Página 45 - Granada

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postulada excepcionalidad religiosa tendente a hacer
de Granada la sacra urbs hispana por excelencia. Es
en esta clave como hay que entender hechos como el
fuerte impulso conventual, con el expresivo dato de la
existencia de nada menos que 1.207 religiosos regula-
res en el censo de 1591, o la celebración en la ciudad
de treinta y ocho autos de fe entre 1550 y 1595.
Todo ello conlleva el proceder —en un muy breve lapso
de tiempo, digamos que entre 1570 y 1610— a una
nueva repartición en la ciudad entre lo civil y lo sagra-
do, con episodios que sólo integrados en tal contexto
adquieren toda su relevancia, como pueden ser el
tortuoso itinerario de la construcción de la Catedral, los
avatares de la obra del palacio de Carlos V, la instalación
de los jesuitas en la ciudad o la aparición, a partir de
finales de siglo, de la gran cuestión que marca verdade-
ramente a la Granada contrarreformista: los hallazgos
de las presuntas reliquias del Sacromonte de Valparaíso.
La Catedral estaba destinada, según el nuevo proyecto
“a lo romano” de Diego de Siloe, a ser no sólo mero
templo metropolitano sino también mausoleo dinás-
tico, imperial, lo que explicaba su compleja planta
que reúne una basílica de cinco naves y un presbiterio
cilíndrico cupulado. Pero ya desde la década de 1530
estaba claro que la sede del poder pivotaba hacia el
centro de la Península, y cuando, en enero de 1560, el
cabildo declara su oposición a la prevista decoración
de la cúpula de la capilla mayor con un cielo estrella-
do, ello evidencia la disolución del original simbolismo
cósmico. En 1561 se consagró el templo, por el mo-
mento reducido a la sola cabecera, que haría durante
décadas la función de templo completo. La muerte de
Siloe en 1563 adquiere todo el valor de un símbolo: la
subsiguiente etapa como maestro mayor de Ambrosio
de Vico, desde 1582 a 1623, vendrá marcada no sólo
por la ralentización de las obras sino por una ruptura
clara con respecto al programa de Siloe.
Del costado de esa Catedral, llamada a destinos más
gloriosos pero ahora rebajada de categoría, arranca el
eje de la calle de San Jerónimo. Esta vía llevaba, una
vez sobrepasadas las viejas murallas nazaríes, al extra-
muros monasterio de San Jerónimo, fundación nobilia-
ria de la viuda del Gran Capitán y pieza fundamental
del primer Renacimiento granadino. En las décadas
centrales del reinado de Felipe II su importancia que-
dará definitivamente asentada por dos hechos. El pri-
mero es la instalación de los jesuitas: la Compañía se
asienta oficialmente en Granada en 1554 y en 1556 co-
mienza la construcción del Colegio de San Pablo justo
en el lugar en el que la mencionada vía era cortada por
la muralla nazarí, que es ahora derribada a tal efecto.
El segundo es la instalación, en las proximidades del
monasterio de San Jerónimo, de la Orden Hospitala-
ria de San Juan de Dios en 1571. Los nuevos edificios
hospitalarios y religiosos marcarán un hito esencial de
la Granada barroca y significan, al mismo tiempo, una
expresiva vuelta a la idea del hospital de caridad frente
a la imagen pública que en los primeros momentos de
la Granada cristiana había dado la fundación del Hos-
pital Real por parte de los Reyes Católicos.
X
Panorama de Granada desde la Vega,
por Anton van den Wyngaerde, 1567.
Biblioteca Nacional de Austria.
)
G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S TA . 1 6 0 0 [
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Granada a finales del siglo XVI:
de la gloria a la crisis