[LARPSICO] Problemas de salud mental en el trabajo autónomo: del estrés de 'dismorfia de productividad' al 'trastorno de sisifemia'

Andalucía, 21/03/2023
  • Las personas trabajadoras autónomas también padecen riesgos psicosociales en su entorno profesional, pero hallan más dificultad para la gestión preventiva
  • La adicción al trabajo, la sobrecarga por largas jornadas de trabajo, el exceso de disponibilidad a favor del interés de la clientela, son sus principales riesgo

Los riesgos psicosociales del trabajo por cuenta propia. La aprobada Estrategia Española de Seguridad y Salud (EESST) 2023-2027 ha reactivado la problemática de las personas trabajadoras por cuenta propia en relación a la protección de la salud mental, incluso modificando la normativa de PRL si fuese necesario, incidiendo también en su salud mental. Ya en septiembre pasado, el IAPRL convocó ayudas para mejorar la seguridad laboral de las personas trabajdoras autónomas. Las actividades de las personas trabajadoras por cuenta propia está expuestas a factores de riesgo psicosocial y organizativo diferentes al trabajo asalariado, por el plus de presión de rendimiento y de productivismo individual derivado de la auto-explotación y la auto-organización de la prestación de servicio, así como la mayor exigencia de disponibilidad derivada de la centralidad que resulta la satisfacción de la persona cliente. Estas circunstancias derivan en agotamiento profesional, ansiedad y estrés, así como en dependencia de trabajo (adicción al trabajo o workaholics), a sufrir cansancio mental (sisifemia) y, en los casos más graves, provocados por las largas jornadas, al desfallecimiento o incluso la muerte por exceso de jornada e intensidad de trabajo (los japoneses lo llaman ‘karoshi’)

La OMS y la OIT le pusieron cifras en 2021 a esta dimensión del problema de salud mental por el trabajo autónomo:

Algunas profesiones liberales, como la medicina o la abogacía, parecen cada vez más conscientes de este problema y reivindican, en línea con el trabajo asalariado, que se les reconozcan derechos y garantías efectivas para una mejor conciliación de la vida laboral o profesional y la familiar y personal, también por razones de salud y bienestar. Esta y otras profesiones implican una elevada entrega personal, mucho sacrificio, renuncias y un esfuerzo extra con frecuencia. Sin embargo, el actual marco normativo y de políticas de seguridad y salud en el trabajo autónomo no lo facilitan. No sorprende que la abogacía, por ejemplo, saludara como un gran éxito que el 23 de diciembre pasado la disposición final tercera de la Ley Orgánica 14/2022, de 22 de diciembre, estableciera que el mes de agosto y el periodo que comprende las fiestas navideñas serían inhábiles (excepto en las principales modalidades procesales del orden social)

La adicción al trabajo prevalece en la actividad autónoma. Por adicción al trabajo se entiende “la compulsión o la necesidad incontrolable de trabajar incesantemente” en su afán por rendir al máximo, aunque con ello sacrifique todas las demás facetas de una vida humana saludable. Cuando se activa el sistema de recompensas del cerebro, por ejemplo, en el caso de profesionales y empresarios que van recogiendo un éxito tras otro, actúa en forma similar (aunque no idéntica) a las adicciones con sustancia. En algunos casos incluso la adicción al trabajo es una respuesta a situaciones de angustia y depresión. Aunque la Estrategia Nacional sobre Adicciones no recoge la adicción al trabajo en su ámbito de acción, sí la adicción a las tecnologías –cuya conectividad permanente favorece la adicción al trabajo-, sí hace tiempo que el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) viene atendiendo, en clave de prevención de riesgos y promoción de hábitos saludables en el trabajo, a este tema (ej. Nota Técnica Preventiva –NTP- 759/2007)

Como problema de salud psicosocial y mental en el trabajo que es (lo han padecido más de un personaje histórico –ej. Winston Churchill-), no solo puede y debe evaluarse, sino que puede y debe ser prevenido. Algunas investigaciones así lo hacen y formulan un plan para vencer el workaholismo, porque la adicción al trabajo no se trata solo de cultura y economía, a veces también se trata de hacer frente al dolor personal. Las claves de este plan preventivo de la adicción al trabajo serían tanto la auditoría de los tiempos de trabajo, productivo y reproductivo (en el trabajo asalariado se hace con la obligación de registro horario ex art. 34.9 ET, pero en el trabajo autónomo no existe tal deber, salvo en determinadas profesiones –ej. transporte por carretera, a menudo incumplido por la necesidad de trabajar más horas para sacar una mínima rentabilidad-) como programar los tiempos de inactividad y/u ocio (de nuevo, en el trabajo asalariado hay tiempos de descanso –diario, semanal, anual-, no así en el trabajo autónomo).

Por supuesto, como se decía, este problema se puede medir (ej. la Escala Bergen Work Addiction Scale, 2014, Universidad de Bergen, en Noruega)

Sísifo de Tiziano

La Sisifemiaes el cansancio mental de la persona trabajadora incansable, o el agotamiento del profesional sometido diariamente a una sobrecarga mental extrema. Los nuevos sistemas organizacionales y la digitalización, fomentan la posibilidad del teletrabajo, o el hacer del domicilio el centro de trabajo, facilitando conciliar la actividad productiva con la reproductiva o personal. Pero también pueden propiciar la confusión entre los tiempos de trabajo productivo y los tiempos personales, un riesgo presente en el trabajo asalariado, pero que se intensifica en el autónomo por la falta de controles, en virtud de la auto-organización y la auto-decisión de tiempos de trabajo y vida propia.

Este tipo de agotamiento profesional deriva de cronificar una situación de “dismorfia de productividad” [sentimiento patológico de no ser suficientemente productivo, pese a que objetivamente realiza una actividad de alto rendimiento, percibiendo no ser nunca bastante por su compulsión para hacer siempre más], minando confianza, autoestima, salud y bienestar, hasta derivar en la patología de agotamiento mental.

¿Cómo prevenir estos problemas de salud mental en personas profesionales autónomas? Cómo apuntábamos, pese a las mayores dificultades de gestión preventiva de estos factores de riesgo y riesgos psicosociales en el trabajo autónomo, por el mismo modelo de organización en que se inserta, de auto-explotación con baja rentabilidad si no se emplean larguísimas jornadas y continua presión competitiva (y de altos costes y bajos precios de sus productos y servicios), la prevención no solo es posible, sino necesaria. ¿Qué hacer? Lógicamente, introducir cambios en la distribución de la carga de trabajo y adecuación correcta de la jornada, planificación de tareas, flexibilidad horaria y pautas de descanso, y compensación horaria o vacacional, etc.

¿Y cómo? Naturalmente, adaptando, en lo posible, las medidas preventivas típicas: la identificación de riesgos y personas vulnerables, eliminación o evaluación y control, vigilancia de la salud, terapia conductual ante la deriva del deterioro de la salud mental, pues a veces los trastornos de conducta y del comportamiento se tienen tan asumidos. En todo caso, somos conscientes de que el auténtico problema aquí no es tanto saber qué comportamiento o conducta hay que cambiar frente al trabajo hay que cambiar, sino “poder-saber cómo hacerlo”. De ahí la importancia de las políticas públicas que, en la nueva EESST (2023-2027), se prevén para mejorar ostensiblemente en la prevención de riesgos para el trabajo autónomo en general, y en los relativos a los factores de riesgo psicosocial y de salud mental en particular.

Compartir en

Índice