Página 32-33 - Granada

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En su tránsito hacia la Edad Contemporánea, Granada figura como centro burocrático, comercial y
agrario, conociendo tímidos progresos en el siglo XVIII, cuando recobra la cifra de 50.000 habitantes
y prospera el cultivo del lino y el cáñamo. En los arranques del XIX, sin embargo, la incipiente
proyección exterior de la ciudad, convertida en destino ideal de los románticos, contrasta con
su falta de pulso. La economía se ve sumida en la crisis, la precariedad de las dotaciones urbanas
atenazan su modernización y la nueva división provincial menoscaba incluso su papel regional.
Mayor dinamismo deparan los años del XIX al XX. Aumenta la población (75.000 personas en
1900, 150.000 en 1940). Se asiste a la llegada del ferrocarril y desde la década de 1880, al auge de
la remolacha y la industria azucarera. Se llevan a cabo paulatinas reformas, como la apertura de
plazas a costa de edificios desamortizados, el derribo de murallas, el embovedado de un largo tramo del Darro, hasta que en
1895 se emprende la mayor intervención, la Gran Vía, el eje rectilíneo que transforma la trama de la ciudad baja. En adelante
se prolonga el trazado de vías y se multiplican los ensanches y barriadas periféricas, en una rápida expansión sobre la Vega.
En este período, el abastecimiento de aguas y saneamiento se significan como uno de los sectores más rezagados en su
renovación. El caudal insuficiente, el deterioro de las viejas conducciones, el indiscriminado sistema de evacuaciones, la mezcla
de aguas potables y sucias, las apropiaciones por particulares, hicieron de Granada una de las capitales más insalubres. Pese
a los numerosos proyectos, los intereses encontrados y otros factores impidieron todo cambio hasta que, al fin, se procede a
la reorganización del suministro público y, en 1928, a una nueva captación de aguas, cauce arriba del Genil, dando paso a un
proceso que culmina al rehacerse toda la red de distribución y alcantarillado a la mitad del siglo.
Granada del siglo XIX al XX
Hasta comienzos del XX persiste
de modo residual el pequeño
glaciar del Corral del Veleta,
vestigio tardío de la Pequeña
Edad de Hielo.
La minería se reactiva. Especial atención recibe la del
oro: además de batearse las arenas del Darro, junto
al Genil se instala una explotación industrial cuyos
dispositivos hidráulicos, como el canal de los Franceses,
se aprovechan luego para el abastecimiento de la capital.
A partir de 1928 se construyen tomas
del Genil, depósitos, conducciones,
nuevas redes de distribución y una
estación de tratamiento de aguas.
Por las riberas del Genil se
extienden los paseos con fuentes.
Al antiguo puente se suma el
Puente Verde, construido por las
autoridades napoleónicas.
Hasta mediados del XX se suceden
las riadas. En 1951 la presión de las
aguas rompió el embovedado del
Darro hacia Puerta Real, causando
grandes destrozos.
Entre 1854 y 1880 se cubre el tramo
del Darro entre Plaza Nueva y Puerta
Real. Sobre el cauce se tiende uno
de los ejes mayores de la ciudad.
La epidemia de cólera de 1885, que
acabó con un 7% de la población
granadina, puso de la manifiesto el
pésimo estado sanitario de la red de
suministro y alcantarillado, y de los
ríos y acequias.
Junto a las hortalizas, granos,
frutales, y las choperas, en los
años centrales del XX cobran
protagonismo en la Vega el maíz,
la patata, y cultivos comerciales
como el tabaco
Agotado el ciclo del lino y el
cáñamo, a fines del XIX se inicia el
de la remolacha, que promueve la
construcción de grandes fábricas
azucareras y dura hasta 1930.
El ferrocarril llega en 1874,
introduciendo la mecanización con
la energía de vapor característica de
la primera industrialización.
El vetusto sistema hidráulico
urbano es definitivamente
sustituido al terminarse las
nuevas redes a fines de los
cuarenta.
Hasta el siglo XX el aguador
sigue siendo uno de los tipos
más populares de Granada,
dedicado a la venta callejera y
el abastecimiento domiciliario
ante las deficiencias del
suministro público.
En el Albayzín, la
Antequeruela, en las
inmediaciones de la
Alhambra, se distinguen
los reductos de agua y
vegetación que son los
cármenes.
A fines del XIX se
constituye una agrupación
de intelectuales, liderada
por Ángel Ganivet, que
aboga por la preservación
de los valores tradicionales
de Granada y toma el
nombre de una de sus
fuentes: la Cofradía de la
Fuente del Avellano.
“Mucha Alhambra y mucho
té”, era la recomendación
a los turistas ingleses que
visitaban Granada para evitar
enfermedades, dada la mala
fama del estado de sus aguas.
Las condiciones del entorno
granadino abren la puerta a un
nuevo aprovechamiento del agua:
la producción de energía eléctrica.
Desde comienzos del XX se ponen en
marcha varias centrales hidroeléctricas
en el valle alto del Genil.
Montaña y nieve se convierten en recursos de ocio al
alza. En 1912 se crea la Sociedad Sierra Nevada para los
deportes alpinos, en 1914 se plantea la construcción de
una carretera a través de la sierra y en 1925 se inaugura
el tranvía que sube desde Granada por el Genil.
Fábrica de azúcar de
remolacha en la Vega
de Granada en el primer
tercio del siglo XX.
Folleto
turístico
de Sierra
Nevada,
hacia 1914.
La Alhambra desde el Generalife
, óleo de
José Larrocha, 1900. Colección particular.
Aguador de Granada, foto de
E. Guinea de 1929. Archivo
Municipal de Vitoria-Gasteiz.
A la derecha, tarjeta postal
con una imagen de la Gran
Vía a comienzos del siglo XX.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
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