SESIÓN DEL

DECLARACIÓN INSTITUCIONAL CON MOTIVO DEL XXIII ANIVERSARIO DEL REFERÉNDUM AUTONÓMICO DEL 28 DE FEBRERO

El 28 de febrero, Andalucía conmemorará el XXIII aniversario de la celebración del referéndum autonómico por el que nuestra comunidad accedió a la autonomía plena. Desde entonces, la autonomía se ha convertido en el instrumento más valioso para el desarrollo social, político y económico de Andalucía. Justo es hoy reconocer el esfuerzo de los andaluces que en aquella ya casi lejana fecha apostaron ilusionadamente por su tierra.

El reconocimiento de aquel formidable impulso político que supuso el 28 de febrero no sería completo si no añadiéramos el esfuerzo acumulado por las generaciones de andaluces que han creído en Andalucía y trabajado por ella con ilusión y ahínco. Los avances experimentados son fruto del esfuerzo colectivo de una comunidad que ha recuperado la autoestima y cree en sus propias posibilidades.

La celebración del XXIII aniversario del 28-F coincide, además, con unos momentos de extraordinaria preocupación en el mundo por la posibilidad de una guerra, cuyas consecuencias resultan, al día de hoy, imprevisibles. Andalucía, que apuesta decididamente por la estabilidad y la paz en el Mediterráneo y en el mundo, comparte dicha preocupación y así lo ha demostrado muy recientemente con manifestaciones cuyo carácter tan multitudinario no se recordaba, precisamente, desde los años de la conquista de la autonomía.

Andalucía quiere la paz y por eso rechaza enérgicamente el terrorismo en cualquiera de sus expresiones. Como andaluces, estamos también obligados a reflexionar sobre las graves consecuencias que una guerra puede traernos como región mediterránea, frontera con el mundo árabe y, por tanto, especialmente interesada en que el Mediterráneo sea un foco de cooperación y estabilidad. Por todos estos motivos, este 28-F también debe servir para reiterar nuestro más insobornable no a la guerra.

El 28 de febrero de 1980 no hubiera sido posible sin la cobertura legal y política de la Constitución Española, de la que en el presente año celebraremos también su XXV aniversario. La Carta Magna se ha revelado como un instrumento idóneo para la convivencia armónica de los pueblos de España. Y ha hecho irreversible un sistema democrático que hasta esa fecha no habíamos vivido más que como paréntesis de la turbulenta historia de nuestro país.

Bajo la Constitución, España ha logrado integrarse en las instituciones internacionales en pie de igualdad con el resto de naciones europeas. España ha vivido el período más intenso y más fructífero de nuestra historia contemporánea en términos de progreso de la sociedad democrática. Los avances en la protección social y el desarrollo humano en todos los órdenes han alcanzado niveles desconocidos en nuestra historia. Sólo la lacra del terrorismo permanece como triste herencia del pasado tan difícil de nuestro país.

Especial relevancia en nuestra arquitectura constitucional tiene el Estado de las Autonomías que ha dado una solución razonable a una de las fuentes más recurrentes de conflicto en la historia reciente de España, la llamada cuestión nacional.

Para España y para Andalucía el sistema autonómico fruto de la Constitución de 1978, se ha revelado como el marco más fértil para nuestro progreso. Con la autonomía, Andalucía ha contado en estos 25 años de Constitución con más oportunidades que en los 200 años de historia anteriores.

Por eso este 28-F debe servir también para respaldar desde Andalucía a la España de las autonomías, contribuyendo con nuestras aportaciones a su fortalecimiento. El sistema autonómico debe dar respuesta a nuevas necesidades, como la participación de las comunidades en las instituciones y órganos de la Unión Europea. También debe acometerse la reforma del Senado para que esta Cámara posibilite una mayor contribución de las comunidades autónomas a la formación de la voluntad política del Estado. Por múltiples razones (políticas, geográficas, demográficas, históricas y hasta afectivas), Andalucía puede contribuir como pocas al enriquecimiento del Estado de las Autonomías. Hagámoslo sin complejos, conscientes de que nuestra voz será tenida en cuenta.

El Gobierno andaluz quiere reiterar nuevamente su mejor disposición al diálogo para resolver las cuestiones pendientes de negociar con el Gobierno Central, en especial la importante deuda reconocida con Andalucía, y sin embargo impagada, y los traspasos pendientes.

Dentro de sólo unos meses, Andalucía y España entera vivirán un nuevo proceso de elecciones locales. La constitución por séptima vez de los ayuntamientos democráticos desde el retorno de las libertades debe traducirse en un nuevo impulso a las corporaciones locales, instrumentos importantísimos para el progreso de nuestra comunidad en todos los ámbitos. Andalucía cuenta con una red de ciudades simplemente inigualable en el conjunto del Estado. Lejos de caer en localismos estériles, debemos afrontar esta pluralidad como una fuente de riqueza humana y económica de Andalucía. Los ayuntamientos han de ser cada vez más un instrumento de convergencia y reequilibrio territorial.

En definitiva, la celebración del 28-F debe servirnos como acicate para afrontar, con determinación, los retos que la nueva sociedad globalizada y un mundo en permanente cambio, a menudo conflictivo, plantean a Andalucía.

La apuesta por políticas de innovación y por un modelo de desarrollo sostenible, equilibrado y respetuoso con el medio ambiente; la articulación de más y mejores mecanismos de participación ciudadana; el impulso a las políticas de igualdad de oportunidades, especialmente de las mujeres y los jóvenes; la lucha contra la exclusión social; el fortalecimiento de la eficacia y transparencia de las Administraciones Públicas; el apoyo a nuestra incorporación a la sociedad del conocimiento, han de ser pilares de la gran apuesta por el progreso de todos que hemos venido en denominar Segunda Modernización, un proyecto destinado a situar a Andalucía en el lugar que por historia y por su gente se merece.

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