2025. Año del pueblo gitano. Las musas gitanas de Romero de Torres


Este 2025 se conmemora la llegada oficial del pueblo gitano a la Península Ibérica. La declaración institucional emitida por el Consejo de Ministros determina que este año se considere “Año del Pueblo Gitano”. La referencia histórica se toma de un documento, concretamente de un salvoconducto otorgado a Juan, Conde de Egipto Menor, por el Rey Alfonso V de Aragón, un 12 de enero de 1425. El salvoconducto le autorizaba a viajar libremente en su peregrinación a Santiago de Compostela. 

En palabras de la Fundación Secretariado Gitano: “Desde entonces, el pueblo gitano está presente en la Península Ibérica, aportando su rica expresión artística, su léxico, arte, gastronomía, sus oficios... Es por tanto imposible imaginar la cultura española sin que el componente gitano forme parte de ella”. 

En efecto durante estos 600 años la presencia de este colectivo ha sido una constante en nuestras vidas, y aunque se han producido roces en la convivencia de dos maneras distintas de ver las cosas, lo cierto es que la sinergia e influencia mutua de gitanos y payos es una verdad insoslayable. Andalucía, como otras regiones españolas, tiene una amplia representación de este grupo étnico. Aquellos exóticos extranjeros procedentes de La India, primitivamente nómadas, con otra lengua y otras costumbres, tuvieron que pasar por muchas dificultades para integrarse plenamente en España. 

Pero poco a poco su presencia fue ganando peso; los oficios relacionados con el comercio de ganado, de vital importancia cuando el uso de los motores no había sustituido a la tracción animal, eran con frecuencia ejercidos por personas de esta etnia. Lo mismo que con los tratantes de ganado sucedía con los herreros. Con el tiempo los encontramos también en todos los ámbitos laborales y hoy contamos en nuestro archivo con una compañera de raza gitana.

O calé, como se dice en su lengua, una de las huellas más significativas de su influencia. Cada día usamos múltiples términos procedentes del caló, a veces sin conocer siquiera su origen. Palabras tan populares como molar, pirar, sobar o currar provienen de esta lengua, así que si alguien cree que proceden del castellano les diremos que “nanay de la China” y que parece un “julay”. Incluso, y sin ánimo de hacer publicidad, hay un medicamento para los pies llamado Pinrelina, término claramente derivado de pinrel. 

Como cualquier otro aspecto de la vida, el rastro de esta cultura puede seguirse en nuestros archivos que reflejan esa “huella cultura, social y lingüística”, como expresa la declaración institucional, que el pueblo gitano ha dejado en nuestra historia y que hoy es una realidad plenamente admitida. El rastreo de estos términos y su paulatina incorporación al lenguaje coloquial podría basarse en el análisis de nuestros documentos, especialmente de la correspondencia privada.     

Pero la actividad donde más visibilidad han ganado los integrantes del pueblo romaní ha sido la relacionada con el mundo del espectáculo, sobre todo del cante y del baile. Aún recordamos aquellas troupes que recorrían nuestras calles llamando nuestra atención con tambores y trompetas para mostrarnos las habilidades de una cabra. Los habitantes salían a balcones y ventanas para ver la actuación. Era un momento de diversión compartida. Pero junto a estos modestos titititeros, algunos artistas han alcanzado cotas altas de popularidad y son figuras indispensables en nuestro imaginario colectivo. Quizá hoy la más destacada sea Lola Flores, que aunque era cuarterona es decir mestiza, está considerada un mito del arte gitano. Pero otros artistas de esta raza antes que ella triunfaron en España y el mundo. 

Para ilustrar este aspecto recurriremos al rico fondo de la Familia Romero de Torres ya que varias de las modelos de Julio fueron de etnia gitana. Como Ana López “Carasucia” protagonista del cuadro Musa Gitana con el que el pintor cosechó su gran triunfo, la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1908. La belleza de este lienzo que representa a una joven desnuda, llevó a Jacinto Benavente a reclamar que lo colgaran en las paredes del Museo del Prado. Otras mujeres cordobesas romaníes fueron asiduas de los cuadros de Romero como Amalia Fernández Heredia, conocida como Amalia “la Gitana” cuya presencia se conoce en al menos 17 obras; o Carmen Casena que encarna La Sibila de la Alpujarra y aparece arrodillada ante Nuestra Señora de Andalucía entre otros. Mencionaremos también a Natalia de Castro, Dolores Castro y a “La Cartulina” aunque muchos otros nombres se nos quedan en el tintero. 

De todos es conocida la predilección del pintor Julio Romero de Torres por el flamenco, un arte  cultivado tanto por gitanos como por castellanos. De entre las protagonistas de sus cuadros hay varias mujeres gitanas que dejaron profunda huella en este arte. Las conocemos bien por las fotografías dedicadas que los Romero de Torres conservaron en su archivo familiar. Varios nombres propios de trascendencia hoy algo olvidada pero cuya aportación al flamenco fue primordial, yerguen sus imponentes figuras en los lienzos del pintor cordobés.

Una de las bailaoras gitanas más importantes retratada por Romero es Julia Borrull. Hija del guitarrista castellonense Miguel Borrull, recorrió con su familia España y Europa interpretando lo que la prensa llamaba “gitanísimos bailes”. En 1916 el patriarca adquiere un local en Barcelona al que llama Villa Rosa, que se mantuvo abierto hasta 1996. Se inauguró con una fiesta en honor a Santiago Rusiñol y se convirtió en punto de encuentro de la comunidad artística catalana. Los Borrull supusieron una larga saga de destacados artistas flamencos. A Julia, que vino a bailar a Córdoba en 1917, la pintó Julio Romero en su cuadro Las Alegrías, uno de los palos propios de Córdoba. Al parecer la joven, que ya había posado para un pintor en París, quiso ser retratada bailando porque era lo que mejor sabía hacer. 

 

Alegrías JRT


Las Alegrías, obra que puede contemplarse en las paredes del Museo Julio Romero de Torres. En él vemos a Julia Borrull interpretando unas alegrías de Córdoba mientras es aplaudida por Amalia La Gitana. Las otras dos jóvenes son la hija y la sobrina del pintor, lo que convierte la escena flamenca en un punto de encuentro entre gitanos y payos. Lámina a color conservada en el Archivo de la Familia Romero de Torres                

Otra artista romaní relacionada con el pintor es Custodia Romero, La Venus de bronce. La artista linarense que cosechó una gran éxito con su baile y llegó a intervenir en la película La Medalla del Torero, fue representada por Julio en su San Rafael. La amistad unió a ambos artistas e incluso Custodia, no sabemos si en una historia real o aliñada para la ocasión, atribuye a Romero el mérito de haber reconocido sus dotes de bailarina e impulsado su carrera artística. 

Custodia JRT

 

Custodia foto JRT

 

 

Custodia Romero. Fotografía con retoque a color. Archivo de la Familia Romero de Torres. Al lado Custodia en la obra San Rafael                                                                            
Quizá la musa gitana por excelencia de Julio Romero de Torres haya sido Pastora Imperio. La Imperio cuyo nombre civil era Pastora Rojas Monge era una gitana hija de un sastre de toreros y de la bailaora La Mejorana. Pastora fue un ciclón que revolucionó el baile flamenco con su braceo y con el dominio de la bata de cola. Aparte de que fue retratada en varias ocasiones por Julio, una carta manuscrita de la sevillana testimonia la amistad entre ambos. También lo atestiguan las fotografías conservadas en el archivo familiar donde incluso hay una imagen de la artista posando para La Consagración de la Copla. El perfil biográfico de esta mujer que cumple todos los estereotipos del tópico por su condición de gitana, bailaora y esposa de torero, es en realidad muy distinto. Su matrimonio fallido con Joselito el Gallo desembocó en un divorcio al año de la boda. Corría el año 1911 y también corrían ríos de tinta por el escándalo. Fue madre soltera, asumiendo en solitario la crianza de su hija, algo que pudo realizar gracias a la independencia económica que le proporcionaba su trabajo sobre las tablas. Su firma está presente en el primer manifiesto de mujeres españolas pidiendo el voto femenino. Sus triunfos por Europa y América la llevaron a frecuentar personalidades tan universales como John Dos Passos y Mata Hari, convirtiéndose ella misma en una celebridad mundial. 

Su biografía testimonia que los logros sociales experimentados en los últimos dos siglos afectan tanto a la comunidad paya como gitana, avanzando ambas culturas con pasos sincrónicos. Las numerosas mujeres gitanas que pueblan los cuadros del castellano Romero de Torres evidencian la estrecha relación de ambas culturas sobre todo en el ámbito artístico. Hoy la integración del pueblo gitano con el resto de la sociedad es un hecho, aunque sin perder su identidad y habiendo retos pendientes de conseguir.

Consagración JRT

 

 

 

Pastora JRT

 

Pastora Imperio posando para La Consagración de la Copla hacia 1911. Archivo de la familia Romero de Torres

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