Intervención del presidente de la Junta, Manuel Chaves, en el acto que se celebra en Cádiz
Cádiz, 27 de mayo de 2003
Excmas. e Ilmas. Autoridades
Sras. y Sres.
Hace exactamente veinticinco años, en estos mismos salones de la Diputación de Cádiz, se constituyó la Junta de Andalucía y se eligió a D. Plácido Fernández Viagas primer Presidente de nuestra Comunidad.
Al citar su nombre y su ejemplar testimonio de entrega, quiero recordar también, en los comienzos de esta intervención, a Rafael Escuredo, a José Rodriguez de la Borbolla y sus respectivos Equipos de Gobierno, así como a tantos funcionarios y servidores públicos, muchos de ellos ya desaparecidos, cuyo trabajo y compromiso con Andalucía les hace acreedores al reconocimiento de todos.
La importancia del aniversario que estamos celebrando, su incidencia en la evolución posterior, en el desarrollo político e institucional andaluz y en el afianzamiento de nuestra identidad, son aspectos que justifican plenamente la evocación de aquella fecha y la invitación a quienes participaron ese día en los principios del proceso autonómico.
En nombre de todos, acaban de intervenir D. Manuel Clavero Arévalo, entonces Ministro para las Regiones y siempre activo defensor de nuestra Autonomía, y D. Rafael Román, actual Presidente de la Corporación Provincial gaditana, anfitriona del solemne acto que hoy conmemoramos, a quienes deseo agradecer sus palabras.
Quiero añadir, por mi parte, algunas reflexiones y reafirmar que aquél acontecimiento de Mayo del 78 tuvo un indudable carácter histórico. Estábamos aún en los inicios, en la llamada fase preautonómica, pero todo empezaba a conjurarse para que el poder y las instituciones andaluzas fueran pronto una realidad.
La creciente conciencia ciudadana, la actividad de los partidos y grupos políticos, el liderazgo de determinadas personalidades, la movilización de amplios sectores sociales y la influencia de los medios de comunicación y de los creadores de opinión, fueron factores decisivos de un despertar en el que Libertad, Democracia y Autonomía iban de la mano.
El pueblo andaluz emprendió un arduo e ilusionante camino que, visto en sus comienzos con cierta desconfianza e incredulidad, terminó despertando el interés y la admiración de propios y extraños.
Si bien no faltaron trabas e inconvenientes, también encontramos importantes estímulos e impulsos, empezando por las vibrantes y multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. Al año siguiente, la firma del Pacto de Antequera y la aprobación de la Constitución, representaron dos valiosos frutos del clima de diálogo y de acuerdo que presidió la transición política española e inspiró nuestro propio proceso.
Después vendría la iniciativa autonómica de los primeros Ayuntamientos democráticos en 1979 y la lucha entablada en un referéndum complicado y a la contra, hasta desembocar en la eclosión y el triunfo de Andalucía un inolvidable 28 de Febrero.
Aquí en Cádiz donde, mirando el mapa, parece que descansa o se apoya toda España y donde nació nuestro compromiso constitucional, se pusieron también los fundamentos de la Autonomía andaluza.
¡Qué profundo significado, Sras. y Sres., tiene esta palabra!. Especialmente a la luz de lo que entendíamos y pretendíamos en aquél momento.
Para la mayoría de los andaluces y andaluzas, por encima de cualquier consideración formal o protocolaria, la Autonomía debía ser, ante todo y sobre todo, un instrumento político de cambio y de transformación.
Así nos lo planteábamos porque nos pesaba demasiado, un largo período de olvidos y abandonos. Andalucía era un caso aparte, una tierra con posibilidades ciertas, una zona sugerente y atractiva por su personalidad y por la riqueza y singularidad de su patrimonio artístico, que permanecía encerrada, sin embargo, en el círculo vicioso del subdesarrollo, atenazada por el atraso cultural y atrapada en la inercia y en el tópico. En aquella "España diferente" que se vendía al mundo del turismo, nosotros éramos la gran atracción y también la gran diferencia.
Han transcurrido sólo veinticinco años y cada vez se hace más evidente que hoy estamos en una situación absolutamente distinta. Algo ha debido de ocurrir para que el análisis de los especialistas y la propia percepción de los ciudadanos haya cambiado tanto en tan poco tiempo.
Ahora lo que predomina no es la diferencia, sino la similitud; es decir, que empezamos a parecernos con las sociedades avanzadas de nuestro entorno nacional y europeo.
No voy a decir, por supuesto, que todo se haya solucionado. Es evidente que aún perviven rasgos del pasado, pero la nota distintiva en la actualidad es, como se reconoce en un estudio reciente, que "las similitudes son tantas o más que las diferencias" y, estas últimas, "cuestiones de grado" que ya no nos separan, de forma radical e insuperable como antes, de las economías y sociedades que nos sirven de referencia.
Hemos conseguido dar un vuelco a la situación de partida, e introducir en la dinámica social un componente de cambio e ilusión. Se ha realizado un gran esfuerzo económico y social; se han modernizado equipamientos e infraestructuras; hemos atendido con especial esmero todo lo relacionado con la educación, la universidad, la ciencia y la investigación; se ha elevado la calidad de la atención sanitaria, un derecho del que gozan hoy todos los ciudadanos, y se han garantizado las prestaciones sociales, ampliándolas en los casos de mayor necesidad.
Con este bagaje, nos hemos convertido en los últimos años en impulsores del progreso global de nuestro país, contribuyendo eficazmente a que pueda cumplir los requisitos de convergencia en la U. Europea y consolidar el gran proyecto común de una España plural, próspera y solidaria.
Estos son los rasgos, la nueva situación de Andalucía. Pero no sería buena conclusión detenernos o ensimismarnos en la contemplación de lo conseguido, sino aprovecharnos de estos resultados para alcanzar nuevas y más ambiciosas metas.
Ahora es cuando, en realidad, podemos dar lo mejor de nosotros mismos. En efecto, a las tradicionales señas de identidad del pueblo andaluz, se han añadido la autoestima ciudadana, el aprecio por lo propio y las características de una sociedad joven y bien preparada, con iniciativa y espíritu emprendedor y capacitada, en consecuencia, para competir en rigor, en eficiencia y en calidad.
Esta renovación de actitudes y mentalidades es, sin duda, el principal cambio o giro que ha experimentado Andalucía en estos años y el que nos permite mirar hacia adelante con mayor confianza y mejores garantías que nunca.
Vivimos, Sras. y Sres., una etapa de cambios profundos e irreversibles, en muchos casos. El futuro parece que se nos anticipa y se nos hace presente, trayendo consigo nuevas expectativas, exigencias e incertidumbres.
Las expectativas de mayor progreso y bienestar que representa, por ejemplo, el proceso de globalización en marcha. Unas expectativas por el momento incompletas, porque sus numerosas e innovadoras posibilidades, no están sirviendo sin embargo para crear una situación más justa, equilibrada y estable en el mundo. A pesar de las oportunidades que puede ofrecer, la globalización no ha producido hasta ahora beneficios verdaderamente globales.
Nos encontramos, por otra parte, con una revolución tecnológica que ha ido originando una nueva sociedad y una nueva economía. Esta realidad nos plantea, como exigencias ineludibles, que las instituciones, el sistema educativo, los centros de investigación, las empresas y los propios ciudadanos, seamos capaces de dar respuestas más eficaces, tanto en la generación continua de nuevos conocimientos, como en su gestión y aplicación posterior.
Debemos referirnos, en tercer lugar, a las incertidumbres que se reflejan en el escenario internacional, por causa de guerras y conflictos armados, por la difusión del fundamentalismo y de un terrorismo sin escrúpulos, y por la situación de extrema pobreza, de atraso cultural, de explotación y marginación en la que viven países y zonas enteras del mundo, factores que actúan como germen del odio y la violencia.
Somos conscientes de la importancia de estos retos, de que es necesario el concurso de todos, en especial de los organismos internacionales y, a estos impulsos, debemos sumar nuestra propia contribución, por modesta que parezca. Es el momento de activar la centralidad de Andalucía respecto a muchos de estos problemas y de poner en juego el caudal que ha reunido en estos años la sociedad andaluza.
En consonancia, pues, con este contexto general, tenemos que articular una respuesta propia, coherente y viable. Una posición y una actitud que represente e integre, por encima de intereses particulares, el sentir común de los ciudadanos andaluces y del conjunto de sus instituciones públicas y organismos económicos o sociales. El objetivo, Sras. y Sres., es Andalucía; definir con precisión el lugar que debe ocupar y el papel que puede desempeñar Andalucía en un universo competitivo y exigente.
Ante todo en España y, como andaluces, hablamos de España sin equívocos ni complejos. Haber alimentado su entidad histórica y cultural, formar parte de un gran proyecto de libertad y progreso, impulsar su presencia en el mundo y contribuir a la construcción de un Estado plural y solidario, son aspectos que nos enorgullecen, que están indisolublemente unidos a nuestra identidad y a la aspiración que nos propusimos desde el comienzo del proceso autonómico andaluz.
Esta línea de actuación es irrenunciable para nosotros. Seguiremos promoviendo, en un marco de lealtad constitucional, la participación e integración de todos los ciudadanos y de todos los territorios en la defensa de la paz y de la convivencia democrática, frente a los terroristas y a quienes justifican, de una manera u otra, sus acciones violentas o sus exigencias soberanistas.
Sras. y Sres., reitero una vez más, en este solemne acto, que hacer valer los derechos de Andalucía como Comunidad que accedió al autogobierno por el art. 151 de la Constitución y desarrollar en su totalidad el contenido del texto estatutario, siguen siendo objetivos prioritarios del Gobierno Andaluz.
Otra meta fundamental en estos momentos es conseguir que España, y con ella Andalucía, alcancen mayor presencia y protagonismo en la nueva U. Europea. El proceso de ampliación hacia el Centro y el Este del Continente, abre insospechadas oportunidades.
Debemos aprovechar esta circunstancia e impulsar, en colaboración con los empresarios, una acción estratégica encaminada a establecer en los nuevos países una mayor presencia de la economía andaluza, que repercuta en el progreso y en el bienestar de las respectivas sociedades.
Hay que restablecer de nuevo la confianza entre los socios europeos, avanzar en la cohesión económica y social, promover la cooperación con terceros países y definir una política exterior y de seguridad específicamente europea.
Uno de esos lugares donde se hace hoy indispensable la presencia de la U. Europea es el Mediterráneo, zona en la que Andalucía ocupa una posición estratégica y en la que venimos impulsando una intensa actividad de cooperación e intercambio, en especial con los países del Magreb por razones históricas, culturales y de proximidad.
Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes. Los problemas de seguridad colectiva, la influencia y la confrontación entre culturas y niveles de desarrollo, el cercano conflicto del Próximo Oriente y las proporciones del fenómeno de la emigración, exigen una implicación mayor del conjunto de las administraciones públicas y un compromiso más eficaz por parte de la U. Europea, en consonancia con los principios acordados en la Conferencia Euromediterránea de Barcelona.
El mundo en el que nos movemos, Sras. y Sres., es cada vez más complejo, como estamos comprobando a diario. Potenciar el peso de Andalucía en España, en Europa o en el Mediterráneo pasa, necesariamente, por fortalecer su capacidad y competitividad. He propuesto, en consecuencia, impulsar un nuevo proceso de modernización que enlace, a un nivel superior de objetivos y de medios, con el que se ha producido en estos años.
Los cambios que hemos experimentado demuestran que la Autonomía ha sido un instrumento tremendamente eficaz para la mejora económica y social y para elevar las condiciones generales de vida en nuestra Comunidad.
Nadie nos ha regalado la situación alcanzada y tenemos que mantener e incrementar los esfuerzos, convencidos de que el futuro depende de nosotros mismos, del dinamismo y de la iniciativa que seamos capaces de aplicar en cada momento, de que nuestro compromiso con la educación, la ciencia y la innovación tecnológica se plasme en la plena incorporación de Andalucía a la Sociedad de la Información, y de que la generación y gestión de los nuevos conocimientos la utilicemos adecuada y eficazmente.
De lo que se trata, en definitiva, es de emplear los talentos, la cualificación humana y profesional de los jóvenes, la autoestima y el espíritu emprendedor de los ciudadanos, y concretar este inmenso capital en nuevas propuestas y proyectos empresariales, de forma que podamos seguir creciendo y crear más y mejor empleo.
Nuestro objetivo es que nadie quede atrás o carezca de oportunidades. Estamos empeñados en construir una sociedad más justa y solidaria, en la que sea un hecho la igualdad real entre hombres y mujeres, la activa participación de los mayores, la integración de los discapacitados, la compensación de las desigualdades y la aplicación de un modelo de desarrollo sostenible, que proporcione mayor bienestar y calidad de vida a las actuales y a las futuras generaciones.
Está en marcha, Sras. y Sres., un proyecto global para Andalucía que, entre todos, debemos llevar adelante con generosidad y amplitud de miras y, por tanto, sin localismos empobrecedores y estériles. Seamos conscientes de que cada provincia, cada ciudad y cada uno de nosotros, tenemos una función y una honrosa tarea que cumplir en este gran objetivo. Formamos un microcosmos por la diversidad de costumbres, tradiciones y estilos. Esta riqueza se acrecienta y se multiplica cuando la defensa o la promoción de lo particular, se compagina con el apoyo unánime al progreso común y con la vinculación de los andaluces y andaluzas a una misma identidad.
A finales de año, celebraremos también el veinticinco aniversario de la Constitución Española, ejemplo a seguir de síntesis entre unidad y pluralidad, origen de las libertades y fundamento de los derechos que nos amparan a todos por igual. Acabamos de ejercer en las urnas uno de los más democráticos, en otra demostración de responsabilidad y madurez cívica, y han quedado establecidos los Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales.
En la vida municipal empieza ahora una nueva etapa política y administrativa de enorme importancia para nuestra Comunidad.
Conviene, por tanto, insistir en la necesidad del trabajo conjunto y en la concordancia de la programación y de los proyectos.
Las Corporaciones Locales juegan un indiscutible papel en el desarrollo económico y social, en la prestación de servicios básicos, en la concreción y proximidad de la autonomía, en la articulación del territorio y en la vertebración de la sociedad.
Esta propuesta de aunar esfuerzos ciudadanos y voluntades políticas adquiere, pues, pleno sentido y significación. Nace del firme convencimiento de que la cohesión nos hace más fuertes y de que juntos conquistaremos, con toda seguridad, un futuro mejor. Entre otras razones porque, al hacer la suma, contamos con una garantía, una experiencia y un estímulo, que justifican el carácter indefectible de dicha conclusión.
La garantía que representan, ante todo, los jóvenes andaluces, su formación y preparación, su capacidad para asumir el actual reto tecnológico, su compromiso con la idea, tantas veces expresada por ellos mismos, de que "otro mundo es posible"; un mundo de paz, de justicia y de solidaridad.
La experiencia de diálogo e interlocución seguida durante años con Empresarios y Sindicatos, que ha convertido a Andalucía en modelo de acuerdo y de consenso, pudiendo así encauzar las relaciones laborales, promover la economía productiva, difundir las nuevas tecnologías e impulsar el crecimiento y la creación de empleo.
El estímulo que supone, finalmente, una sociedad civil abierta y participativa, unos ciudadanos emprendedores, con capacidad e iniciativa para protagonizar su propio destino.
Excmas. e Ilmas. Autoridades
Sras. y Sres.
En el último cuarto de siglo la sociedad y las instituciones andaluzas, han dado un solemne mentís a quienes creían que teníamos reservado un lugar anecdótico o marginal y que estábamos condenados, sin remisión, a ocupar una posición de dependencia en relación al desarrollo y al progreso.
Hemos demostrado que nada estaba escrito o decidido de antemano. Esto nos permite elevar el listón de nuestras aspiraciones y asegurar que, con el esfuerzo y la implicación de todos, la Andalucía del siglo XXI puede ser un espacio próspero y de calidad, un factor de estabilidad y equilibrio en su entorno y un referente de dinamismo y modernidad.
Video del Discurso de Manuel Chaves
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