Antonio Enrique

Guadix (Granada)

(Granada, 1953), de la Academia de Buenas Letras de Granada, cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Como poeta, ha publicado dieciocho libros: Poema de la Alhambra (1974), Retablo de luna (1980), La blanca emoción (1980), La ciudad de las cúpulas (1980), Los cuerpos gloriosos (1982), Las lóbregas alturas (1984), Órphica (1984), El galeón atormentado (1990), Reino Maya (1990), La Quibla (1991), Beth Haim (1995), El sol de las ánimas (1995), Santo Sepulcro (1998), El reloj del infierno (1999), Huerta del cielo (2000), Silver shadow (2004), Viendo caer la tarde (2005) y Crisálida sagrada (2009). La Armónica Montaña (1986), Las praderas celestiales (1991), La luz de la sangre (1997), El discípulo amado (2000), Santuario del odio (2006), La espada de Miramamolín (2009) y El hombre de tierra (2009) constituyen sus novelas, siendo autor asimismo de Cuentos del río de la vida (1991).
Su labor crítica está contenida en unos cuatrocientos comentarios, en revistas y prensa. Como ensayista, cuenta con los libros Tratado de la Alhambra hermética (1988), Canon heterodoxo (2003), Los suavísimos desiertos (2005), El laúd de los pacíficos (2008), Erótica celeste (2008) y Las cavernas del sentido (2009). Reside en Guadix donde desempeña tareas docentes y está al cuidado del aula Abentofail de poesía y pensamiento.
 


Obras:

Felipe II, el Escorial y El Jardín de la Delicias del Bosco constituyen los tres hitos históricos fundamentales que se dan la mano en este argumento visionario y poderosamente ambientado. Y lo hacen de la mano de un narrador todo lo excepcional que se quiera, un joven mozo de retrete que asiste al monarca en su interminable agonía. El rey se azora ante el pobre muchacho porque éste ha llegado hasta sus vergüenzas y la máscara de poder se derrumba por pudor. El mozo no recela de su rey, incluso siente como propio su padecer. Ambos realizan un recorrido algo fantasmal por un jardín parecido al del Bosco.
Desde ahí Rey Tiniebla nos traza un imponente alegoría escatológica de la condición humana, del poder y de un momento histórico donde, siendo el reino español el más poderoso del mundo, también llegó a ser el más indigente y desdichado.
Con esta novela, Antonio Enrique aborda el género histórico desde una perspectiva donde el elemento visionario está por encima de lo puramente cronológico, y donde la riqueza de lenguaje está al servicio de la creación de atmósfera.

Narrativa
Adulto

Nunca hasta la fecha se ha acometido en España este original proyecto literario que tiene en cuenta un texto poético dentro de su contexto personal. Y que, en consecuencia, motivará a su lectura a un público lector más amplio que el habitual en este género minoritario. El autor queda así obligado a comparecer ante su público sin artificios y con la verdad de su poesía por delante. No sólo ha escogido su poema en razón a la emotividad, lo que lo hace más precioso de entre los de su producción, sino que trata de acercarlo íntimamente al lector, facilitando las claves de su origen y desarrollo. De ahí el apelativo de “emocional” en cuanto al título. En cuanto a su subtítulo de “setenta menos uno”, viene éste a constituir un sentido homenaje a nuestro compañero Rafael de Cózar, fallecido en plena ejecución de la presente antología y el primero que mandó su texto. Es, también, por extensión, la “silla vacía” por cuantos, aun con méritos, no han podido ser convocados a este proyecto, por razones de espacio limitado.
 

Poesía
Adulto