Particularidades del uso de la razón

Aunque también la religión, el arte y la mitología tengan contenido cognitivo y sean formas de conocimiento, entendemos por saber racional, crítico y metódico el que proporciona la filosofía y la ciencia. La técnica queda englobada en la ciencia en cuanto que es una aplicación de ésta a la transformación de la realidad. Es característico del saber racional el tener que dar cuenta (dar razón) de sus afirmaciones, que han de ser abandonadas o rectificadas cuando no puede hacer frente a las críticas.

El saber racional se apoya en argumentaciones lógicas y/o comprobaciones de los hechos de experiencia. Es cosa diferente de la creación literaria, cuyo criterio de validez hay que buscarlo en el efecto estético, la capacidad de creación de belleza mediante la construcción de nuevos mundos o la recreación imaginativa del mundo conocido.

En el siglo VI a. C., y por distintas razones de carácter histórico, el pueblo griego, que durante varios siglos había orientado su existencia basándose en los mitos, dejó de creer en ellos. Y fue a partir de ese momento, cuando una serie de hombres griegos —los primeros filósofos y también los primeros científicos— que valoraban la razón como la principal capacidad humana se decidieron a confiar preferentemente en ella para interpretar la realidad y dar respuesta a los enigmas planteados.

    Si hasta el siglo VI a. C. los griegos habían confiado en la imaginación y en el valor de la tradición, y los resultados de esa confianza habían sido los mitos, a partir de esta época, algunos hombres van a confiar solamente en la razón, en el logos, en la razón, y los resultados de esta nueva confianza van a ser la filosofía y la ciencia.
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Texto de Eddignton

Me he puesto a escribir estas conferencias y he acercado mis sillas a mis dos mesas. ¡Dos mesas! Sí; hay duplicados de todos los objetos a mi alrededor: dos mesas, dos sillas, dos plumas. (…)

Con una de las dos mesas estoy familiarizado desde mis primeros años. Es un objeto corriente del ámbito que llamo “el mundo”. ¿Cómo la describiría? Tiene extensión, es relativamente permanente; tiene color. Sobre todo es sustancial. Por sustancial no quiero decir simplemente que no se hunde cuando me apoyo en ella; quiero decir que está constituida de “sustancia”, y con esa palabra quiero evocar una concepción de su naturaleza intrínseca(…)

La mesa nº 2 es mi mesa científica. Es una conocida más reciente y no me siento tan familiar con ella. No pertenece al mundo que mencioné antes, ese mundo que aparece espontáneamente a mi alrededor cuando abro los ojos -aunque no voy a considerar aquí cuanto de él es objetivo y cuanto es subjetivo-. Es parte de un mundo que se ha impuesto a mi atención en modos más tortuosos.

Mi mesa científica es casi toda vacío. Dispersas en ese vacío hay aquí y allá numerosas cargas eléctricas apresurándose a gran velocidad, pero todo su volumen es, en conjunto, menos de una billonésima del volumen de la mesa. A pesar de su extraña construcción, resulta ser una mesa enteramente eficiente. Sostiene mi papel tan satisfactoriamente como mi mesa nº 1; porque cuando dejo el papel sobre ella, las pequeñas partículas le golpean desde abajo, así que el papel se mantiene a un nivel casi estable, como la pelota en el juego del volante. Si me apoyo sobre mi mesa no la atravesaré; o, para ser estrictamente preciso, la probabilidad de que mi codo científico pase a través de mis mesa científica es tan sobremanera pequeña que puede despreciarse a efectos prácticos.

Eddington. de The Nature of the Physical World(1921