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Invitar a leer el mundo. Tiempos de lectura, medios de comunicación y nuevos media

Nuevos media

¿Sería posible enseñar con las herramientas del presente? La importancia que los medios de comunicación y nuevos media pueden llegar a desenvolver en los centros escolares, coherentes con incentivar la lectura del mundo, y el especial papel de la biblioteca en el impulso de esta lectura.

Invitar a leer el mundo. Tiempos de lectura, medios de comunicación y nuevos media

 

Víctor Amar. Departamento de Didáctica de la Universidad de Cádiz
Email: victor.amar@uca.es

 

Tenemos que preparar a los estudiantes para su futuro,

no para nuestro pasado. Ian Jukes

 

Invitar o reinventar el pensamiento de leer el mundo, o la vida, es algo que se remonta a los años 70. Teóricos como Paulo Freire dejaron sus reflexiones por escrito y argumentaron que el empoderamiento de las personas, y la transformación social, vendrían por los cauces de una posible alfabetización emancipadora.

En las décadas siguientes, la innovación, sinónimo de mejora, se apodera del discurso pedagógico y, entre otras iniciativas, el aprendizaje dialógico se erigió como una manera de comprender y dar a comprender ese mundo.

Luego, con el advenimiento del nuevo milenio y el desarrollo extensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), las posibilidades de lectura se instalaban entre los útiles de nuestros escritorios digitales. La inmediatez se apodera del proceso y todo se hipersimplifica extraordinariamente. Ya en el primer tercio del siglo XXI la situación se centra en el emergido estado híbrido de la realidad que circunda al lector.

Hoy en día se hace viable estar conectado globalmente con un solo clic. Es decir, una noticia de cualquier periódico digital se lee como un hipermedia que, además, se puede compartir, contrastar y actualizar. Así mismo, las posibilidades de interactuar con el autor de la información o en un foro de debate se conforman como una facultad de los nuevos tiempos.

Hemos dejado de ser homo sapiens para erigirnos en homo digitalis. Se habla de tecnoevo, de realidad aumentada, de geolocalizadores, de códigos QR, etc. Y digan si no podemos empezar a pensar en nuevas maneras de lectura, de didácticas que den respuesta a los nuevos ecosistemas de aprendizaje. Ahora, las pantallas se despliegan a través de los dispositivos inalámbricos. El paraguas wifi cubre la mayoría de los espacios. Pero, las preguntas siguen siendo: ¿Leemos más o menos? ¿Son de mejor calidad los contenidos de nuestras lecturas? ¿Comprendemos mejor lo que leemos?

No es el momento de dar respuesta a estos interrogantes, pues sería arduo y complicado. Centremos nuestro discurso en el tiempo que pasamos en la institución educativa enseñando a leer y escribir y, luego, en el tiempo que ocupamos leyendo o escribiendo.

La institución educativa enseña reglada y reglamentariamente a leer y, en ocasiones, hasta lo que debemos leer, además de cuándo y cuánto… Sin embargo, nadie o casi nadie nos enseña a comprender a los medios de comunicación, cómo se expresan o qué intenciones tienen. O sea, a leerlos con criticidad. Es curioso que en una sociedad mediatizada y digitalizada, donde todo está mezclado en la red, la lectura se centre aún en el libro de texto y en las lecturas de libros. Pero ¿quién enseña a leer las pantallas? 

Nos valemos de las TIC como prótesis. Son extensiones de la contemporaneidad, de las exigencias del presente que hablan del futuro, tal vez, imperfecto porque está en continua construcción. Apenas utilizamos o sacamos el provecho oportuno a los medios y a los nuevos media ya que partimosde un pensamiento condicional e impreciso , a saber: “nuestro alumnado es nativo digital”. Con certeza nacieron en estas coordenadas temporales y contextuales, pero olvidamos que todos, tanto nacidos como advenedizos, somos siempre novatos digitales.

Todos estamos sujetos a los envites de las tecnologías y todo nace con fecha de caducidad, ya que el mercado así lo decide. El tiempo está en función de los intereses de este, haciendo que se diluya la utilidad de las herramientas tecnológicas, incentivando el consumo y creándonos la necesidad de comprar nuevas versiones, pues de lo contrario quedaríamos obsoletos y, seguramente, no podríamos leer "el mundo de nuestro tiempo". ¿Cuántos son los intereses que disfrazan de necesidad imperiosa a la modernidad? Y mientras tanto, ¿leemos más o menos? ¿Leemos mejor? 

En este nuestro siglo de referencia, la herencia del pasado es grandiosa. Utilizamos herramientas que dicen son del presente y del futuro pero enseñamos con las del ayer y, en ocasiones, como antiguamente. Todavía hoy, en ocasiones, nuestras aulas son lo más parecido a las de un antiguo escolástico. Nuestras preocupaciones son las que otros mantuvieron y proyectaron sobre nosotros. E, incluso, evaluamos por lo mismo y con las mismas herramientas. Pero ¿promovemos la lectura? Está claro que son muchos los profesionales de la educación que lo hacen de forma idónea. Pero, ¿cuánto nos queda por hacer o mejorar? ¿Existe alguna materia o material en la facultad de ciencias de la educación que prepare en esta experiencia formativa? ¿Se imparte en el máster de secundaria? Un hipotético no (al cuadrado) haría pensar que la formación permanente del profesorado paliaría las carencias. Admitamos que todo es susceptible de mejora.

A todas luces, nuestra pregunta continúa siendo: "¿Y si nuestra educación estuviese radicalmente equivocada?" (De la Herrán, 2017). O bien, "un espíritu libre no debe aprender como esclavo" (Rossellini, 2001). "En la actual sociedad compleja, la profesión de docente se antoja, como mínimo, complicada" (Imbernon, 2017). Pues, pese a los envites tecnológicos, ¿están nuestras mentes predispuestas al cambio, a la supuesta innovación y creatividad? O ¿es mejor malo conocido que bueno por conocer?

Sería fácil mencionar las tendencias tecnológicas, pero nos resultaría muy arriesgado hablar de las intenciones educativas (Cabero, 2016). Las TIC comparten protagonismo con las TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento), es decir, estamos ante un paso de calidad en el uso de los recursos digitales en los diferentes entornos educativos; pero, igualmente, se abre una ventana para iluminar el aula (siguiendo las enseñanzas de Marshall McLuhan) a partir de las TEP (tecnologías del empoderamiento y la participación) promoviendo un conocimiento más colaborativo con los demás, donde la ubicuidad promueve una deseada lectura en cualquier lugar y momento, contexto o medio (Burbules, 2014).

Imaginen leer en blog o hacer un fotoblog. ¿Verían oportuno incentivar la lectura con los demás a través de los dispositivos inalámbricos? ¿Cómo leemos la prensa? ¿Sería posible organizar una sesión de videoforum y que el alumnado entregara un booktráiler? ¿Dónde está la intersección entre los medios y los nuevos media? Seguramente, haría falta repensarlos (Aparici y García, 2017). Y plantearnos una idónea multialfabetización (Area, 2011: 179-188).

Continuemos buscando soluciones a los tiempos actuales. Gimeno (2013) hablaba de “En busca del sentido de la educación”. O sería mejor cuestionar este pensamiento atribuido al pedagogo norteamericano, Georges Siemens:


“Olvídate de los blogs... piensa en diálogo abierto…
olvídate de los wikis… piensa en colaboración…
olvídate de los podcasts... piensa en la democracia de la voz…
olvídate de los RSS y agregadores… piensa en redes personales…
olvídate de todas las herramientas...
y piensa en su lugar en la reestructuración fundamental de cómo se crea, se disemina y se valida el conocimiento”.

Pensemos en mejorar y ser creativos. No hemos de olvidarnos del pasado, pero intentemos, pensar en el futuro… en nuestro alumnado y sus contextos emergidos y emergentes.  ¿Sería posible enseñar con las herramientas del presente?

Atisbemos la importancia que los medios de comunicación pueden llegar a desenvolver en los centros escolares, coherentes con incentivar la lectura del mundo. Y no soslayemos el especial papel que la biblioteca puede llegar a tener en impulsar la lectura, también de la vida.

 

Referencias


Aparici, R. y García, D. (2017) (Eds.). Comunicar y educar en el mundo que viene. Barcelona: Gedisa.

Area, M. (2011). "La multialfabetización y la construcción de la ciudadanía del siglo XXI". En: Bautista A. y Velasco, H. (Coords.). Antropología audiovisual, medios e investigación en educación. Madrid: Trotta; 179-188.

Burbules, N. C. (2014). "Los significados de 'aprendizaje ubicuo'". En: Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 22(104). Recuperado de: http://dx.doi.org/10.14507/epaa.v22.1880. Artículo publicado originalmente en: Revista de Política Educativa, Año 4, Número 4, UdeSA-Prometeo, Buenos Aires, 2013.

Cabero, J. (2016). Tendencias educativas para el siglo XXI. Madrid: Centro de Estudios Financieros.

De la Herrán, A. (2017). "¿Y si nuestra educación estuviese radicalmente equivocada?". En: Medina, A, de la Herrán, A. y Domínguez, M. (Coords.). Nuevas perspectivas en la formación de profesores. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia; 457-517.

Gimeno, J. (2013). En busca del sentido de la educación. Madrid: Morata.

Imbernón, F. (2017): Ser docente en una sociedad compleja: La dificultad de enseñar. Barcelona: Graò.

Rossellini, R. (2001). Un espíritu libre no debe aprender como esclavo: escritos sobre cine y educación. Barcelona: Paidós.

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