El que no ama ya está muerto
San Juan de la Cruz
Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay
Emily Dickinson
¿Qué es el amor? Cada persona tendría una respuesta diferente a esa pregunta. Una respuesta que iría cambiando, además, con el transcurso del tiempo.
Nos planteamos este proyecto a modo de reflexión sobre el amor femenino en la obra de Federico García Lorca, partiendo de las cuatro obras propuestas para el espectáculo “Lorca y Granada en los Jardines del Generalife, 2019”.
Federico amó durante toda su vida. Amó mucho, a muchas personas y de maneras muy diferentes. Amó torrencialmente y amó sin límites ni mesura. Federico también buscó que le amasen, que le quisiesen. Por todo ello, el amor es uno de los temas esenciales en su obra y representar el amor lorquiano es devolverle la vida Federico, una y otra vez, hacer que siga habitando en nuestros corazones.
De esta premisa parte el proyecto a concurso: una reivindicación del amor a través de diferentes personajes femeninos de la obra lorquiana. Una reivindicación reflexiva. Una reivindicación, también, muy contemporánea, trayendo algunos de los temas lorquianos a la sociedad española contemporánea.
El amor es poliédrico, mutable y diferente. El amor presenta diferentes caras, modalidades y perspectivas. El amor, siempre necesario, imprescindible para seguir respirando. ¿Tiene sentido vivir sin amar?
El espectáculo consta, pues, de cuatro cuadros diferentes, pero perfectamente hilvanados, con el amor femenino como protagonista y en los que, sin solución de continuidad, pasamos de “El Público” a “La Casa de Bernarda Alba”, continuamos por “Así que pasen cinco años” y terminamos en “Mariana Pineda”.
El orden elegido alterna las obras más modernas y menos conocidas de Federico García Lorca, su llamado “teatro imposible”, con las más populares y accesibles para el público.
Se trata de una lectura transversal del universo lorquiano a través de una representación multimedia en la que el cante y el baile se den la mano con las imágenes filmadas, con una escenografía en la que hay pantallas y que aprovecha todas las posibilidades del Teatro del Generalife, incluyendo la platea y los árboles, a través de una iluminación integradora que dará protagonismo a todos los elementos que lo conforman.
Este Cuarteto apela a la infinitud y a la globalidad del amor, representados por los cuatro puntos cardinales. Apela, también, a los cuatro elementos primigenios -tierra, agua, aire y fuego- y a la cuarta dimensión, el tiempo, que nos permite revivir y reconstruir diferentes modalidades del amor femenino lorquiano.
El primer cuadro parte de “El público”, está basado en el personaje de Julieta y representa el amor romántico, en contraste con el amor violento, cruel y depredador representado por la manada… de caballos.
Esta pieza reivindica el amor más sensual, el más deseado; en contraposición al amor robado y violentado. “Yo lo que quiero es amar. Amar, amar…”, será lo que grite Julieta, después de venir al mundo tras salir del sepulcro.
Y el amor que se opone a la violencia masculina, enfrentándose a ella, domándola y cortándole las crines.
Con Julieta volviendo a la sepultura se hace la transición al segundo cuadro, basado en “La casa de Bernarda Alba” y que arranca con campanas que tañen a muerto y Bernarda convirtiendo su hogar en sepulcro inviolable durante los ocho años que dure el luto por la muerte de su marido.
A través del personaje elegido, Poncia, uno de los menos tratados en una de las obras más conocidas de Federico García Lorca; se reivindica el amor terrenal, el amor carnal. Un amor realista, también, con los pies bien asentados en el suelo.
Un amor, sin embargo, que termina en tragedia, con Bernarda exigiendo silencio y con un vestido colgado en un globo en forma de corazón presidiendo el escenario, virginal. Falsa y trágicamente virginal.
A través del vestido, que caerá sobre el maniquí protagonista del siguiente cuadro, nos engarzamos con “Así que pasen cinco años”, para reivindicar el amor maternal, el más convencional y apegado a la tradición. El amor que desea un hijo, como suprema culminación.
Y así se enlaza con el último cuadro, dedicado a “Mariana Pineda”, que representa el amor ideológico y político, el amor a la libertad, el amor como anhelo reivindicativo que clama y exige la independencia de la mujer. Un amor desinteresado e incorruptible. Un amor absoluto dispuesto a llegar hasta el final, que no se rinde ni se doblega. Un amor a la libertad, herida por los hombres, y condenado a la soledad y a la muerte.
Jesús Lens
Inés González-Boza
Oficina Marina Heredia / Manuela Franco
Txiky López y López de Santos
López de Santos
Miguel Poveda
José Valencia
Farruquito
María Alfonsa Rosso
Chema del Barco
Jaime "Parrón"
Mariano Bernal, Cristian Lozano, Adrián Sánchez, Antonio González, Raimundo Benítez, Florencia O'Ryan, Cristina Aguilera, Cristina Soler, Irene Morales, Irene Rueda
Rubén Campos y Marcos Palometas
Rafael Moisés Heredia
Antonio "El Turry", Victor Carrasco, Anabel Rivera, Fita Heredia
Jesús Lens
José Sánchez Montes
Visuales Tama
Txiki López
Benito Casado
Fali Pipió
Fali Pippió y Ángel Olalla
Juan Felipe Agustín y Almudena Oneto
Dani Ortiz
Antonio Garzón
Cristina Berhó