Una comunidad de comerciantes: navarros y vascos en Cádiz (Segunda mitad del siglo XVIII). Colección Premio de Investigación del Consejo …
Información general
Resumen de la publicación
El trabajo se basa en la descripción y estudio de las actividades de un grupo social, grupo bien definido por una parte, pero al mismo tiempo abierto a cualquier influencia que pueda ser beneficiosa para los intereses particulares de cualquiera. El grupo es la base de partida; luego, los individuos trabajan por libre y según conveniencia. El libro tiene tres partes bien diferenciadas, que son el esqueleto del trabajo mismo. En primer lugar, el proceso de establecimiento en Cádiz, un proceso largo que empieza en el país de origen, pasa por las causas de la emigración y se termina con la integración de esas personas en la nueva sociedad. Se trata de un aspecto fundamental, que da razón de la presencia de los emigrados en Cádiz y que la autora resuelve con destreza. Ahora ya sabemos que hay navarros y vascos en Cádiz; pero sabemos también quiénes son, por qué están allí, qué hacen exactamente, cómo se integran en su nueva vida. La segunda parte se dedica al mundo de los negocios y de la mentalidad social de los comerciantes ya establecidos. No se trata tanto de un estudio económico, pero sí de una aproximación al tipo de negocios en el que vascos y navarros se metieron. Son, como se ve, negocios variados, pero el negocio en sí no es lo más importante. No interesa tanto en qué invertir, sino qué es lo más rentable en un momento dado, o en qué sector hay más posibilidades, sobre todo teniendo en cuenta las relaciones clientelares que facilitan la entrada y el triunfo en ese sector. Hay, pues, flexibilidad sobre la base de algo que no es lo estrictamente mercantil y financiero, las relaciones personales. También aparece aquí lo que puede ser el objetivo último de estas personas en aquellas sociedades, conseguir la representatividad social y el ennoblecimiento. El negocio era un medio de ascenso social. Conseguido tal ascenso, el negocio continúa, pero el ascenso es más importante que el negocio: entre otras cosas porque el mismo ascenso facilita nuevas relaciones y por lo tanto, contribuye a aumentar las posibilidades de negocios. Aquí no hay distinción entre nobleza y burguesía. En tercer lugar, la autora estudia dos trayectorias ejemplares, la de los Uztáriz y la de Iribarren Polo. La primera era ya conocida, gracias a los trabajos de Ruiz Rivera, pero la autora aporta muchos más datos que completan lo anterior y nos dan una imagen aún más abigarrada de esta saga familiar tan importante en la economía de la España del siglo XVIII. La de Iribarren resulta de total novedad y un ejemplo también significativo de un comerciante de la época. Pero además de la descripción y explicación de estos procesos, hay otros aspectos que sobrevuelan continuamente el trabajo. Uno de ellos es el de la relación entre navarros y vascos. Los navarros que llegaron a Cádiz se unieron a los vascos que ya estaban establecidos de antaño, como miembros de mayor tradición de la Corona de Castilla. La lengua y la cercanía les llevó a unirse a su cofradía, donde encontraron el primer y principal amparo para poder comenzar. La sintonía entre ambos es evidente y declarada. Sin embargo tal sintonía no es exclusiva. Los navarros tienen relaciones familiares y clientelares con los vascos, pero las tienen preferentemente con los mismos navarros y no excluyen las externas a este grupo. El grupo navarro, por lo tanto, es muy compacto, pero no es un grupo cerrado. En cualquier caso, estas relaciones están pensadas y vividas siempre desde una perspectiva personal, familiar y de negocio, jamás hay ni atisbo de una intencionalidad o de una razón política. El segundo aspecto es la importancia de las redes clientelares. El trabajo está escrito sobre la base de la existencia de tales redes de confianza, de ese capital relacional que resulta básico en la vida mercantil, y no sólo en ella, pero especialmente en este campo en el que la confianza jugaba un papel esencial ante la incertidumbre o la falta de información en otros mercados lejanos. La red es la base. Pero esa red puede basarse en relaciones familiares, que seguramente serán las más fuertes, y donde la confianza pasa de padres a hijos, pero también a sobrinos y a yernos. La solidaridad familiar, en principio, es total. Pero la red se basa también en otros aspectos que crean clientela: el paisanaje -y aquí no hay diferencia entre vascos y navarros-, y la simple amistad. Por encima de otros vínculos, la amistad encontrada en el mismo negocio o en la relación personal, se convierte en un vínculo fortísimo de sustentación de la red clientelar, necesaria en tantos casos, para la formación de los jóvenes en ambientes de negocio diferentes al de procedencia. Esa formación en casa de otro será, a la larga, una nueva fuente de relación clientelar vía amistad. Con este trabajo aumenta enormemente nuestro conocimiento de la burguesía mercantil española. El grupo de burgueses gaditanos se enriquece con el conocimiento de estos navarros -es a los navarros a los que se dedica más atención- hasta ahora prácticamente desconocidos. Son burgueses por su actividad -el comercio, los negocios-, y lo son por su mentalidad, a juzgar por sus inversiones, por sus relaciones clientelares y por sus movimientos en la sociedad gaditana. Son burgueses típicos, protagonistas de un no menos típico capitalismo mercantil y de negocios en la España de la Ilustración. La historia de este grupo de navarros y de vascos en Cádiz es pues, la historia variopinta de un grupo complejo que buscando el aumento de sus negocios en las posibilidades que ofrecía Cádiz, consiguieron, gracias a las redes de confianza, elevarse a algunos de los puestos más representativos de la sociedad que les recibió. Sin duda es la historia de un éxito porque apuntaron bien hacia el objetivo y trabajaron como había que hacerlo. También la autora lo ha hecho así y por ello puede ofrecernos ahora este magnífico fruto que sin duda enriquecerá la historiografía española.
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