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El documento del mes

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 Octubre 2016

aguava

 

Agua va: limpieza, higiene y salubridad de Sevilla en el XIX 

Código de referencia: ES.41003. AHPSE/1.1.2.1.2.// Otras escribanías, EGM 208

Título: Quejas de vecinos de la calle Colcheros contra Miguel Gómez, cirujano de navío retirado, por tirar escombros e inmundicias desde el balcón a la calle.

Fecha: Sevilla, 28 de agosto de 1804

Nivel de descripción: Unidad documental compuesta

Extensión y soporte: 7 hojas. Papel.

Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

 Amparo Alonso García. Archivo Histórico Provincial.

 En todas las ciudades del Occidente europeo son frecuentes las quejas y denuncias presentadas por parte del vecindario afectado o por parte de los poderes municipales, sobre la recogida de residuos, la acumulación de basura y en general los problemas de salubridad en todo el callejero. Tales problemas dieron lugar a una amplia documentación que refleja, en todos los casos, la constante preocupación de los cabildos por mantener las calles en el mejor estado posible y el constante incumplimiento de las disposiciones que, a tal efecto, dictaron; desobediencia ocasionada por la existencia de unas costumbres y tradiciones difíciles de desarraigar y por la falta de espíritu cívico o por la misma dejadez de los vecinos.

El medievalista Jean Pierre Leguay apuntaba la idea de que la contaminación en esa época era más natural que la nuestra, mas orgánica que química. Todavía en el siglo XIX se puede decir esto de muchas ciudades. La falta de un sistema de alcantarillado completo impedía la correcta evacuación de las aguas residuales o de la procedente de lluvias e inundaciones. La organización mínima en lo que se refiere a la recogida de los residuos orgánicos dejados por el hombre, del estiércol de los animales que compartían con él el espacio urbano o de los diversos materiales residuales de carácter doméstico dejaba mucho que desear y fallaba en muchos barrios, lo que motivaba que en una buena parte de los casos los residuos fueran a parar a las vías públicas.

En principio, el cabildo municipal era el encargado del mantenimiento en buen estado de las vías públicas, tanto desde el punto de vista de su infraestructura como de sus condiciones higiénicas, y es por este motivo que el principal punto de investigación de este tema se encuentre en los documentos conservados en los archivos municipales. Pero en cualquier otro archivo podemos encontrar información interesante para investigar la cuestión sanitaria referida al viario público. Dos ejemplos queremos traer para el documento del mes de Octubre que prueban el mantenimiento de las malas costumbre y cómo la conciencia cívica hace que se denuncien situaciones insalubres de determinados barrios o comportamientos inadecuados de los vecinos.

En la Causa escrita contra el cirujano de la Armada Miguel Gómez encontramos varias y reiteradas quejas presentadas por vecinos del mismo, que sufren agresiones verbales y físicas, pues se dedica a arrojar por el balcón escombros e inmundicias, hasta el punto de causar daño en las personas y en los inmuebles colindantes: “Lo más fue que enseguida arrojó el susodicho una holla que sin embargo de la mucha distancia llegó hasta la puerta de las casas del suplicante, de forma que por efecto de casualidad no sucedió ninguna desgracia dándole a una de sus sirvientes. Como ésta se quejase volvió el dicho Miguel a repetir sus insultos arrojando otras dos hollas, un llena de inmundicias y, llegando ésta al balcón de la casa del que dice, dio en la cancela rompiendo dos cristales...” Varios vecinos firman los escritos de quejas, entre ellos, la que dejaron en nombre de la pobre de Manuela Sánchez “que le rompieron la cabeza con una talla”, otro de los objetos que tiró por el balcón el vecino de la calle Colcheros.

Firma de Manuela Sanchez

 Junto a denuncias particulares también encontramos un análisis general de la situación sanitaria de una zona de la ciudad y propuestas de mejoras. Es el caso del Informe sobre el estado sanitario de las zonas comprendidas en las parroquias de San Bartolomé y San Esteban de Sevilla, impreso firmado por Joaquín Mensurado y Arturo Avilés, vocales de la Junta parroquial de Sanidad, en noviembre de 1884. (Fondo Joaquín González Moreno. Signatura: 23939/21). Según el informe podemos deducir que todo espacio deshabitado servía para arrojar las basuras, estiércol, aguas sucias, tripas y pellejos, como ocurría en la Plaza de Curtidores, en la sección del peladero en el Matadero, o en el arroyo Tagarete, utilizado como depósito de excrementos de la fábrica de abonos (guano): “Se ha dirigido un ruego al Exmo. Ayuntamiento para que excite a los agentes municipales al cumplimiento de su deber y quite de las calles el espectáculo repugnante de las basuras”. Proponen alejar el edificio contiguo al Matadero, conocido como Peladero, reformar el Husillo de la Puerta de Carmona, desecar el Tagarete y vigilar la Plaza de Curtidores, como soluciones para sanear los barrios de San Roque, San Benito, San Bartolomé, San Esteban y San Bernardo.

Bibliografía: 

  • F. Palomo, Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en Sevilla desde su reconquista hasta nuestros días, Sevilla, 1878, 2 vols.

  • A. Collantes, Las crecidas del Guadalquivir en la Edad Media, Sevilla, 1974

  • A.J. Albardonedo, "Aspectos urbanos de Sevilla durante el reinado de Felipe III", Archivo Hispalense, 216, 1988, p. 131.

  • Ricardo Córdoba de la Llave, “Las calles de Córdoba en el siglo XV:condiciones de circulación e higiene”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, Nº 10, 1994-1995, págs. 125-168

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