[LADEP] Dormir bien, trabajar mejor: Calidad del sueño y prevención de enfermedades profesionales

Dormir menos de 6 horas incrementa el riesgo cardiovascular y se relaciona con el aumento de conductas de riesgo en el trabajo
Andalucía, 03/10/2023
Foto interior Laogen Dormir bien, trabajar mejor

Dormimos una media de 8 horas al día que, por otro lado, suele ser el periodo medio que se recomienda desde el ámbito científico para un estado de salud adecuado.  Esto significa que dedicaremos aproximadamente un tercio de nuestra vida a esta actividad reparadora. Pero ¿porque dormimos? El sueño es esencial para el correcto funcionamiento físico y mental de los seres humanos.

Durante el período de sueño, los órganos y los músculos experimentan relajación, el sistema inmunológico opera con mayor eficacia y las células cerebrales realizan una especie de limpieza neuronal para garantizar un funcionamiento óptimo en el siguiente periodo de vigilia (Gross, 2019).  Sin embargo, diversos factores como los trastornos del sueño, los horarios laborales inadecuados o simplemente no dormir las horas recomendadas, pueden alterar la cantidad y calidad del sueño. Esto puede tener graves consecuencias para la salud y el desempeño laboral de las personas. En las últimas décadas, los trastornos del sueño, como el insomnio, han aumentado considerablemente en la población general y especialmente entre los trabajadores (Fietze  et al., 2022). 

Por un lado, ciertos trabajos y condiciones laborales pueden perturbar el sueño normal y desencadenar problemas para dormir. Por otro lado, la falta de sueño también puede afectar negativamente al trabajador, impactando en su salud y productividad. Se genera así una relación bidireccional entre el sueño y el trabajo, en la que ambos se modulan mutuamente. Dentro de estos trastornos del sueño más frecuentes podemos encontrar el insomnio y la apnea obstructiva del sueño.

El insomnio se caracteriza por dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, mientras que la apnea obstructiva provoca interrupciones repetidas de la respiración durante el sueño. Ambos trastornos impiden lograr un descanso de calidad y reparador. (Carriedo-Diez et al., 2022). En este sentido, existen diversos factores relacionados con el trabajo que pueden alterar los patrones normales de sueño y vigilia, contribuyendo al desarrollo de trastornos como el insomnio y la apnea del sueño, entre los que destacan:

  • El trabajo por turnos: tener que rotar entre turnos diurnos y nocturnos perturba los ritmos circadianos naturales del cuerpo, dificultando conciliar el sueño o permanecer dormido (Lim et al., 2014). Los trabajadores por turnos sufren tasas más altas de insomnio que la población general (Akerstedt et al., 2007).
  • La carga laboral excesiva: la sobrecarga de trabajo, especialmente cuando requiere un alto esfuerzo mental, genera fatiga, estrés y dificultad para relajarse, perjudicando la conciliación del sueño (Fietze et al., 2022).
  • Estresores psicosociales: situaciones como falta de control sobre el trabajo, inseguridad laboral, apoyo social inadecuado o desequilibrio entre esfuerzo y recompensa pueden causar estrés, ansiedad e insomnio (Chazelle et al., 2016).
  • Dolor musculoesquelético: problemas como lumbalgias, cervicalgias o tendinitis suelen empeorar durante la noche e interferir con el sueño reparador (Haack y Mullington, 2005). Son frecuentes en trabajos con posturas forzadas.
  • Ambiente físico adverso: ruido, vibraciones, temperaturas extremas.  (Dong et al., 2017).
  • Trabajos emocionalmente demandantes: aquellos que requieren regulación emocional constante o implican la exposición a experiencias traumáticas, como en personal sanitario, bomberos o policías (Rajaratnam et al., 2011).

Estos y otros factores laborales incrementan el riesgo de presentar insomnio u otros trastornos del sueño en los trabajadores. Un estudio realizado con el colectivo de bomberos en Corea del Sur, encontró que el 48.7% tenían mala calidad de sueño, asociada principalmente al trabajo por turnos, la depresión y dolores musculoesqueléticos (Lim et al., 2014). Los profesionales de la salud, como enfermeras, médicos y terapeutas, también presentan altas tasas de insomnio relacionadas con la carga laboral, el estrés y los trastornos musculoesqueléticos derivados de sus trabajos (Dong et al., 2017; Hämmig, 2020).

Estudios realizados a enfermeras que trabajaban turnos de 12 horas mostraron que cerca de la mitad de ellas tenían síntomas de apnea del sueño no diagnosticada previamente (Geiger-Brown et al., 2012), siendo el insomnio un trastorno frecuente en este colectivo, especialmente si se trabaja en turnos de noche o irregulares. 

Por otro lado, no dormir bien tiene repercusiones negativas sobre distintos aspectos del trabajo y la salud de los empleados. Esto provoca un gran impacto no solo en su propia salud, sino también en la productividad y los costos para las empresas. Tanto el insomnio como la apnea obstructiva del sueño tienen consecuencias negativas para la salud si no se tratan adecuadamente. En general algunas consecuencias que podemos destacar:

  • Disminuye el rendimiento: la somnolencia, fatiga, lapsus de atención y deterioro cognitivo por insomnio reducen la productividad laboral (Fietze et al., 2022).
  • Predispone a mayor accidentalidad: los trabajadores con deuda de sueño, especialmente en tareas de riesgo como conducir, tienen significativamente más accidentes laborales (Uehli et al., 2014).
  • Provoca mayor absentismo, se observa una mayor prevalencia en trabajadores con trastornos del sueño
  • Se relaciona con síndromes metabólicos: el insomnio se relaciona con resistencia a la insulina, obesidad central, dislipidemia y diabetes tipo 2 (Cappuccio et al., 2010).
  • Aumenta el riesgo cardiovascular: dormir menos de 6 horas por noche se asocia con hipertensión, cardiopatías, accidente cerebrovascular y mortalidad cardiovascular (Cappuccio et al., 2011). Este riesgo se vio especialmente incrementado en pacientes con apnea del sueño (Rajachandran et al., 2023).
  • Predispone a sufrir o agravar los síntomas de depresión y la ansiedad: la falta de sueño predice el desarrollo de estos trastornos mentales frecuentes en el ámbito laboral (Chazelle et al., 2016).

Dada la clara relación bidireccional entre el sueño y el trabajo, las intervenciones para mejorar el sueño de los empleados deben abordar ambos lados: modificar los factores laborales perjudiciales para el descanso nocturno y ayudar a los trabajadores que ya padecen insomnio u otros problemas para dormir. 

Algunas medidas que han mostrado ser efectivas pasan por (Lerman et al., 2012; Howarth et al., 2021):

  • El rediseño de tareas y entornos de trabajo para minimizar factores estresantes, riesgos ergonómicos y perturbaciones ambientales.
  • La implementación de programas integrales de higiene del sueño y técnicas cognitivo-conductuales, adaptados al contexto laboral.
  • Un mayor control de los empleados sobre sus horarios y ritmos de trabajo.
  • La evaluación y tratamiento de trastornos preexistentes como dolor crónico, depresión o apnea del sueño.
  • El monitoreo del sueño y la fatiga en trabajos sensibles para detectar problemas a tiempo. 
  • Las siestas controladas durante las pausas en turnos nocturnos. 
  • Formar a los supervisores para identificar y apoyar a trabajadores con insomnio.

Implementar este tipo de intervenciones a nivel organizacional requiere un abordaje multidisciplinar, con la participación del área preventiva, el de medicina del trabajo, el de recursos humanos y los propios empleados. Pero los beneficios para la salud, seguridad y productividad bien valen el esfuerzo. Un trabajador descansado es un trabajador saludable y eficiente.

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