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Declaración institucional

Declaración Institucional del Consejo de Gobierno celebrado en la Diputación Provincial de Cádiz

Cádiz, 27 de Mayo de 2003

El 27 de Mayo de 1978, hace ahora 25 años, se constituyó la Junta de Andalucía, en un solemne acto celebrado en la Diputación Provincial de Cádiz, en el que se eligió también al Excmo. Sr. Plácido Fernández Viagas como primer Presidente de nuestra Comunidad. Se iniciaba así la etapa preautonómica. Con la perspectiva que otorga el tiempo y por la enorme capacidad transformadora que habría de tener el proceso político, social e institucional que entonces comenzaba, debemos considerar esta efeméride como un hito fundamental de nuestra historia contemporánea.

El acto constituyente de la Junta de Andalucía fue el colofón de la gran ansia de autonomía y progreso que había llenado las calles de Andalucía en las históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. Fue, igualmente, preludio del formidable combate democrático que habrían de librar los andaluces en las urnas sólo unos años después, el 28-F de 1980.

Pero, sobre todas las cosas, fue una muestra de generosidad: los hombres y mujeres que constituyeron la Junta de Andalucía antepusieron los intereses generales de la Comunidad a los suyos propios y a los de sus respectivos partidos.

El Consejo de Gobierno, reunido en el mismo lugar para conmemorar dicho aniversario, desea subrayar la importancia de tal acontecimiento y hacer un llamamiento a los andaluces y andaluzas, invitándoles a reiterar su compromiso de trabajo y de ilusión con la Autonomía. El período vivido en estos años coincide con el resurgir de Andalucía, con una etapa de cambios profundos y de mejora sustancial de las condiciones económicas, sociales y culturales, que nos han permitido afianzar nuestra identidad política en el seno de un gran proyecto común para España.

Cambios que se han ido produciendo y que se han manifestado, prácticamente, en todos los ámbitos. En el orden representativo e institucional, en la economía y el empleo; en la modernización de equipamientos e infraestructuras y en la universalización del sistema educativo, sanitario o asistencial.

La principal transformación, sin embargo, es la que han protagonizado los propios ciudadanos. Casi al mismo tiempo que se superaban problemas e inconvenientes que parecían endémicos, se asumían e integraban en el comportamiento individual y colectivo las características propias de las sociedades avanzadas: el dinamismo, el espíritu innovador, la cultura emprendedora, la eficiencia y la competitividad.

El esfuerzo realizado nos ha permitido, en definitiva, alcanzar una situación y unas condiciones que, sin lugar a dudas, son muy superiores en capital humano, físico y tecnológico, a las que teníamos cuando iniciamos el proceso autonómico. Esta certeza es la sólida base en la que se apoyan hoy Andalucía y la sociedad andaluza, para mirar hacia el futuro con mayor confianza y mejores garantías que nunca.

Un futuro que nos llega repleto de expectativas, de exigencias y de incertidumbres. Las expectativas de un proceso de globalización, cuyas oportunidades deben repartirse más justa y equitativamente; las exigencias de una revolución tecnológica, a la que es preciso dar respuestas más eficaces y contundentes, y las incertidumbres que, en el ámbito internacional, generan las guerras, las acciones terroristas y los desequilibrios económicos y sociales.

Estos retos no pueden desanimarnos. Deben servirnos, por el contrario, para estimular e incentivar el caudal acumulado en estos años por una sociedad joven y capacitada, como es la Andalucía del siglo XXI.

Ante todo, para desempeñar un papel más influyente en el progreso de España, en la construcción de la pluralidad y en la consolidación del Estado Autonómico. Vamos a seguir avanzando, abiertos siempre al diálogo y a la colaboración, con el fin de culminar el proceso de transferencias, desarrollar en su totalidad el contenido del texto estatutario y hacer valer los derechos de Andalucía como Comunidad que accedió a la Autonomía por la vía del art. 151 de la Constitución.

Otro objetivo prioritario es alcanzar mayor presencia y protagonismo en la U. Europea. El proceso de ampliación en marcha abre numerosas oportunidades de carácter comercial y empresarial a nuestra economía, pero nos plantea también importantes desafíos. Es verdad que los indicadores socioeconómicos de los nuevos estados miembros son más bajos que los nuestros, pero en recursos humanos y en formación, sí pueden presentar niveles homologables a los que aquí tenemos. Esto exige un esfuerzo conjunto, es decir nacional y autonómico, para mejorar nuestra capacidad y competitividad sobre la base de un mayor desarrollo de la ciencia, la investigación y la tecnología.

Tampoco podemos olvidar la existencia de recelos y desencuentros entre importantes países, acentuados recientemente. Hay que restablecer la confianza entre los socios europeos, avanzar en la cohesión económica y social, impulsar los mecanismos de cooperación con terceros países y hacer efectiva una Política Exterior y de Seguridad Común, que manifieste el potencial de Europa y exprese una forma propia de ver los problemas actuales del mundo.

Sobre todo en el Mediterráneo, zona de confluencia intercultural, frontera entre diferentes niveles de desarrollo y espacio en el que conviven la inestabilidad política y el fenómeno creciente de la inmigración. Por cercanía y lazos históricos, Andalucía no puede permanecer al margen de esta problemática. Hacemos todo lo posible para favorecer el diálogo y el entendimiento y evitar las actitudes racistas o xenófobas, pero urge una implicación mayor del conjunto de las administraciones públicas y una colaboración más eficaz por parte de la U. Europea, en consonancia con los principios y objetivos acordados en la Conferencia Euromediterránea de Barcelona.

Construir una Andalucía con más peso e influencia en su entorno, va a depender de lo que nosotros mismos seamos capaces de hacer, de nuestro compromiso con la educación, del apoyo que prestemos a la investigación científica y a la innovación tecnológica, de nuestra voluntad de incorporarnos plenamente a la Sociedad del Conocimiento y del esfuerzo que hagamos para poner en marcha proyectos e iniciativas empresariales, que nos permitan continuar creciendo y crear más y mejor empleo.

Sólo de esta forma, seguiremos avanzando y haciendo realidad el objetivo de que nadie quede atrás o al margen del progreso. Una sociedad andaluza más justa y solidaria, en la que sea un hecho la igualdad real entre hombres y mujeres, la participación de los mayores, la integración de los discapacitados, la compensación de las desigualdades y la aplicación de un modelo de desarrollo sostenible, que genere mayor bienestar y calidad de vida para las actuales y las futuras generaciones.

Es necesario profundizar en nuevos ámbitos para perfilar una democracia y una autonomía de mejor calidad: lograr unas administraciones públicas más modernas y eficaces; abordar nuevos derechos para un nuevo concepto de ciudadanía en una sociedad tremendamente dinámica y cambiante; una mayor atención a los problemas demográficos, los nuevos tipos de familia y los efectos de los movimientos migratorios. Hemos avanzado notablemente en la paridad en el ámbito de la representación política pero hemos de profundizar mucho más y extenderla en el seno de las empresas y lograr un reparto más equitativo en la atención a las cargas familiares.. La pervivencia del execrable fenómeno de la violencia de género nos muestra con toda crudeza cuándo nos resta aun por perfeccionar nuestra sociedad.

Confiamos de manera especial en los jóvenes para conseguir estos objetivos. La juventud andaluza ha alcanzado un elevado nivel de formación humana, técnica y profesional; está firmemente comprometida con la causa de la paz, la justicia y la solidaridad, como demuestra su presencia en el voluntariado social y sus ansias de participar y acceder a mayores responsabilidades. Tenemos, pues, garantizado el relevo y la consecución de un futuro mejor.

Pero el reconocimiento a la juventud debe llevar igualmente aparejado un esfuerzo hacia ellos: el derecho a una vivienda digna y la lucha contra la precariedad laboral afectan a todos los ciudadanos pero constituyen a menudo un problema fundamental para las nuevas generaciones.

En los últimos veinticinco años Andalucía ha cambiado radicalmente. La Andalucía actual ha dejado de ser una zona aislada y diferenciada de su entorno español y europeo. Forma parte de él a todos los efectos y, aunque pervivan ciertos déficits, como una cota de desempleo demasiado elevada, podemos decir con orgullo que Andalucía ha superado el lastre del subdesarrollo que la persiguió durante decenios.

Es más, el comportamiento de la economía andaluza en el actual contexto de desaceleración es un indicio de un cambio estructural de gran magnitud en nuestra economía que, invirtiendo su tendencia histórica, muestra ahora no sólo una mayor tendencia al crecimiento en períodos de expansión sino que también exhibe más resistencia al retroceso en los momentos de crisis.

Existe, pues, una nueva realidad andaluza, una nueva percepción e imagen de Andalucía en el exterior y hay, sobre todo, un gran proyecto global para Andalucía que, entre todos, debemos desarrollar y llevar adelante sin localismos ni enfrentamientos estériles. Andalucía, enriquecida por la diversidad provincial de sus manifestaciones culturales o artísticas, se siente reforzada por el potencial que representa el apoyo unánime de los andaluces y andaluzas al progreso de su tierra y al fortalecimiento de una identidad común.

Dentro de unos meses cumplirá también veinticinco años la Constitución Española de 1978. En el marco de democracia y libertad que ampara nuestra Carta Magna, acabamos de celebrar un nuevo proceso electoral que ha diseñado el mapa político municipal para el próximo cuatrienio.

El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía reitera su compromiso de trabajo y cooperación con todos los Ayuntamientos y con las nuevas Diputaciones Provinciales, sin hacer distinciones de ningún tipo. Estamos convencidos de que las Corporaciones Locales son indispensables para el equilibrio y la vertebración del territorio andaluz, fundamentales para acercar a los ciudadanos la autonomía y el ejercicio de sus derechos, y especialmente operativa para la gestión y el eficaz funcionamiento de determinados servicios públicos.

El diálogo y el entendimiento, tanto entre las distintas instituciones, como en el plano económico y social con Empresarios y Sindicatos, han sido factores decisivos en la estabilidad y el progreso de Andalucía en estos años. Consideramos necesario mantener este clima de consenso y colaboración, así como hacer un llamamiento a la participación de los andaluces y andaluzas a través de nuevas fórmulas e instrumentos de debate como los que proporcionan las nuevas tecnologías.

Una presencia cada vez más activa que sea la expresión de una sociedad civil fuerte y bien articulada, de la autoestima de los ciudadanos, de su espíritu emprendedor y de la capacidad de iniciativa para asumir y protagonizar su propio destino.

Si Andalucía afronta hoy con determinación el reto de la Segunda Modernización, el reto de construir un gran futuro para las generaciones venideras a la cabeza de las grandes regiones de Europa, es gracias en buena medida al impulso que aquéllos hombres y mujeres imprimieron a la autonomía hace 25 años. Seamos consecuentes y no regateemos ahora esfuerzo y generosidad a la noble causa de Andalucía.