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Cultura

Freylas, el médico que enseñó a descontagiar ropa y enseres cuando la peste asoló Jaén en 1602

Su tratado sobre salud fue el primer libro impreso en la ciudad y ahora abre una muestra del fondo de la Biblioteca Pública Provincial

Un brote de peste era sinónimo de muerte y pérdidas económicas, no solo porque las ciudades afectadas eran consideradas 'apestadas', lo que hería de forma mortal el comercio, también porque para evitar la propagación del virus eran quemados ropas y enseres de los enfermos y sus familias. Fue lo que ocurrió en la ciudad de Jaén con un brote en 1602 hasta que un médico que se ocupaba del Cabildo, Alonso de Freylas, introdujo métodos de higiene personal y pública, además de medidas de carácter político y social que años más tarde, a partir de 1605, quedarían sellados en papel en el primer libro impreso en la ciudad.

Los tratados "Conocimiento, curación y preservación de la peste", "El arte de descontagiar las ropas de seda, telas de oro y plata, tapicerías, lienzos y otras cosas contagiadas", y el discurso "Si los melancólicos pueden saber lo que está por venir por la fuerza de la imaginación", fueron impresos en el domicilio del galeno por el baezano Fernando Díaz Montoya, tras acuerdos del Cabildo y Ayuntamiento para pedir licencia al Rey en nombre de la ciudad por la utilidad pública que tendría dicha publicación.

Más de cuatrocientos años después, la obra continúa siendo pionera, en este caso no en la aventura de la impresión, sino en la de abrir el nuevo ciclo "Tesoro del mes" con el que la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico da a conocer los fondos bibliográficos de carácter patrimonial de la Biblioteca Pública Provincial jiennense. Cerca de 6.500 libros y documentos, fechados entre los siglos XV y XIX, forman estos fondos entre los que destacan 25 manuscritos, 2 incunables, 13 mapas y 17 grabados. Una colección procedente,  principalmente, de conventos y monasterios de la provincia que pasaron a pertenecer a esta institución cultural, creada a finales del siglo XIX, a raíz de las leyes desamortizadoras. Algunas adquisiciones y multitud de donaciones hicieron crecer los fondos, especialmente en el siglo XX, como atestigua un curioso libro de registro manuscrito con minuciosa caligrafía que se conserva en la Biblioteca y documenta la incorporación de la obra de Freylas a través de una donación realizada en 1940 por Carmen de la Riva, sobrina del coleccionista jiennense Félix García y García, también benefactor del Museo de Jaén.

Alonso de Freylas nació en Jaén en 1558, ciudad donde también falleció, aunque no hay fecha clara, al igual que existen pocos datos de su vida anterior al ejercicio de la Medicina, así como de su familia, por lo que la experta María Dolores Rincón apuntó en un estudio que podría tratarse de un converso, dada su profesión y la adopción de un topónimo como apellido. Comenzó su andadura profesional en Córdoba y participó como testigo en el proceso de beatificación de San Juan de la Cruz. Su obra, única que se conserva al haber desaparecido su segundo trabajo que engrosó el listado de libros prohibidos, se une a las muchas que se publicaron en la época en España y en el mundo sobre la peste, pero con trazos únicos. Por ejemplo, es una de las primeras obras que introducela teoría del médico italiano Girolamo Fracastoro de los 'seminaria' (semillas o partículas que, por la acción del calor febril, se desprendían de los humores corrompidos por la enfermedad) como explicación del contagio, estableciendo con claridad la infección como causa. El texto recoge también la tradición etiológica, tanto divina como astronómica, estableciendo "la voluntad de Dios todo poderoso, el cielo y sus influencias" como dos de las tres causas, para después reivindicar el papel del médico frente al astrónomo a la hora de ocuparse de la enfermedad. Como tercer punto de origen de la patología, Freylas destaca "el aire que respiramos", cuyo abordaje es una constante a lo largo de la obra.

Desinfección de los bienes

Sobre la base de prácticas del Gran Duque Segundo, uno de los médicos del estado de Milán, el facultativo jiennense desarrolló técnicas propias para descontagiar "las ropas de seda, lana, lienzo, papeles y todas las alhajas de casa enfermo apestado", atestiguando que, aunque este muriera, si sus bienes fueran heredados o vendidos, esto implicaría la muerte segura de los nuevos dueños. Un trabajo de desinfección que recuerda, salvando las distancias, a momentos vividos al inicio de la pandemia por el Covid-19.

Los métodos de Freylas establecen un sistema de purga enraizado en los conocimientos de los "artífices de todos los tratos, mercaderías de sedas, tapices y lienzos" y, posteriormente, en la experimentación con los representantes de todos los oficios en la provincia de Jaén. Edificios situados fuera de la ciudad y equipos de profesionales debían ocuparse de las labores para purgar toda la ropa sospechosa de contagio, con un inventario de nombres, y tras la división en tres partes, según fuera lana, lienzo o seda. La exposición al aire y al sol durante de ocho días era la pauta común de un largo rosario de metodologías dispares según las prendas y los enseres.

Para el cuero y guarnecería, el primer paso era el lavado con una esponja empapada en vinagre, la seda en capullos se descontagiaba ahumándola bajo una hoguera a base de pez e incienso. La seda se hervía y se sumergía en agua fría varias veces, al igual que el oro y la plata tejidas, que después se sometían al calor de un horno durante dos días. Los libros y papeles se dejaban intactos si el escritorio del enfermo estaba cerrado, por lo que bastaban ocho días "al mejor aire, puro y limpio" para su uso. Sin embargo, aquellos bajo sospecha requerían el quemado de las tapas, pergaminos, tablas o cubiertas y la exposición de las hojas sobre cañizo para ser perfumadas y aireadas. Solo se quemaban las ropas del enfermo, con la sugerencia al Ayuntamiento de proveer de nuevas vestimentas a los pobres de modo que no se vieran en la obligación de ocultar la enfermedad, además de ocuparse del pago del médico y medicinas.

La importancia de la alimentación o 'mantenimiento' es otro de los puntos de interés del libro, con un pormenorizado análisis de las viandas que conformaban la dieta de entonces y una tesis clara de que la peste afectaba por igual a las personas de diferentes clases sociales independientemente de su dieta. Una enfermedad, en palabras de Freylas "semejante a una bestia muy fiera, que a nadie perdona, sin miedo y sin respeto", que destruye casas, despuebla ciudades, y asola reinos y provincias grandes.

Compromiso social del médico

La visión política y el compromiso social del médico se plasman también en el texto en una estrategia establecida de cómo deben actuar las ciudades ante una epidemia, tras cumplir el primer remedio de preservación de la peste, acudir a Dios. El deber de los responsables municipales es "procurar con grandísima diligencia, impedir el contagio de la ciudad, para que no pasee de uno en otro, y un enfermo sea causa de mil". Aquí, Freylas aconseja medidas tan actuales como el confinamiento domiciliario frente a la entonces práctica común de trasladar a los enfermos a un hospital de campaña habilitado extramuros de la ciudad. El miedo y la soledad que sufrían los pacientes en estos hospitales, la concentración de aire putrefacto y contagioso, así como el riesgo de ocultación de la enfermedad por parte de los afectados para poder permanecer en sus casas son los principales argumentos del facultativo jiennense. Al permanecer en su domicilio,el enfermo estaba más feliz y cuidado por los suyos y podía hacer testamento sin miedo a que alguien lo oyera, respirando, a su vez, un aire más puro y limpio. Las casas con enfermos debían ser debidamente señaladas, especificaba Freylas, para que nadie entrara en ellas y los vecinos tendrían que airear sus hogares y mantenerlos limpios con agua y vinagre.

Recorrer las páginas de esta obra desde casa es un privilegio que la Biblioteca Virtual de Andalucía nos ofrece hoy para conectar con el mundo de ayer, para admirar el espíritu analítico y crítico de un médico defensor de la medicina preventiva e individualizada como Freylas. Una oportunidad para encontrar vínculos y experiencias comunes con una sociedad distante, en cuanto a la tecnología y costumbres, pero muy cercana en los desafíos de vivir en tiempos de pandemia. Lectura que permite reflexionar también sobre las crisis como hitos para la eclosión del conocimiento y la innovación, para la evolución, ese empuje de las especies por superarse de forma colectiva adaptándose a los momentos más difíciles y reteniendo los avances para generaciones venideras.