Manuel de Falla y 'El cante jondo. Cante primitivo andaluz'

Manuel de Falla y 'El cante jondo. Cante primitivo andaluz'

Resumen del primer capítulo del folleto publicado por el compositor gaditano con motivo del Concurso de Cante Jondo de 1922

17/03/2020

Texto: Aida R. Agraso.

 

El folleto escrito por Manuel de Falla con motivo de la celebración, en 1922, del Concurso de Cante Jondo de Granada, se titula "El cante jondo. Cante primitivo andaluz". En él, analiza los elementos musicales del cante jondo, tanto atendiendo a sus valores históricos como a las posibles influencias que tuvo en su origen, así como la influencia del cante en la música moderna europea y su condición de inspiración para ilustres compositores europeos, amén de la importancia de la guitarra española en esas influencias.

Consta de un texto, a modo de preámbulo, denominado "El canto como expresión del espíritu de los pueblos". Posteriormente, otros dos se refieren al "Análisis de los elementos musicales del 'Cante jondo'" y a la "Influencia de estos cantos en la música moderna europea".

En esta primera entrega dedicada a esta conferencia, abordaremos el preámbulo y el primero de los capítulos. Falla comienza con una prosa cuidada, por momentos lírica, explicando que "hace largo tiempo, iniciáronse en todos los pueblos las indagaciones que podían conducirles al conocimiento de sí mismos, de sus modalidades peculiares, de sus intimidades psicológicas; y guiados por este propósito de poner al descubierto los hontanares de donde manaba su cultura, examinaron los aspectos más varios de su vida externa e interna: era ese el modo de ir facilitando la comprensión de las propias peculiaridades; esto es, los rasgos de cada sujeto histórico". Y, dentro de ello, especifica que "la música, expresión ingenua, libre, de la vida sentimental, lenguaje del dolor y del anhelo con el que los individuos y las razas expresan lo patético, y en general lo que hay más profundo e inarticulable en ellos, no podía quedar olvidada en ese movimiento general de la investigación histórica; y aquí y allí surgieron estudios, y a medida que estos fueron de mayor valor, han ido mostrando la altísima alcurnia espiritual de las melodías primigénitas y su importancia para conocer los rasgos temperamentales de los pueblos; y es que en las melodías pristinas, el alma se halla a solas consigo, con sus afanes, y por tanto el espíritu de las razas se hace en ellas transparente".

Inicia lo que el compositor define como un acercamiento "al alma de Andalucía" de una forma concreta: "poniendo de manifiesto lo que es su cante primitivo", haciéndolo "con el profundo respeto que lleva consigo la trascendencia cultural que atribuimos al fenómeno que tratamos de esclarecer". 

Y "como temas sugerentes de lo que nosotros pensamos acerca de estos cantes andaluces" aborda el primer capítulo, "Análisis de los elementos musicales del 'Cante jondo'". Dentro de él, contempla, en inicio, tres factores históricos "de manifiesta relevancia en la historia musical", a saber: "La adopción por la Iglesia española del canto bizantino; la invasión árabe y la inmigración y establecimiento en España de numerosas bandas de gitanos". 

Haciendo suya una cita de Felipe Pedrell, Falla reproduce que "el hecho de persistir en España en varios cantos populares, el orientalismo musical, tiene hondas raíces en nuestra nación por influencia de la civilización bizantina antiquísima, que se tradujo en las fórmulas propias de los ritos usados en la Iglesia de España desde la conversión de nuestro país al cristianismo hasta el siglo onceno, época en que fue introducida la liturgia romana propiamente dicha". A esto añade Falla el primer aspecto netamente flamenco de su disertación: "En uno de los cantos andaluces, en el que hoy a nuestro juicio se mantiene más vivaz el viejo espíritu, en la siguiriya, hallamos los siguientes elementos del canto litúrgico bizantino", citando modos tonales de los sistemas primitivos, el enharmonismo "inherente a los modos primigénicos, o sea la división y subdivisión de las notas sensibles en sus funciones atractivas de la tonalidad; y por último, la ausencia de ritmo métrico en la línea melódica y la riqueza de inflexiones modulantes en esta". Cita de nuevo a Pedrell, quien por tal motivo descarta la influencia árabe en los cantos andaluces, cuyo origen es muy posterior a la adopción de la música litúrgica bizantina por la Iglesia española. Discrepa Falla y, tras anotar que Pedrell se referiría a la música árabe, se hace una pregunta: "¿Cómo dudar de que en otras formas de esa música, especialmente en la de danza, existen elementos, tanto rítmicos como melódicos, cuya procedencia buscaríamos en vano en el primitivo canto litúrgico español? Lo que no deja lugar a dudas es, que la música que aún se conoce en Marruecos, Argel y Túnez, con el nombre de "música andaluza de los moros de Granada", no solo guarda un peculiar carácter que la distingue de otras de origen árabe, sino que en sus formas rítmicas de danza reconocemos fácilmente el origen de muchas de las nuestras andaluzas: sevillanas, zapateados, seguidillas, etc".

Añade Falla que, además, hay en la seguiriya " formas y caracteres independientes, en cierto modo, de los primitivos cantos sagrados cristianos y de la música de los moros de Granada. ¿De dónde provienen?, se pregunta el compositor gaditano. Y se responde: "A nuestro juicio, de las tribus gitanas que en el siglo XV se establecen en España, vienen a Granada donde viven por lo común a extramuros de la ciudad, se acercan espiritualmente al pueblo dando origen a que se les designe con un nombre que delata cómo se los incorpora a la vida civil, castellanos nuevos". Son ellos, argumenta, los que dan al cante andaluz "la nueva modalidad en que consiste el 'cante jondo'". Con lo cual, da por bueno que en él se unen varias influencias, y "es el fondo primigénico andaluz el que funde y forma una nueva modalidad musical con las aportaciones que ha recibido".

Y, llegados a este punto, define lo que considera como cante jondo: "Un grupo de canciones andaluzas cuyo tipo genuino creemos reconocer en la llamada siguiriya gitana, de la que proceden otras, aún conservadas por el pueblo y que, como los polos, martinetes y soleares, guardan altísimas cualidades que las hacen distinguir dentro del gran grupo formado por los cantos que el vulgo llama flamencos. Esta última denominación, sin embargo, solo debiera en rigor aplicarse al grupo moderno que integran las canciones llamadas malagueñas, granadinas, rondeñas (tronco esta de las dos primeras), sevillanas, peteneras, etc., las cuales no pueden considerarse más que como consecuencia de las antes citadas".

Afirma que este canto andaluz "es acaso el único europeo que conserva en toda su pureza, tanto por su estructura como por su estilo, las más altas cualidades inherentes al canto primitivo de los pueblos orientales". Y llegados a este punto, enumera las coincidencias con "algunos cantos de la India y otros pueblos de Oriente". La primera, el enharmonismo como medio modulante. Resumimos su explicación al respecto: los modos o series melódicas se componen de tonos y medios cuya colocación es inmutable; pero los sistemas indios primitivos no consideran invariables los lugares que ocupan en las series melódicas los intervalos más pequeños, añadiendo "elevaciones o depresiones de la voz originadas por la expresión de la palabra cantada". "Solo tres de los sonidos que formaban la gama eran invariables; es más, cada una de las notas susceptibles de alteración, era dividida y subdividida, resultando en ciertos casos que las notas de ataque y resolución de algunos fragmentos de frase quedaban alteradas, lo cual es exactamente lo que acontece en el cante jondo". Resume diciendo que "podemos afirmar, primero, que en el cante jondo, de igual suerte que en los cantos primitivos de Oriente, la gama musical es consecuencia directa de la que podríamos llamar gama oral".

La segunda de las coincidencias es que "reconocemos como peculiar del "cante jondo" el empleo de un ámbito melódico que rara vez traspasa los límites de una sexta" en la que, al emplear el género enharmónico, "se aumenta de modo considerable el número de sonidos que el cantaor emite". La tercera es "el uso reiterado y hasta obsesionante de una misma nota, frecuentemente acompañada de apoyatura superior e inferior", medio por el cual se logra "destruir toda sensación de ritmo métrico, produciendo la impresión de una prosa cantada, cuando en realidad son versos los que forman su texto literario".

La cuarta coincidencia que Manuel de Falla apunta es que "aunque la melodía gitana es rica en giros ornamentales, estos, lo mismo que en los cantos primitivos orientales, solo se emplean en determinados momentos como expansiones o arrebatos sugeridos por la fuerza emotiva del texto". Y la quinta, "las voces y gritos con que nuestro pueblo anima y excita a los "cantaores" y "tocaores", tienen también origen en la costumbre que aún se observa para casos análogos en las razas de origen oriental".

"Que nadie piense, sin embargo -argumenta de inmediato-, que la siguiriya y sus derivados sean simplemente cantos trasplantados de Oriente a Occidente. Se trata, cuando más, de un injerto, o mejor dicho, de una coincidencia de orígenes que ciertamente no se ha revelado en un solo y determinado momento, sino que obedece, como ya dijimos, a la acumulación de hechos históricos seculares desarrollados en nuestra provincia. Y esta es la razón por la cual, el canto peculiar de Andalucía, aunque por sus elementos esenciales coincide con el de pueblos tan apartados geográficamente del nuestro, acusa un carácter íntimo, tan propio, tan nacional, que lo hace inconfundible".

 Y aquí añade una interesantísima nota a pie de página que revela su opinión sobre el cante jondo; opinión trascendental para la celebración del Concurso de Cante Jondo de 1922, nacido para la conservación y resurgimiento del antiguo cante jondo: "Ese tesoro de belleza -el canto puro andaluz-, no solo amenaza ruina sino que está a punto de desaparecer para siempre. Y aún ocurre algo peor, y es que, exceptuando algún raro cantaor en ejercicio y unos pocos excantaores ya faltos de medios de expresión, lo que queda en vigor del canto andaluz no es más que una triste y lamentable sombra de lo que fue y de lo que debe ser. El canto grave, hierático de ayer, ha degenerado en el ridículo flamenquismo de hoy. En este se adulteran y modernizan (¡qué horror!) sus elementos esenciales, los que constituyen su gloria, sus rancios títulos de nobleza".