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El documento del mes

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Junio 2018

 Gandalf

 

  “¿Y USTÉ QUÉ EH? -ARCHIVERO. -DESDE LUEGO, HAY GENTE PA TO”

No hay ninguna duda al comentar que todo el mundo ha utilizado alguna vez la palabra archivo. Lo que también es cierto es que el uso de este término es muy variado y se ha empleado para definir múltiples conceptos, objetos e ideas. Valgan dos ejemplos: desde un contenedor de cartón o plástico, entiéndase caja, tal como aparece en los catálogos de productos de papelería, a un conjunto de bits que se almacenan en un dispositivo electrónico.

En nuestro ámbito profesional, la palabra archivo no representa ningún misterio. Aún así, como ocurre en todas las disciplinas científicas, no son pocos los diccionarios y manuales que han tratado y tratan de definir el concepto de archivo y de buscar las equivalencias del concepto entre los vocabularios profesionales de diferentes países. Lo mismo ocurre con la palabra archivero, el que se ocupa o tiene a su cargo el archivo. De ahí el título de este Documento del mes, empleando la famosa anécdota atribuida a Ortega y Gasset, y adaptada al mundo “archivero” y torero según convenga en la ocasión y el lugar.

Y toda esta introducción se justifica por un motivo claro y es que en el mes de junio, el día 9, se celebra internacionalmente el Día de los Archivos.

Sin caer en el victimismo y en las lamentaciones en las que con cierta asiduidad nos posicionamos cuando hablamos de nuestra profesión y de nuestro lugar de trabajo, lo cierto y verdad es que gran parte de la sociedad desconoce nuestra profesión o la conoce de una manera insuficiente. Para contribuir a despejar estas dudas queremos dedicar el Documento del mes de Junio a homenajear a nuestra profesión, haciendo un recorrido por las referencias al Archivo, al archivero o a la gestión documental que hemos localizado en los documentos de los diversos fondos y colecciones documentales que conservamos.

Podemos afirmar que la función del archivo y del archivero existe desde la antigüedad, protegida incluso por la divinidad, y encomendada siempre a altos funcionarios la responsabilidad de la custodia de los documentos. La dispersión de la función y profesión en la Edad Media se va recuperando con la conformación de los Estados modernos, pues los gobernantes son conscientes de la importancia de los documentos para el gobierno y la administración.

En este recorrido documental que vamos a hacer se podrá ver como, consciente o inconscientemente el archivo y el archivero han ido evolucionando dentro de la estructura y las funciones de las propias instituciones. También podremos apreciar lo contrario, que los problemas de los archivos se han repetido a lo largo de los años y en las diferentes organizaciones, publicas y privadas se han planteado los mismos problemas por la ausencia, en la mayoría de los casos, de un archivero responsable de la gestión archivística y documental.

Hemos seleccionado ejemplos del ejercicio de la profesión, como solicitudes para ocupar el puesto de archivero, instrumentos de descripción elaborados en algunos archivos, procedimientos de eliminación de documentos, pérdidas de documentos por plagas de insectos, o por inundaciones, etc.

 

Desde la implantación del notariado de tradición romana en la Corona de Castilla, a partir del siglo XIII, serán numerosas las disposiciones normativas que regularán el funcionamiento de la institución, tocantes, entre otros aspectos, a la conservación de los documentos que escrituran, y a la transmisión de los mismos de un escribano a otro.

La documentación de la Fábrica de Tabacos de Sevilla y sus registros contables se contienen en el denominado por la propia institución Archivo Histórico. El fondo documental de este Archivo se inicia en 1636, fecha en que se estableció la Renta del Tabaco en los reinos de Castilla y León. Las fuentes documentales se clasifican en dos grandes grupos. El primero, denominado Archivo Histórico, que comprende el periodo 1636-1887. El segundo, llamado Archivo Intermedio, que contiene los documentos producidos en la Fábrica desde 1887, año en el que se creó la Compañía Arrendataria del Tabaco, hasta su privatización. Hoy día se puede consultar esta documentación en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla

Por último, presentamos la solicitud de Simón Míguez para que le nombren archivero de la institución judicial sevillana, en la que consta la certificación del acuerdo del pleno de la Real Audiencia de tal nombramiento, pendiente de que el nuevo registrador-archivero acredite su condición de Notario del reino.

Para terminar otro ejemplo desgraciadamente habitual, de pérdidas documentales en los archivos, en este caso producidas por una plaga de termitas, en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción n.º 1 de Sevilla. Curiosamente, como anécdota, decir que en esos años los Juzgados de Sevilla se encontraban ubicados en el edificio que actualmente ocupa este Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Afortunadamente hoy sin termitas (que sepamos...)

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