Saltar al contenido

Animación a la lectura en el espacio realidad-ficción

IES Fuente Juncal ppal

La lectura por placer es un gran regalo de la civilización. La imaginación, ese arma total contra la realidad, expande el universo del lector joven. Nuestro enfoque de la animación a la lectura se desarrolla en el espacio intermedio entre realidad y ficción. Cada curso se lo dedicamos a una historia poderosa, susceptible de ser leída y reinterpretada una y mil veces: un clásico. Sus personajes nos abducen. Abducen a toda la comunidad y nos hacen vibrar y emocionarnos con ellos:  es nuestra forma de contagiar y compartir el placer de leer.

Valentín Gandásegui Ruiz 
IES Fuente Juncal, Aljaraque (Huelva)

—Sancha, mi buena escudera, dos meses casi llevamos ya perdidos por los pasillos de este Castillo de la Juncal Fuente. Es verdad que su ilustre equipo de biblioteca se reúne dos veces por semana y no paran de hablar y reflexionar sobre nosotros. Cierto es que la bienvenida que nos organizaron fue de órdago, con las madres de la AMPA invitadas a subir al escenario improvisado en el patio y a exponer sus reivindicaciones, con esa coreografía multitudinaria del “Héroe de Verdad”; trescientos alumnos y alumnas cantando, bailando y aplaudiendo; todos con sus mascarillas y formados para ajustarse al protocolo Covid (¡Cuántos nombres raros no habremos aprendido en estos dos meses, Sancha amiga!). Nadie podrá negar que pusieron toda la carne en el asador y que tú y yo quedamos más que agasajados. Hasta en Jálogüin escribieron cuentos y grabaron videos de terror en Inglés sobre nosotros. Debo admitir que es algo grande que todos (bueno, casi todos) estén leyéndose nuestro libro, que muchos estén apreciando el valor incalculable de todo lo que Don Miguel escribió sobre nosotros y que compartan sus impresiones y descubrimientos sobre nuestra psique y nuestra dimensión como personajes de categoría universal ¡No es poco Sancha, no es poco! Sin embargo, me sigo sintiendo perdido entre  estos pasillos y aulas. Es una especie de desazón, una suerte de vacío existencial… y mira que estos alumnos y alumnas, estos profes, se están tomando en serio nuestra visita ¡Quién iba a decirnos a nosotros, querida Sancha, tan acostumbrados a que se ensalce nuestra figura en todo tipo eventos y efemérides, que el destino nos tenía deparada una experiencia tan singular! Y, sin embargo, hay algo en mi interior que me dice…

—Creo que sé lo que le está pasando mi señor: todo esto es muy light para usted, le falta salsa, acción, aventura caballeresca pura y dura. Dragones, gigantes, enemigos, ejércitos y villanos a los que combatir o, por lo menos, doncellas a las que rescatar, tuertos que resolver, huérfanos, buenas causas a las que acudir.

—Es increíble cómo está evolucionando tu personaje, querida Sancha. No más de seis capítulos atrás ese razonamiento habría quedado lejos de tu alcance, sin embargo ahora, muestras una gran agudeza en tus consideraciones. No te falta razón en eso que dices: me aburren con su buena voluntad y su falta de sustancia guerrera... 

—No se ofusque mi señor. Sea comprensivo y medite la cuestión. Son gentes bienintencionadas, pero gentes del futuro. Debe usted tener en cuenta que el mundo ha cambiado mucho desde el Siglo de Oro que nos vio nacer y, para colmo, está eso de las mascarillas y la distancia social, la falta de contacto, el no verse la cara, el miedo ambiente. Y no olvide usted que aquí están masificados como sardinas en lata. Son tiempo raros, mi señor, pero no sería digno de nosotros, grandes figuras de la literatura universal, representantes del humanismo más profundo, mostrar tan solo un ápice de ingratitud o menosprecio ante tan magna obra para los tiempos que corren. 

—¿Oro dices? Tu piquito si que se va tornando poco a poco del áureo metal. Y sí, no me queda otra que volver a darte la razón, mi fiel escudero, pero hay algo más. 

—¿A qué si refiere , mi señor?  

—Se trata de esa niña vestida azul que nos encontramos de madrugada por los pasillos y de su amigo, la criatura hecha de cachos cosidos de mala manera… 

—Alicia y Frankenstein ¿verdad?

 

—Sí, esos mismos, los protagonistas de los dos últimos libros del curso. Y el conejo, los flamencos, el gato, la reina. Fueron el centro de atención, el objeto de todas las lecturas, reflexiones, debates, historias, raps… todo el mundo hablaba de ellos, se crearon y representaron obras de teatro, se filmaron vídeos, se escribieron y narraron sus historias navideñas, se colgaron toda suerte de carteles. Se hablaba de ellos por los pasillos, se mandaban correos, se publicaban entradas en Instagram, en el blog de la biblioteca, en la página gueb esa del instituto o como se diga. Tuvieron su curso de gloria, fueron agasajados hasta la extenuación, se sintieron horados, felices, extasiados...¿Y ahora qué, Sancha? Fíjate. Míralos como juegan al cinquillo en el pasillo de la ESO. Ya nadie se acuerda de ellos. Sus libros vuelven a reposar y a coger polvo en las estanterías. Son fantasmas, Sancha, fantasmas olvidados, recuerdos lejanos de aquel curso que fue. 

—Esto...claro, pero… 

—No te esfuerces, Sancha. Soy consciente de nuestro destino. Grandes, gloriosos, universales, pero personajes al fin y al cabo. Ellos, esos niños y sus profes, sí que están vivos de verdad. 

—Y nosotros con ellos, mi señor. No tienen necesidad. Bastante tienen ya con sus temarios y sus pruebas, sus papeleos, sus estándares evaluables...Todos, profes y alumnos, hasta las familias ¡Y encima, ahora, las mascarillas y la Moodle! ¡De locos, mi señor! Y, a pesar de todo, parece que les gusta complicarse la vida. Organizar eventos, cuadrantes, reuniones… hablar de libros, de historias y personajes, crear ¿Y sabe usted por qué lo hacen? Yo creo que les cautivamos.

 

—¡Qué caballero andante podría sentirse tan orgulloso de su escudero como yo, en este momento, me siento de ti,  Sancha! ¡Cuántas veces no me habrás dado ánimo y me habrás hecho levantarme del polvo, sacudírmelo, y mirar al horizonte con ansias de aventura! 

—¡Pero es que está más que clarísimo mi señor! ¡Cualquiera se daría cuenta! Es más, yo diría que todos lo saben. 

—Es cierto, deben ser conscientes de ello de una manera u otra. Y está meridianamente claro que al final se lo pasan pipa con nosotros y nuestras historias ¿Te acuerdas de la cara del reportero de la BBC cuando nos vio entrar sobre Rocinante por medio de la calle? 

—Cara la que se le va a quedar a usted cuando vea el documental que han rodado. Con todos los respetos. 

—Ja, ja, ja ¡Eres grande, Sancha! ¡Eres grande! Anda, vamos a echarnos una partida al cinquillo con esa gente.

VÍDEOS

 

 

Nodo: sv0205.ced.junta-andalucia.es
Ir al inicio