
una extensa superficie, sobre todo
en las laderas serranas.
Gracias a unas condiciones más húmedas,
los ríos llevan más caudal. El principal es el
Singilis
, el Genil. Su curso es el eje del distrito
de Écija, ciudad que se encuentra al oeste
aguas abajo.
Se inicia la transformación del territorio
mediante aterrazamientos y rellenos de
terrenos para el cultivo, la deforestación
y la proliferación de construcciones.
En el entorno de
Ilíberis
surgen numerosas
villas rurales, como las localizadas hacia
la Cartuja, por el valle del Darro arriba, en
las faldas del Albayzín y, más lejos, por el
término de Huétor Vega.
Los cultivos (cereales, olivo, vid…) se
extienden por los valles fluviales y por
los rebordes de la Vega, alrededor de la
ciudad y de villas y aldeas. Se colonizan
con mayor intensidad los contornos
oeste y norte de la depresión.
Numerosos humedales salpican la Vega,
por pequeñas depresiones y márgenes
fluviales, alimentados por las precipitaciones,
surgencias e inundaciones de los ríos, que
discurren en su régimen natural.
El río Beiro discurre por las cercanías de
Ilíberis
. Dada la somera ocupación del
territorio, los cauces se mantienen en
condiciones prácticamente originales, con
variadas formaciones y especies de ribera.
El municipio iliberritano se conecta
mediante una red viaria estable. Se
sitúa junto a la calzada que comunica
con las importantes ciudades mineras
del alto Guadalquivir.
Cerca del río Beiro, por la zona de la
Cartuja, ascienden los humos de los
hornos de alfarería, al igual que en el
Albayzín y cerca del Darro.
En la etapa romana se
desarrollan las primeras
infraestructuras hidráulicas
de importancia para riego
y abastecimiento. Buen
ejemplo son dos obras de las
inmediaciones, las presas de
Barcinas y de Deifontes.
El suministro de agua se basa
en pozos, el acarreo desde
fuentes públicas, manantiales
y ríos y la captación de lluvia
en cisternas. Los restos de
una conducción o acueducto
plantean, sin embargo, la
probable existencia de un
sistema de abastecimiento de
envergadura.