Francisco Valls, Paco el Americano

Francisco Valls, Paco el Americano

21/04/2020

Francisco Valls, Paco el Americano, nació en  Buenos Aires (Argentina) en 1907 y murió en Madrid en 1987. Su vida artística se desarrolló en la geografía española, país al que vino siendo niño. Aunque actuó durante largas temporadas en Argentina, donde es muy reconocido, su triunfo se produjo en Madrid, actuando en el Circo Price y compartiendo cartel con grandes artistas de la época. Según la web El arte de vivir el flamenco realizó grabaciones "donde se da a conocer como un buen especialista por fandangos y boleros por bulerías, milongas y colombianas, en los cantes de ida y vuelta (...) En los años cuarenta estaba muy de moda en todas las emisoras de radio, por su dulzura y con un arte muy especial para decir los cantes".

Reproducimos las palabras que inician el cancionero a él dedicado en la serie 'Figuras del cante jondo', donde se encuentran datos sobre su vida, su trayectoria profesional y sus coplas preferidas. Este cancionero fue reeditado, en edición facsímil, por el Instituto Andaluz del Flamenco y la editorial Extramuros.

Algo sobre Francisco Valls, 'El Americano'

La destacada figura de Francisco Valls Toribio 'El Americano', es indudablemente la más saliente que tenemos en el cante flamenco, más común llamado 'jondo'. Por su exquisita voz, de tonos y matices suaves y briosos, le hacen el creador de un arte personal, que ha sabido aunar la frase bravía y rotunda de lo "andaluz" con la cadencia de lo "americano". De aquí la marcha triunfal de su fama por los escenarios españoles y extranjeros.

Al dedicarle hoy estas páginas a tan insigne cantador, hemos creído oportuno sostener con él una "charla" para conocer por él mismo todos los detalles de su vida artística y las impresiones por su deambular por el mundo.

Conocida de todos es la figura de 'El Americano' y las dotes que le adornan. De una modestia sin límites, Paco se nos presenta un poco reacio a contarnos su vida, pero poco a poco y entre sorbos de aromático café, le vamos entresacando su vida e impresiones.

Paco nació en la ciudad del Plata en el año de 1907, transcurriendo sus primeros en aquellas bellas tierras americanas, donde aprendió su lengua nativa, tan llena de encanto y varia en tonalidades. Como flor destinada a dar su perfume al arte, fué trasplantado a orillas del Betis, tierra plena de sol, luminosidad y alegría, y allí, al conjuro de su encanto brujo, brotó en él, primero, la admiración por el "cante", después su afición... y casi aún un chaval, con su media lengua "apuntaba" una canción. Más de una paliza -nos dice Paco- me he ganado por escaparme cuando iba a algún "mandao" a escuchar el cante a tiendas y colmados; pero estas injusticias familiares no mermaban en mí las aficiones.

-El deseo de cantar en "serio" me hizo estudiar los distintos cantes de flamencos que oía -afirma 'El Americano'- con lo cual y con la evolución de los mismos, saqué la consecuencia que esta forma de cantar podía ser susceptible de renovación y me decidí a cantar, impulsado por mis amigos, que eran mis admiradores. Ya en Madrid, debuté en un Bar en el año 1923, siendo mi primer dinero ganado con el cante seis pesetas, pero prefería yo marcharme con los amigos que me jaleaban. Para mí, enamorado del arte, me halagaban más estas manifestaciones de los míos que un pequeño puñado de pesetas. Mi debut serio fué alternando con el "Cantares" y donde los cálidos aplausos del público fijaron en mí una ruta de la que hice el firme propósito de no apartarme nunca.

-¿.....?

-Para mí -afirma- los mejores cantes que existen son las seguidillas y las soleares, que las considero como cante más bueno; pero desgraciadamente hoy, ese cante no "llega" al público. También me gusta mucho cantar colombianas que, como más melosas y melodiosas, se adaptan más a mi voz.

-¿.....?

-Tengo una colombiana en mi repertorio, que escribió para mí Gregorio Mariño, llena de emoción, y que dice:

Qué bonito es ser artista
y tener admiradores, 
que bien suenan los aplausos
cuando son atronadores
que llegan a los oídos 
como una lluvia de flores.

Aquél que su buena suerte
le da fama y nombradía,
que no se ufane y se acuerde
de que glorias y alegrías
se evaporan como el humo
porque son la flor de un día.

Todos esos mismos que lo aclaman
cuando está caído le critican,
sin compasión
sin compasión lo difaman;
por eso yo no presumo
ni de mi arte me ufano,
y a todo el mundo lo miro
como se mira a un hermano
para que nadie critique
a Paco 'El Americano'.

Efectivamente, Paco 'El Americano' es así; no presume. Ha cantado por lo habito, porque el lugar en que estamos no era prudente de otra forma, y su voz armoniosa ha matizado la copla de forma magistral. No queremos desperdiciar la ocasión que se nos presenta y por ello invitamos a que nos diga qué coplas son las que más le gusta cantar cuando está en el escenario, a lo que nos contesta:

-Tengo varias coplas que me gustan, que se las recitaré, casi todas son coplas populares; pero una de ellas, la primera, ha sido la que más fama me ha dado y por ello siempre la canto con gran cariño. Dice así:

Vete mujer de mi vera,
vete que no quiero verte,
que me has hecho un "desgraciao"
y si Dios me diera la muerte
no se me diera "cuidao".

A la probe de tu madre 
corre y dale de comer,
no te gastes tú los dineros
con esa mala mujer,
los padres son los primeros.

Si encuentras algún caminante
por camino carretero,
no le preguntes su sino
que te dirá que vive errante
errante por su destino.

Con estas coplas recitadas nos ha demostrado Paco sus dotes de artista en la escena. No sólo con el cante es con lo que 'El Americano' triunfa; en América, con "La Copla Andaluza", se nos destacó como un gran cómico, que dominaba la escena al igual que uno ya acostumbrado a las tablas y así vemos que en Argentina, Chile, Uruguay, Cuba, etc., etc., cosechó grandes aplausos interpretando la primera obra y "El alma de la copla" y aquí, en provincias, con las mismas, a más de "Claveles de España", "Sol andaluz", etc., obtuvo éxitos rotundos, hasta el punto de estar preparando la reposición en Madrid de la obra estrenada hace meses en Valencia, titulada "Aquella jaca tan brava...", de la que es autor su íntimo Julio del Rey.
En la vida artística de Paco 'El Americano', todo el arte ha tenido representación, ya que hasta ha escalado los umbrales del séptimo, filmando ante el celuloide la película "Estampas españolas", próxima a estrenarse. También en la tauromaquia Paco ha hecho sus pinitos. 

-Fué en la plaza de Madrid -nos dice el Americano- un día de los más grandes de mi vida. Había cantado de lo lindo y con un público entusiasmado que me había aplaudido a rabiar... pero llegó la hora de lidiar y matar un becerro y me fuí a él con la misma tranquilidad que se puede cantar un fandango (que es cosa sencilla). El torete era bravo, pero de una descortesía a toda prueba. Me dió una paliza fenomenal, dejándome "a gran altura"; le digo a usted que pasé lo mío.

-¿.....

-La vida de toda persona dedicada al arte está llena de anécdotas y sucedidos pintorescos por lo mucho que corre por el mundo y, por esta causa está llena de recuerdos, unos gratos y otros desagradables; en mí, aunque sea inmodestia, los primeros son más que los segundos. De estos últimos -nos dice 'El Americano'- no tengo en mi vida más que uno; fué en Madrid, en  ocasión en que nos encontramos varios amigos en un Bar del Puente de Toledo, barriada en donde he pasado mis años mozos, cantando yo sin ningún interés más que el de entretener a mis amigos, cuando acertó a pasar por allí un ciego y como no teníamos guitarra, se le propuso al mismo que me acompañara en el cante. Así pasamos el rato y al terminar de cantar, yo propuse pasar un guante para que el pobre no hubiera perdido el tiempo. Fué aceptada mi proposición y al hacerlo, de un grupo de individuos que cerca se encontraban, se destacó uno con intención de, al parecer, echar dinero en el sombrero en que se recogía; pero, muy al contrario, lo que hizo fué apoderarse de unas pesetas que dentro había. Yo le afeé el hecho, intervinieron los demás y no pasó nada... pero horas después cuando me dirigía a mi casa ya de madrugada, me agredieron por la espalda, dándome dos puñaladas que me retuvieron en cama 27 días. Como verá, este hecho no resulta para mí nada de agradable.

-De satisfacción íntima -continúa diciendo- tuve varios momentos, uno de ellos en el estreno de "La serrana más serrana", de Julio del Rey, en Talavera, donde salí a escena sin saberme el papel y lo desempeñé a gusto del público. También en Buenos Aires, al estrenar "La Copla Andaluza", me halagó en extremo los cálidos aplausos de mis paisanos, cuando les canté una copla escrita expresamente para el momento y que no la olvidaré nunca. Decía así:

De esa raza noble y fina
traigo un abrazo de España
para esta tierra divina
que para mí no es extraña,
pues yo soy de la Argentina.

Yo en la Argentina he nacío.
Niño a España me llevaron;
ahora a mi tierra he venío;
dos madres se me juntaron,
que son el cariño mío.

-Las dotes que debe tener un cantador de flamenco son varias. Para esta clase de cante se requiere una voz "rajada", una voz flamenca, a la que acompañe el dejo de sentimiento, que es imprescindible. Sin sentir una copla no se la puede cantar bien. Esto es lo principal en los artistas; por eso hay muchos que, aunque tienen buena voz, acompañada de un timbre bonito, no sirven más que para cierta clase de ante en el cual se han especializado y, aunque se les quiera denominar "cantaores" de flamenco..., no son más que "cantaores" a secas.

-¿.....?

-Mucho interviene el "tocaor" de guitarra en la ejecución de la copla flamenca y por eso los artistas tienen que conocerse para poder quedar bien. A mí, entre los "tocaores", para cantar me gusta Manolo el de Badajoz y, como guitarrista sin cante, Ramón Montoya.

-¿.....?

-Durante mi carrera he alternado siempre con muy buenos cantadores del arte, todos de muy buen cartel, como Juan Antonio Chacón, 'Niña de los Peines', Manuel Vallejo, José Cepero, 'Niño de Marchena' y otros. Como "cantaores" me gustan mucho la 'Niña de los Peines', Manuel Vallejo y 'Candileja', el de Puerto Real. También hay otros a los que considero con mérito grande, claro está, que cada uno en su estilo.

A nuestro modo de ver de cronistas, todo hombre tiene en su vida un algo que vive ante él y no se borra por muchos años que pasen; por eso en la de Paco 'El Americano', hay dos cosas que le han llegado a lo más profundo de su alma de artista. La una es de carácter meramente particular y damos a la imprenta por fuero de la verdad, aunque pequemos de indiscreto. Un hombre, todo corazón, cae en las redes de unos ojos bellos. El amor llama a sus puertas, pero la fama de los "cantaores" es funesta; todos ven en esta profesión orgías, manzanilla, mujerío y vida de colmado. Pero el hombre, todo corazón, convence a la oposición de que es compatible el cantar de fadanguillos con hombría y honradez de hombre cabal... y ahora, en la actualidad, vive feliz en su hogar...

Otro suceso de su vida tiene unos matices altamente emotivos y es... Pero dejemos a Paco 'El Americano', que sea quien nos lo cuente.

-Cantaba yo -dice- en un pueblo de la provincia de Jaén, Torredonjimeno. El teatro se encontraba rebosante de público, que me pedía más y más coplas, a las que yo, encantado, correspondía, para dejar un grato recuerdo de mi actuación en aquellos lugares. Rasgueaba la guitarra llorosa, los dedos del tocador tejían en la vihuela las frases dulces de la falseta, cuando me arranqué por un fandango lleno de emoción, que dice así:

Qué pena tendrá aquel preso
que le mandan a decir
que su madre se le ha muerto
y no le dejan salir
a darle el último beso...

La copla la canté con el sentimiento más profundo que pude, poniendo en cada estrofa todo el dolor que ella misma representaba. Sale de la sala un estruendoso aplauso y súbitamente se hace el silencio. Por entre los espectadores veo venir hacia mí un hombre moreno, curtido por el aire y el sol, y de complexión robusta. Venía llorando como un niño y, subiéndose al escenario, se abrazó a mí dándome un beso fuerte y de corazón... Después nos enteramos que aquel desgraciado había vivido la tragedia de la copla y que al besarme a mí quizás fuera que me dió el que no pudo colocar sobre el cadáver de su madre.

Los hombres, sin dejar de serlos, lloran y besan como hombres, al rudo golpe de un dolor.

Bruno de Perinat