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Entrevista a Andrea Villarrubia Delgado: "Leer para sentir"

Andrea Villarrubia 2

Andrea Villarrubia Delgado es licenciada en Filología Románica por la Universidad de Granada y ha sido profesora de Lengua Castellana y Literatura en distintos institutos en los que ha ejercido su profesión y responsable e impulsora de las bibliotecas escolares de esos centros. Es especialista en promoción de la lectura, pedagogía de la poesía, educación literaria en la enseñanza secundaria y bibliotecas escolares, cuestiones sobre las que ha impartido numerosos cursos y publicado diversos artículos de carácter científico. Ha colaborado con numerosas instituciones públicas y privadas en el fomento de la lectura y de la literatura. Su trayectoria en favor de los libros y la literatura a través del programa audiovisual Elogio de la lectura, mereció distinciones como el Premio Feria del Libro de Granada 1998, el Premio Andaluz de Fomento de la Lectura 2002 y el Premio Comunicar 2003. Es autora del libro Unos labios dicen, antología poética de la escritora Elena Martín Vivaldi, editado por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada. De 2007 a 2010 ha sido miembro del Comité Científico del Observatorio de la Lectura de Andalucía. Es miembro fundadora y vicepresidenta de la Asociación Entrelibros, que ha recibido el reconocimiento del Ministerio de Cultura y Deporte con el galardón del Premio Nacional al Fomento de la Lectura 2019.

José María Gómez Delgado.
Equipo de Redacción de Libro Abierto

Una reflexión para comenzar; competencia emocional, ¿una tendencia educativa o una necesidad en nuestros escolares?

Me temo que, como ha ocurrido con conceptos como ‘animación a la lectura’ o ‘educación en valores’, la competencia emocional o la educación emocional acabe convertida en un eslogan más, en una simple locución vacía de contenido y, sobre todo, de prácticas congruentes y significativas. Ahora es, desde luego, una tendencia educativa que, como digo, necesita que se la dote de sentido y se asuma como una tarea necesaria e importante por parte de los centros educativos. Porque, aunque el profesorado tenga un papel preponderante, dado que está en contacto directo con alumnas y alumnos, la concepción de los espacios, la organización de actividades o la elaboración de reglas colectivas competen al centro educativo en su conjunto, incluyendo a las familias.

Lo que no se puede ignorar es que las emociones están presentes en cualquier espacio de relación social y por tanto también en los centros escolares. Tan importante como educar en la razón es educar en la emoción. Las emociones se relacionan con la manera de aprender, de aceptar o rechazar una materia, de relacionarse con los compañeros o el profesorado, de afrontar los errores o las frustraciones, de reaccionar ante las arbitrariedades o los abusos... No hay ámbito de la actividad académica que sea ajeno al mundo emocional, de manera que resulta un tanto incomprensible que se dude de la necesidad de educar en y desde las emociones.

Según el informe Delors, para que la educación pueda cumplir todas las misiones que tiene encomendadas, debe estructurarse en torno a cuatro pilares básicos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser. ¿Repensar la educación desde estos parámetros es una utopía necesaria?

No creo que sea una utopía. Es una exigencia social. La educación tiene muchas virtudes y también algunos inconvenientes. El principal, que hay que estar continuamente repensándola. El mundo cambia a una velocidad muy superior a la de la escuela y eso a veces crea desajustes y malestares. Pero no podemos quedar estancados en visiones o prácticas del pasado. Hay que actuar de modo flexible y acorde con las nuevas situaciones y los nuevos conocimientos. Ya es imposible actuar al margen, por ejemplo, de los medios informáticos o las investigaciones de la neurociencia. Hoy se conocen cosas sobre el funcionamiento del cerebro humano que se desconocían hace unas pocas décadas, como se manejan herramientas tecnológicas que eran inimaginables hace unos pocos años. Y eso nos obliga a prestar atención a cuestiones que antes no se tenían en cuenta.

No obstante, hay asuntos que son permanentes, que no dependen totalmente de las tendencias políticas o los avances científicos. Y son las que afectan a la formación de las personas en tanto que seres sociales, lo que implica el estímulo de la curiosidad, el progreso del conocimiento, el desarrollo de capacidades intelectivas y habilidades manuales, el aprendizaje de la convivencia social, la adquisición de virtudes éticas, la conformación de la propia personalidad, en cuyo logro juegan un papel muy importante las emociones.

Podríamos afirmar, con algunas excepciones, que ha existido un olvido tradicional de la Competencia Emocional en el sistema educativo. Sin embargo, el citado informe afirma que la educación socioemocional es un complemento indispensable al desarrollo cognitivo, una herramienta fundamental para la vida y eje vertebrador de la convivencia ¿Es posible que nos encontremos en un momento crucial para su asentamiento?

No considero que haya habido un olvido deliberado. De una u otra forma, consciente o inconscientemente, siempre ha habido en las aulas educación emocional. Humillar o minusvalorar a un alumno es una forma de educación emocional, como lo es escuchar atentamente sus problemas o sus estados de ánimo. Educación emocional es intervenir o desentenderse de los acosos o los maltratos entre los alumnos, es explicar una materia con pasión o con desgana, es leer en voz alta un poema o un cuento popular, es hablar de la muerte de un compañero o un profesor, es reflexionar sobre las emigraciones o los refugiados... Y eso se ha hecho siempre, siempre ha habido profesoras o profesores que han actuado de un modo que ha dejado una impronta emocional en sus alumnas y alumnos. Son numerosos los testimonios de alumnas y alumnos que han elegido una profesión gracias al ejemplo de sus profesoras o profesores o que superaron una mala situación anímica gracias a la conversación con algunos de ellos.

Otra cosa bien diferente es que esas conductas, asociadas por lo general al carácter atento, cordial o comprensivo de profesoras o profesores, se consideraran cualidades profesionales y se reforzara la conciencia de que, además de impartir bien las asignaturas, el profesorado debería prestar atención a los aspectos socioemocionales de sus alumnas y alumnos. Es esta una cuestión controvertida, que suscita recelos o burlas por parte de muchos profesores o profesoras, que consideran que esa tarea no les corresponde. Es necesario, sin embargo, reflexionar sobre ello y tomar algunas decisiones colectivas, que no pasan, a mi entender, por crear una asignatura específica para el desarrollo de la competencia emocional. Esa sería una mala decisión, que acabaría por desnaturalizar cualquier tentativa de afrontar el mundo emocional en los periodos decisivos de la formación de la personalidad.

Afirmaba el biólogo y epistemólogo chileno Humberto Maturana que lo primero es sentir, luego pensar, después actuar. ¿Las emociones son el motor principal del aprendizaje?

Siempre lo han sido. De modo intuitivo siempre lo hemos sabido, sobre todo a partir de la experiencia personal. Todos recordamos momentos de nuestra época escolar en los que nos interesábamos vivamente por una materia gracias al entusiasmo y la persuasión de determinados profesoras o profesores. Y al contrario, nos sentimos frustrados y desdeñosos con asignaturas en las que estábamos interesados por culpa de un mal docente. Nos atrae todo lo que nos causa placer y nos desentendemos de lo que nos produce malestar. Y ese principio es aplicable a todos los ámbitos de la vida, incluyendo por supuesto los aprendizajes escolares.

Lo que sabíamos por experiencia o intuíamos ahora podemos confirmarlo gracias a las investigaciones científicas. Ya no hay ninguna duda de que el cerebro humano es un cerebro tan emocional como racional y que gran parte de nuestras decisiones racionales están movidas por impulsos emocionales. Hay investigadores que afirman incluso que previa a cualquier decisión racional hay una decisión emocional.

Lectura y educación emocional, ¿pueden constituir, en términos de Rodari, un binomio fantástico?

Constituyen un binomio fantástico, aunque no en el sentido del encuentro de dos realidades arbitrariamente unidas, como defendía Gianni Rodari con la intención de avivar la imaginación, sino en el sentido de la vinculación íntima de dos realidades no solo compatibles sino inseparables. No es posible leer sin emoción, sea la que sea. Nuestro cerebro se activa emocionalmente ante cualquier estímulo verbal, sea a través de la palabra oral o escrita. Por eso, los libros pueden cumplir un papel tan relevante en la educación emocional, pues hacen pensar y también hacen sentir. Y por ello es necesario saber abordar las emociones que provocan: identificándolas, nombrándolas, hablando de ellas, averiguando sus causas, compartiéndolas... De ahí la importancia de conversar después de leer. Las emociones, en sí mismas, no ‘educan’, simplemente suceden, por lo que es preciso fijar con claridad qué se quiere hacer con ellas, más aún en las etapas tempranas de la vida, cuando se descubren tantas cosas, entre ellas las emociones.

En el año 2019 la Asociación “Entrelibros” recibe el reconocimiento del Ministerio de Cultura y Deporte con el galardón del Premio Nacional al Fomento de la Lectura 2019 ¿Cómo nace “Entrelibros”? ¿En qué momento decidís hilvanar lectura – personas – emociones?

Muchos años antes de que naciese la Asociación Entrelibros realizábamos actividades relacionadas con la lectura a través del montaje audiovisual ‘Elogio de la lectura’, que mostrábamos en distintos espacios y ante personas diversas. Ese fue el germen que dio lugar a que nos uniéramos un pequeño grupo de personas para crear una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro y de carácter laico, integrada por voluntarias y voluntarios de distinta procedencia con la idea común de leer a otros o, mejor dicho, leer con otros.

Entrelibros nació en 2010 en Granada con el propósito de extender las actividades de lectura compartida a aquellos ámbitos donde la literatura y los textos filosóficos o científicos pudieran ofrecer acompañamiento, consuelo, emoción, pensamiento, esperanza o bienestar. A lo largo de estos años se han ido incorporando al proyecto muchas personas con el propósito de llevar a cabo actividades de lectura en voz alta. Compartimos textos y tiempo, acompañamos, conversamos, escuchamos, atendemos, pensamos, debatimos, nos emocionamos y, sobre todo, dialogamos.

Los libros compartidos abren oportunidades de diálogo, de conocimiento mutuo. La palabra puede ser un bálsamo en momentos de aflicción y un impulso en tiempos de felicidad. La lectura en voz alta permite que los textos lleguen a personas que de otro modo permanecerían ajenas a ellos y se sientan por tanto parte de una comunidad de lectores. La lectura en voz alta da presencia pública a las palabras de los libros y promueve la de quienes las escuchan, tanto más necesarias cuanto más vulnerables o abatidas se encuentren esas personas.

Llevamos o hemos llevado a cabo proyectos estables de lectura compartida en el Hospital Materno Infantil y en el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, Centro Penitenciario de Albolote-Granada (grupos de lectura en diversos módulos y el proyecto ‘Librepensamiento), Casa de acogida de mujeres víctimas de violencia de género, Colegio Arrayanes de Granada (programa ’Desayuno con letras’), Colegio Ciudad de los Niños, SAPAME (Asociación Salud Para la Mente de Granada), MIRAME (Asociación de apoyo a familias y personas con trastorno del espectro autista), Centro de Día para personas mayores en el barrio del Zaidín, Asociación Calor y Café (proyecto ‘El refugio de las palabras’), Residencia de Mayores Fray Leopoldo, Proyecto ‘Pensantes’ en colaboración con el Parque de las Ciencias de Granada. Y en Madrid hemos realizado actividades en el Hospital Ramón y Cajal.

Nuestra experiencia nos demuestra que el conocimiento de la humanidad puede llegar a cualquiera. Nos relacionamos con colectivos que incluso sufren exclusión económica y social y pretendemos que, en lo posible, no haya exclusión por motivos culturales. El conocimiento que engendra la humanidad es para la humanidad y no solo para expertos. Hay que democratizar el conocimiento. Hay que romper prejuicios, pues pudiera parecer que estos colectivos no tienen ni necesidad ni capacidad para entender el mundo. Los textos sirven para el acercamiento y muchas personas, que nunca habían tenido la posibilidad de acercarse a la poesía o a la ciencia, se muestran sorprendidas y agradecidas cuando se acercan a esos mundos.

¿Qué rol pueden desempeñar las Bibliotecas Escolares en este enfoque pedagógico en torno a la competencia emocional?

Las bibliotecas escolares no solo deben ser lugares en los que se conservan libros, revistas, películas o cualquier otro material pedagógico, sino espacios de encuentro y debate en torno a textos de todo tipo. Las bibliotecas escolares deben propiciar encuentros con reflexiones y voces distintas, tanto las contenidas en los libros como las que se expresen de viva voz.

Creo que las alumnas y los alumnos tienen necesidad de que se les escuche con atención y compartan sus pensamientos, sus recuerdos, sus deseos y sus sentimientos. A veces nos sorprende su capacidad de plantear cuestiones de una gran envergadura. Tenemos que crear ambientes propicios para que esos diálogos se efectúen fuera de la rigidez de los temarios. Son curiosos y tienen ganas y necesidad de saber, pero me temo que a menudo les quitamos esos deseos y esa curiosidad. Las actividades que Entrelibros ha llevado a cabo en bibliotecas escolares, tanto en primaria como en secundaria, confirman el valor de esas experiencias de conversación e intercambio de sentidos de la lectura, que en el fondo son intercambios de vidas. Afectan directamente a su forma de ser, de estar, de entender y de sentir. Es en ese tipo de encuentros propiciados por las bibliotecas donde, a partir de textos bien seleccionados, se puede contribuir a su formación emocional.

Teniendo en cuenta su dilatada experiencia como profesora de Lengua Castellana y Literatura y experta en Bibliotecas Escolares, ¿qué recomendaciones haría a los responsables de Biblioteca y a sus Equipos de Apoyo para integrar la competencia emocional en el ADN de las BBEE?

Simplemente que tengan en cuenta que en una biblioteca escolar están depositadas muchas experiencias emocionales, las de las autoras y autores que escribieron los libros allí depositados, y que leerlos es un modo de relacionarse con esas emociones. Quienes utilizan una biblioteca escolar están participando de algún modo en una transacción emocional. Lo importante es ser consciente de ello y propiciar ese flujo de sensaciones y sentimientos, un flujo que se intensifica si se comparten las lecturas y se conversa sobre ellas.

Para finalizar, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a los docentes que están al frente de las Bibliotecas Escolares para contribuir al apasionante reto de educar para la vida?

Que tengan ante todo pasión por la vida y la transmitan a los jóvenes que se están formando en cada momento, que muestren pasión por su materia y compartan sus pasiones particulares, que den ejemplo y no discursos, que olviden la presión académica y el cumplimiento estricto del currículum y establezcan vínculos humanos a través de la palabra y de los textos. Acompañar a las alumnas y los alumnos en el tránsito por la vida puede ser complicado, pero a la vez fascinante. Al cabo de los años seguro que, por encima de las lecciones o las notas, recordarán una palabra, un gesto, un poema leído, un consejo, una discusión... y esos recuerdos serán los que los unan a sus profesoras y sus profesores. Y, por último, les diría que procuren integrar en el funcionamiento de la biblioteca a todas las personas interesadas de la comunidad educativa, cuantas más mejor.

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