La poesía de Carlos Andreoli oscila entre la claridad de la canción y la complejidad del poema, grandes vertientes poéticas desde las cuales podemos descubrir qué ocurre en el bosque que tapa el árbol. Andreoli posee también dos de los grandes pilares que sostienen la poesía: ojo rápido para ver lo invisible, y fino oído para escuchar los latidos subterráneos de la vida sensible. Pero habrá que leerlo con cuidado porque se trata de un poeta peligroso: suele hacernos prisioneros en su cárcel de sueños, o barrernos la rutina con su viento de imágenes, o dejar que el corazón se vaya de nosotros y salga a pasear entre la gente común, esa que canta y vocifera. 
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