El episodio final de la ciudad hispanomusulmana transcurre desde que Granada asume en 1238 la
capitalidad del reino nazarí instaurado por Ibn al-Ahmar y se convierte en una metrópoli a la cabeza
del vasto territorio que va de las fronteras de Cádiz y Jaén hasta Almería. Con un casco urbano de 180
hectáreas —unas 220 si se cuentan áreas periféricas—, una la población que en el siglo XV asciende
a más de 50.000 habitantes y una notable producción agrícola, sedera y de otras manufacturas, es
una de las urbes más extensas, populosas y activas de Occidente en la Baja Edad Media.
El núcleo original de la Alcazaba Antigua crece con la gran ampliación del Albayzín, formando un
área densamente poblada, industriosa e influyente. Desde el Albayzín y la calle de Elvira se expande
por el llano la Medina, centrada por la mezquita mayor, en la que se encuentran las principales calles
y recintos mercantiles y artesanos (Zacatín, Alcaicería, puerta de Curtidores, alhóndigas…); los arrabales, palacios y huertos se
prolongan por la orilla izquierda del Darro hasta asomarse al Genil. El tercer recinto claramente diferenciado que se define
en Granada en esta época es la Alhambra: la imponente ciudadela cortesana que se erige desde mediados del siglo XIII
con murallas, alcazaba militar, palacios reales, jardines y una medina en miniatura, con mezquita, mercado, baños y barrios.
El crecimiento urbano del período nazarí se acompasa con el de la red hidráulica. Con un minucioso sistema circulatorio
de fuentes, azudas, minas, acequias, ramales, albercas, aljibes, pozos y otros dispositivos, Granada se convierte en una
auténtica ciudad del agua, clave del suministro y saneamiento para tan elevada población, recurso indispensable para los
riegos de la Vega —base de la economía granadina—, las manufacturas o la molinería, elemento necesario para el ritual
religioso, así como valioso componente cultural, recreativo y estético.
Granada nazarí
Astrolabio construido
por el granadino
Husayn b. Baso,
1304-1305.
A la izquierda, jarrón de las Gacelas, pieza nazarí de cerámica
vidriada, siglo XIV. Museo de la Alhambra, Granada.
A la derecha, tejido nazarí de seda con lacerías y epigrafía, siglos XIV-XV.
Espada de Boabdil, último
rey de Granada. Museo
del Ejército, Toledo.
Granada como una
ciudad entre montañas,
detalle de la obra del
almirante turco Piri
Reis, del primer tercio
del siglo XVI.
Arquitectura
y agua en los
palacios reales
de la Alhambra.
Foto: E. López.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
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En el valle del Darro, a la
acequia de la Ciudad y sus
ramales de Axares y Romayla
se suman ahora la Acequia
Real y sus derivaciones, que
surten al Generalife y la
Alhambra.
La ciudadela de la Alhambra resalta como
nuevo hito de la ciudad, frente al Albayzín
y dominando la Medina. Su estructura
básica se concluye en el siglo XIV.
Desde el XIV hasta mediados del XIX se produjo
un enfriamiento del clima que dio lugar a la
conocida como Pequeña Edad de Hielo. En
relación con este fenómeno se desarrolló en el
corral del Veleta una reducida masa glaciar.
El crecimiento demográfico de la capital
nazarí intensificó la ocupación del territorio.
También en las sierras, donde se incrementan
los procesos erosivos y la consecuente
colmatación sedimentaria de la Vega.
Se produce una ampliación de los
cultivos, en especial en la periferia
de la ciudad y las alquerías, que se
multiplican al borde de la llanura.
El entramado de acequias del Genil incluye
la del Cadí o Candil, que abastece al Mauror
y la Antequeruela, y la Gorda, arteria del
suministro de los arrabales bajos, huertas,
molinos y regadíos de la Vega.
La expansión urbana de Granada prosigue
en sucesivos anillos de arrabales (Albayzín,
Rambla, Alfareros, Loma), que en los
siglos XIV y XV se dotan de murallas.
Curtidores, tintoreros, alfareros, ladrilleros
y otros oficios que requieren un cuantioso
suministro de agua y generan abundantes
vertidos se asientan a lo largo del Darro.
La disponibilidad de riego es el
fundamento de la prosperidad de la
Vega. Su funcionamiento es objeto de
una detallada regulación y constituye un
capítulo esencial de la sociedad nazarí.
La fragmentación del parcelario
refleja el predominio de pequeñas
propiedades explotadas de manera
intensiva y dependientes del regadío.
El sistema de gestión del agua en Granada y su
vega alcanza plena madurez, afectando tanto
a las reservas de nieve de la sierra, como a las
aguas de lluvia y a las subterráneas.
En los barrios de la Alcazaba
Antigua y el Albayzín consta
la existencia de 25 aljibes
públicos, a menudo cerca de
las mezquitas. Esta red surtía
así mismo el consumo privado
de numerosas casas.
En las acequias se
multiplican los molinos
hidráulicos, sobre todo
para molturar grano, pero
también aceituna, fibras,
productos diversos e
incluso pólvora.
En la Vega, el policultivo alimentario se combina
con una importante dedicación a los cultivos
comerciales que sostienen diversas manufacturas.
La seda es uno de los principales ramos de la
economía de la ciudad.