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Febrero 2012

CORRESPONDENCIA DE JOSÉ GESTOSO CON JOSÉ RAMÓN MÉLIDA SOBRE LA DECLARACIÓN DE MONUMENTO NACIONAL DE LAS MURALLAS DE SEVILLA

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Díptico (pdf 227 kb)

Código de referencia: ES.410917.AGA/2.2.4.//L.4834
Título: Correspondencia de José Gestoso y Pérez, vicepresidente de la Comisión de Monumentos Históricos Artísticos de la Provincia de Sevilla, con José Ramón Mélida y Alinari, académico de la Real Academia de la Historia, sobre la declaración de Monumento Nacional de las murallas de Sevilla
Fechas: 24-11-1906 / s.d.-s.m.-1908?
Nivel descripción: Serie
Volumen y soporte: 9 documentos
Nombre del productor: José Ramón Mélida y Alinari

 

José Gestoso y Pérez (Sevilla, 1852-1917)

Archivero, escritor, historiador del arte, arqueólogo…, publicó más de cien trabajos sobre estos temas desde una óptica local. Figura indispensable en la creación del Museo Arqueológico de Sevilla, fue miembro de la Real Academia de la Historia de Madrid y vicepresidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
 
Destacado defensor del patrimonio monumental de Sevilla, perteneció a la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, y colaboró en la restauración de diversos edificios como el Alcázar o la Torre del Oro.
 
A título de curiosidad, decir que fue el encargado de buscar el centro geográfico de la ciudad de Sevilla, el cual ubicó en la calle que hoy lleva su nombre.

La correspondencia de José Gestoso sobre las murallas de Sevilla   

La mañana del 24 de noviembre de 1906 José Gestoso y Pérez (Sevilla, 1852-1917) llegó con prisa a la capital, las noticias que le habían llegado a su casa de descanso en Alcalá de Guadaira eran de lo más alarmante: ¡las murallas de la Macarena estaban en peligro! No podía creer que en el recién estrenado siglo XX los munícipes sevillanos hubieran adoptado un acuerdo que atacaba la integridad del monumento. En los presupuestos del año venidero, en el capítulo de ingresos, los ediles hispalenses habían incluido una partida en concepto de venta por los terrenos inmediatos a la cerca defensiva. Pensaba Gestoso que ya se había superado el tiempo en que las ínfulas de un modernismo mal entendido, el ansia de ruptura con todo aquello que pudiera oler a Antiguo Régimen, y espurios intereses especuladores, habían dado en tierra con gran parte del monumento en el periodo comprendido entre 1865 y 1873. Tan brutal había sido el ímpetu destruccionista que, del perímetro primitivo de la muralla, solo se conservaba el tramo comprendido entre la puerta de la Macarena y la puerta de Córdoba.
 
Era preciso ponerse manos a la obra, tomar pluma y papel y escribir una batería de cartas que, dirigidas a instituciones y particulares, consiguieran paralizar las intenciones del Ayuntamiento sevillano. Había que tocar todos los resortes de poder posibles, locales y nacionales; Gestoso sabía que el futuro de las murallas no se jugaba únicamente en el ámbito local, si no que la conservación de este monumento iba a depender en gran medida de las decisiones que se tomaran en la capital del reino. Afortunadamente, él contaba con importantes contactos en la corte y no iba a dudar en hacer uso de ellos; no en vano Gestoso era el vicepresidente de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Sevilla. Teniendo en cuenta que el cargo de presidente de esta Comisión recaía en el gobernador civil y que a éste competían “asuntos más graves” en los que centrar su atención, no parece excesivo señalar que José Gestoso era de facto el principal responsable de la protección y conservación del patrimonio monumental.
 
La estrategia y el objetivo estaban claros. Si se quería impedir la destrucción de las murallas era necesario conseguir su declaración como Monumento Nacional por parte del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Para conseguir esta calificación comenzó poniendo sobre aviso a las instituciones competentes en materia de conservación del patrimonio histórico, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Real Academia de la Historia. De forma paralela movió a sus amistades dentro de estas instituciones, especialmente en la Real Academia de la Historia, iniciando una activa correspondencia con el académico José Ramón Mélida y Alinari, por entonces director del Museo de Reproducciones Artísticas.
 
En el Archivo General de Andalucía se conservan nueve cartas, fruto de la correspondencia personal que cruzaron José Gestoso y José Ramón Mélida, en las que tratan el tema de la declaración de las murallas sevillanas como Monumento Nacional. Los escritos forman parte del Epistolario de José Ramón Mélida, adquirido por la Consejería de Cultura y Medio Ambiente a Dª Paloma Fernández-Blanco en octubre de 1990. Se trata de una colección de 22 cartas manuscritas y mecanografiadas, escritas por distintos intelectuales de la primera mitad del siglo XX a José Ramón Mélida, entre los que cabe mencionar a Jorge Bonsor, Pelayo Quintero, Enrique Romero de Torres, Manuel Rodríguez de Berlanga y el citado José Gestoso. Gracias a estas cartas personales contamos con una visión fresca de las gestiones realizadas por el intelectual sevillano encaminadas a la salvación de las murallas.
 
Impulsado por su celo en la protección del patrimonio sevillano, el día 24 de noviembre de 1906, José Gestoso redactó hasta tres documentos: dos oficios escritos como vicepresidente de la Comisión de Monumentos de Sevilla, destinados a las Academias de la Historia y de San Fernando, y una carta personal dirigida a José Ramón Mélida. En esta última, un preocupado Gestoso muestra su indignación ante los planes de actuación en las murallas por parte del Ayuntamiento hispalense: “Ahora póngase usted las manos en la cabeza para recibir una noticia…brutal. Las hermosas murallas romanas de Sevilla están en grave peligro de venir en tierra.” En la misma misiva Gestoso cifra sus esperanzas para evitar la intervención municipal en la declaración de la cerca como Monumento Nacional, informándole de que ya se había dirigido a las academias. Termina por solicitar la ayuda e intercesión de José Ramón Mélida para que se constituya en el valedor de la causa ante la Comisión Provincial en Madrid.
 
La solicitud de ayuda de Gestoso no va a caer en saco roto. Apenas una semana más tarde, el 5 de diciembre de 1906, Gestoso se dirige de nuevo al académico agradeciéndole el artículo que en defensa de las murallas había escrito Mélida y que habían publicado dos periódicos locales: El Noticiero Sevillano y La Andalucía Moderna. El escritor sevillano insiste en considerar la figura de la declaración como la medida más eficaz para la conservación del monumento.
 
Gestoso temía que la dilación en la respuesta de la Academia pudiera provocar que ésta llegara tarde y la actuación prevista sobre las murallas no tuviera vuelta atrás. Por ello, el 28 de enero de 1907, insiste a Mélida sobre la necesidad de que la Real Academia de la Historia emitira un informe, preceptivo en los procedimientos de declaración. En el mismo sentido tuvo que dirigirse a las instituciones culturales, dado que, gracias a documentos conservados en el archivo de la Academia de la Historia, sabemos que el 8 de febrero el Ministerio se dirigió a ésta solicitándole el informe. La Academia respondería a esta solicitud designando a José Ramón Mélida para que emitiera el citado informe.
 
En marzo de 1907 Gestoso informa a Mélida de que la corporación municipal, en sesión de 8 de marzo, había acordado la apertura de varios portillos en las murallas para poner en comunicación el barrio de San Julián con las afueras de la ciudad. Frente a este acuerdo municipal Gestoso sigue apostando por la necesidad de declararlas Monumento Nacional, a ser posible antes de que llegara el estío: “y entonces, no sé que sucederá durante el verano, época en la cual el Ayuntamiento realiza obras para dar de comer a los obreros”. De ahí que le insista en lo urgente que se hacía que la Academia de la Historia emita el informe sobre la idoneidad de la declaración.
 
Días más tarde, el 20 de marzo, Gestoso le comunica que el Ayuntamiento había solicitado al gobernador civil, en su faceta de presidente de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Sevilla, la autorización para las obras de apertura de unos portillos a fin de crear accesos al barrio de San Julián, aduciendo como motivos la mejora de la circulación y de las condiciones de higiene de la zona.
 
José Gestoso, como Vicepresidente de la Comisión provincial, dará traslado oficial de la solicitud del Ayuntamiento a la Academia para que ésta emita un nuevo informe, distinto al informe del procedimiento de declaración. La Academia de la Historia designara nuevamente al académico José Ramón Mélida para la redacción de este segundo informe.
 
Eran dos los frentes que en poco más de 6 meses se habían abierto en relación con las murallas de Sevilla: uno, orientado a su declaración como Monumento Nacional en respuesta a las prevista venta de los solares anexos; otro, destinado a la autorización de la apertura de huecos en el lienzo de la muralla, sin que esta obra tuviera efectos negativos sobre el monumentos. Frente a este segundo negocio Gestoso apuesta por una estrategia más moderada. Plantea a Mélida la posibilidad de que se podría autorizar la apertura de un hueco para que los vecinos tuvieran salida al exterior. A cambio de la autorización, el Ayuntamiento tendría que comprometerse de forma expresa a trasladar un vertedero de basura situado junto a las murallas, a poner una verja que protegiera el monumento y, por último, a cerrar los portillos y ventanas abiertas, que se habían convertido en muladares. No obstante, señala que la autorización debía darse una vez que las murallas hubieran obtenido la categoría de Monumento Nacional.
 
Por fin, el 5 de abril de 1908, el académico José Ramón Mélida eleva su informe favorable a la declaración de las murallas de Sevilla. El mismo mes la Real Academia de la Historia daba traslado del dictamen al subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, abundando en lo conveniente de dicha calificación.
 
Cuando todo apuntaba a que el asunto iba por buen camino y que la declaración se produciría de manera inminente, por motivos que se desconocen, el procedimiento se paraliza y el Ministerio no termina de emitir una resolución favorable. Esta falta de resolución provocará la critica airada de José Gestoso, quien en carta a Mélida de 5 de enero de 1908, casi un año después de la emisión del informe favorable, se queja de la siguiente guisa: “y no deberá extrañar a usted, que el señor [ministro] Rodríguez-San Pedro haga en este caso lo que ha hecho en el asunto de las murallas de Sevilla, que después de los informes favorables de las Academias ha dicho que no da el Decreto si el Ayuntamiento hispalense no se compromete a conservarlas haciendo las obras necesarias. Si la declaración de Monumento Nacional de las murallas especialmente para tener a raya al municipio, que desea derribarlas ¿cómo ha de obligarse a su conservación?. Pues, entonces dice que se queden las cosas como están. Con Ministro tan…talentosos, ¿qué hemos de hacer?; mire usted que la salida es peregrina. Yo vengo haciendo equilibrios hasta que llegue el día en que caiga con mi balancín…Veremos entonces, al ver caer los primeros sillares y esta Comisión proteste, a quien le alcanza la responsabilidad; seguramente que el incordio (perdone usted la palabra) del Ministro se quedará riendo y el pobre monumento más mutilado de lo que está.
 
Esta carta tuvo que provocar que se movieran algunos resortes en la Corte, dado que una semana más tarde, el 11 de enero de 1908, por Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el tramo de murallas entre la Puerta de la Macarena y la Puerta de Córdoba de la ciudad Sevilla eran declaradas Monumento Nacional. La declaración se publicaría en el número 20 de la Gaceta de Madrid, antecedente del actual Boletín Oficial del Estado, con fecha de 20 de enero de 1908.
 
Una vez conseguida la deseada declaración, quedaba pendiente el tema de la apertura de los portillos en el lienzo de la muralla. Este negocio siguió su discurrir de forma paralela al primero. En junio de 1908 José Gestoso informa a Mélida de que ha emitido un informe sobre el tema en calidad de vicepresidente de la Comisión Provincial. Le apunta que el sentido del informe era negativo a la autorización y que no daría su brazo a torcer en tanto el Ayuntamiento no llevara a efecto las obras de reparación prometidas y no colocara la verja de protección requerida. Sólo cuando la corporación municipal cumpliera con sus compromisos, Gestoso cambiaría el sentido de su dictamen e informaría favorablemente sobre las obras de apertura de los pasos.
 
En este momento parece que el asunto se paraliza y no se tienen noticias del mismo hasta marzo del año 1911, cuando la Real Academia de la Historia eleva una queja al Ministerio por haber sido derribada, con el consentimiento del Ayuntamiento, parte de la muralla de Sevilla para abrir dos portillos, aún estando protegida con la declaración de Monumento Nacional. La Academia insta al Ministerio a que llame la atención a la administración municipal. La respuesta del Ayuntamiento sevillano a la Academia de la Historia se formalizará con el envío de un certificando constatando que la actuación sobre las murallas se había atenido a lo dispuesto por José Gestoso y los arquitectos de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, ilustrado con fotografías de las obras de apertura.
 
De esta forma, gracias a las gestiones llevadas a cabo por José Gestoso, se sorteó la amenaza que se había cernido sobre los restos que se habían conservado de las murallas medievales de Sevilla. La lectura de estas cartas permite percibir que en ellas subyace el debate entre conservación y progreso en las ciudades que cuentan con un importante patrimonio histórico. Este es un debate de plena actualidad que sigue abierto y que cuenta con posturas muy alejadas entre si.
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