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El Plan Lector: un pilar necesario en el Proyecto Educativo de Centro. El fomento de la lectura y su carácter interdisciplinar.

PLAN LECTOR
Joaquín Fernández Daza
Profesor de Lengua castellana y literatura
Integrante del equipo de trabajo del Plan Lector del IES JM Caballero Bonald
joaquin.fernandezdaza@gmail.com

Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.

Jorge Luis Borges


Justo antes de centrarme en la redacción de este artículo, quise comprobar, a modo de experimento, cuál sería la reacción de mi alumnado al oír esta cita. ¿Podrían imaginar un mundo sin libros? Desgraciadamente sí, salvo alguna satisfactoria excepción. Y es que hoy en día son numerosas las actividades que se anteponen a la lectura como método de entretenimiento de los adolescentes. Nuestro alumnado ha nacido en plena era digital y cree firmemente (reitero que existe una semilla de esperanza y hay quien no) que una hora delante de la televisión, a los mandos de una consola o visualizando fotografías de conocidos e, incluso, desconocidos, en cualquier red social, es el camino al ocio más entretenido que existe.

Por esta razón, la escuela (entendida como hiperónimo que englobe al colegio y al instituto) debe enseñarles una perspectiva diferente. ¿Qué docente no ha escuchado en alguna clase aquello de “no me gusta leer”? Seguro que ninguno fue tan tajante cuando una película no le convenció al salir del cine. Es ahí donde empieza nuestro reto: en el fomento de la lectura como disfrute, totalmente alejado de la obligatoriedad en la que en muchas ocasiones se ha visto envuelto.

De este modo, con la premisa de fomentar la lectura de manera activa y significativa, el IES José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera) pone en marcha por segundo año consecutivo su Plan Lector. Este programa nace desde el Departamento de Orientación de forma conjunta con el de Lengua Castellana y Literatura y, una vez superada la experiencia piloto del primer año con el alumnado de 1º de ESO, amplía su oferta a 2º y 3º. Durante el curso, los estudiantes se acercarán a títulos no recurrentes en el canon literario juvenil con la finalidad de trabajar de forma transversal algunos temas interesantes para su educación en valores a la vez que mejora su competencia lingüística.

Teniendo en cuenta el proceso, el Plan Lector está estructurado en tres fases diferentes. En primer lugar, el equipo de profesores involucrado ha seleccionado un listado de títulos que ofrezcan una temática atractiva (el buen uso de las redes sociales, el valor que otorgamos a la apariencia física de las personas, etc.) con la intención de suscitar el interés de nuestros potenciales lectores. De este modo, en la hora semanal que se dirige al desarrollo de nuestro Plan, se ofrecen una nómina de siete u ocho títulos (cada uno de ellos cuenta con cinco ejemplares) con la intención de que sean los adolescentes los que se decanten por la obra más cercana a sus gustos. Si hay algo que caracteriza a la narrativa juvenil es la transmisión de emociones, sentimientos y valores en relación al conocimiento de uno mismo, la propia experiencia y la relación con los demás y el mundo que nos rodea.  

Así pues, con la intención de provocar un primer acercamiento al hábito lector, en la primera quincena de octubre, tiene lugar en la biblioteca del centro la habitual muestra de literatura juvenil, en la que además de estos, hay una ingente oferta de novelas de ficción, amor o literatura manga, entre otras. Es interesante llevar a cabo esta visita, sobre todo, con los nuevos alumnos para que conozcan la biblioteca, sus instalaciones y, una vez en posesión del carné, puedan sacar a modo de préstamo su primer libro.

El objetivo esencial de este primer nivel del Plan Lector es ofrecer una visión cercana de la biblioteca, así como de los libros que en ella se pueden encontrar. Los alumnos deben concebir este espacio como una fuente de diversión de la cual se destila entretenimiento en cada tomo. Con respecto a ello, es vital concebir la biblioteca escolar como un enclave abierto al exterior que se relacione con su entorno social y, por tanto, posibilite, a su vez, el acercamiento de las familias, pues serán ellas los modelos de actuación, junto a los docentes, para aquellos estudiantes que no terminan de verse atraídos por la lectura.

En segundo lugar, inmersos ya en el plan dentro del aula, debemos posibilitar la lectura compartida. Con ello no pretendo hacer alusión a repartir ejemplares por parejas ni mucho menos (cada estudiante contará con un libro en cada hora destinada a dicha actividad), sino entender la lectura como un momento de comprensión (escrita) y diálogo (oral) entre aquellos lectores que coinciden en la elección del mismo título. Son diversas las sensaciones e inquietudes que suscita la lectura entre los alumnos, los cuales disfrutan pudiendo comentarlas tanto entre ellos como con su profesor/a.

Por último, una vez concluidos los primeros títulos son muchas las dinámicas que pueden acompañar al Plan Lector. Soy partidario de guiar al estudiante desde la recepción e interpretación de la lectura hasta la producción textual con su reflexión personal. El último punto de este proceso didáctico no es otro que ofrecer ante el gran grupo la visión del libro leído. Será el discente el encargado de elegir el método de reflexión sobre la novela, desde una breve exposición a tareas visuales de mayor dedicación como los famosos booktrailers.

Por otra parte, si ampliamos nuestra perspectiva y no solo atendemos al ámbito de la didáctica de la Lengua y la Literatura, el Plan Lector resulta muy provechoso al conseguir integrar la lectura como eje común en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las diferentes áreas del currículo. Este enfoque multidisciplinar nos conduce a consensuar acuerdos a nivel del Proyecto Educativo de Centro, desde la presentación de trabajos (como los conocidos cuadernos de estilo) hasta la metodología utilizada por las diferentes áreas para la mejora de la ortografía de nuestro alumnado. De este modo, estaremos otorgándole a nuestro Plan Lector un lugar fundamental en nuestras programaciones didácticas, además de convertirse en una seña de identidad del centro.

Como conclusión, me gustaría incidir en la importancia formativa y cultural que supone el hábito lector en cada uno de nosotros y las consecuencias positivas que se derivan del mismo, desde la disminución de errores ortográficos, pasando por la ampliación del léxico, hasta la mejora, desde el punto de vista de la cohesión, a la hora de construir textos. Por todas esas razones es indispensable que fomentemos la convivencia con los libros de la manera más natural posible. Los primeros en dar ejemplo a nuestro alumnado somos los docentes junto a sus familias. Por lo que respecta a nuestra profesión, debemos servir de modelos a los que querer parecerse, y seremos responsables también de conocer los gustos y aficiones de nuestros alumnos para acertar a la hora de recomendar y elegir lecturas.

Para terminar, será fundamental cubrir de entusiasmo cada texto. Ni todos los libros son iguales ni lo son todos los lectores. Quizás el secreto radique en contextualizarlos y actualizarlos hasta el entorno más próximo a nuestras aulas. No debemos obviar que nuestra profesión consiste en hacer significativo el aprendizaje y atraer con nuestras enseñanzas al alumnado, como el comerciante que pretende vender un producto con su publicidad, valiéndonos del símil. Así pues, conseguir fomentar la lectura entre los estudiantes, y, por consiguiente, dotar de vida a la biblioteca, sería la mayor de nuestras ventas.

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