Página 74-75 - Granada

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El nombre de Padul tiene su origen en el vocablo latino
palus, -udis
, que significa
‘laguna’ o ‘charca’. Debido a la proliferación en estos lugares del mosquito
Anopheles
, transmisor del paludismo, los humedales han sido tradicionalmente
consideradas zonas malsanas y poco recomendables para asentarse. Así lo
confirman los textos antiguos, que atribuían a las aguas encharcadas la emisión de
efluvios malignos. Una vez resueltos los problemas de salubridad, la percepción
social de los humedales ha cambiado y hoy se consideran unos ecosistemas muy
valiosos que hay que conservar. Así ocurre con la turbera de Padul, el humedal
natural de mayor extensión de la provincia de Granada, incluido como Zona de
Reserva dentro del actual Parque Natural de Sierra Nevada.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S TA . 1 6 0 0 [
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A finales del siglo XVIII se acometen las primeras iniciativas de
drenaje con una finalidad agrícola y para mejorar la salubridad.
El geógrafo Tomás López comentaba por esas fechas que “la
villa del Padul, que, a causa de estar tan inmediata a la Laguna,
ha sido reputada por enferma, y con efecto, lo era, pero ha
dejado de serlo desde que pocos años hace, con el objeto de
cultivar sus terrenos, ha desecado la mayor parte de la Laguna,
a cuya desecación han contribuido muy mucho lo poco
lluviosos de estos últimos años.”
Junto a la fuente del Mal Nombre
discurren los restos de la antigua
calzada que unía las poblaciones del
interior con el puerto costero de
Sexi
(Almuñécar), eje de la ruta comercial
que desde la Antigüedad articulaba
los intercambios con esta primitiva
factoría fenicia.
Entre la fauna destacan el pez cacho,
anfibios, el cangrejo de río autóctono, el
galápago lerposo y la rata de agua. Las
charcas eran un hervidero de mosquitos
que transmitían paludismo.
Según el
Diccionario
de P. Madoz, de
mediados del XIX, “su clima es sano, si
bien en los estíos se padecen calenturas
intermitentes, debidas al estancamiento
de las aguas que se filtran por las sierras
que lo rodean… y es muy verosímil que
habiendo años lluviosos y desidia en
limpiar las madres que evacuan la laguna,
vuelva el desecado tornar a encharcarse y
el Padul a sufrir las enfermedades que en
otro tiempo”.
El continuado y rápido enterramiento
de la vegetación palustre, en un
ambiente permanentemente saturado
por agua y con poca disponibilidad de
oxígeno, produce una transformación
anaeróbica de los restos vegetales
hasta generar turba. La alta
velocidad de hundimiento de la fosa,
compensada por la sedimentación, dio
lugar a importantes espesores turbosos,
que en el borde norte llegan a 70 m.
El lento pero continuo hundimiento
de la depresión, la falta de limpieza
y profundización de las madres de
drenaje y, sobre todo, el abandono
de las explotaciones de turba están
incrementando notablemente la
extensión del humedal.
Desde 1943 se extrae turba en Padul, principalmente para
la mejora de suelos agrícolas y para la jardinería doméstica.
Esta actividad ha modificado sustancialmente el aspecto
original de la turbera: las actuales lagunas, como la Agia (en
el borde sur) o del Aguadero (en el borde norte), son de
origen antrópico y corresponden a los huecos de extracción
de turba. Los niveles de agua, aunque fluctuantes según las
lluvias y los aportes subterráneos, se regulan mediante el
drenaje de las explotaciones.
Turbera de Padul
La turbera de Padul se desarrolla en el
fondo de una depresión endorreica sin
salida al mar. De algún modo ilustra un
pasado, no muy lejano, cuando en la
vecina Vega de Granada proliferaban otros
humedales que configuraban un escenario
paisajístico difícil de imaginar hoy. Padul
viene a ser el último vestigio acuático de
un territorio que en sus orígenes fue mar,
luego extenso lago interior, para acabar
convertido en tierra firme. Un proceso
evolutivo que, a nuestra escala temporal,
se nos antoja irreversible. No así en la
escala geológica: lo que antaño fue agua,
puede volver a serlo.
(
)
Los aportes de agua proceden tanto de la
lluvia y escorrentía superficial como de las
descargas de los acuíferos de la sierra de
Padul, al norte, y la sierra de Albuñuelas, al
sur. Una orla de fuentes surgentes —las del
Mal Nombre, Ojo Oscuro, los Mísqueres,
Povedano, de Los Molinos— se alinean
circundando el perímetro de la turbera.
Según el Repartimiento de 1571, las
tierras de la laguna y sus orillas sólo
eran aprovechadas por los vecinos
para la recolección de enea y carrizo
y, suponemos, para la ganadería. En
esta época, la turbera, aún sin explotar,
debía presentar una apariencia de
espeso marjal cerrado por la vegetación
palustre, con escasa extensión de aguas
libres. La extensión original superaba
las 400 hectáreas, dentro de una cuenca
endorreica total de unos 60 km
2
.
La vegetación palustre original debió
estar caracterizada por un extenso
carrizal con enclaves de eneas y lirios
amarillos. En las orillas se desarrollaban
sotos de sauces y fresnos. Todo ello se
encuentra muy alterado en nuestros
días tras la desecación y explotación
del humedal.
Este ambiente palustre propicia la conservación
de los granos de polen de las plantas,
permitiendo la reconstrucción de la historia
medioambiental de los últimos milenios. Los
estudios confirman que a finales de la última
glaciación las formaciones boscosas del
entorno estaban dominadas por pinos y que
al elevarse las temperaturas a principios del
Holoceno proliferaron las quercíneas (encinas,
quejigos, robles).
Se han encontrado enormes
colmillos y otros restos de elefantes
lanudos (mamuts), el icono
emblemático de esta zona lacustre
de Padul, que frecuentaban estos
parajes hace unos 40.000 años bajo
las condiciones climáticas más frías
de las fases glaciares.