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Febrero 2012

¡Es el amor que pasa! Cien años de la Glorieta a Becquer

 portada expediente restauracion glorieta

 

Código de referencia: ES 41003 AHPSE 4.3.1. Comisión Provincial del Patrimonio Histórico-Artístico de Sevilla, 19389/1
Título: Proyecto básico y de ejecución de la restauración de la Glorieta y Monumento de Bécquer
Fecha: enero-febrero 1988. Sevilla
Nivel de descripción: unidad documental compuesta
Extensión y soporte de la unidad de descripción: 58 hojas, folio prolongado. Papel.
Reglas o convenciones: ISAD (G)
Nota del archivero: Francisco Fernández López
           
           Miró hacía ambos lados para asegurarse de que nadie lo veía y saltó al cenador que rodeaba la glorieta, marchitando a su paso algunas flores. Sacó de su chaqueta una navaja y comenzó a grabar en el ciprés de los pantanos una A, como si con aquel acto perpetuara sus sentimientos, como si aquella inicial fuera el principio del eterno retorno de un amor al que acababan de poner fin. Estaba seguro de que estaban hechos el uno para el otro, estaba seguro de que ella volvería. Había acudido a aquel lugar por lo que significaba y por lo que había escuchado hablar de él, pero nunca se había parado a contemplarlo. Fijó su vista en el busto del poeta, que parecía un retrato en sepia al que alguien hubiera dado volumen en mármol. Estaba allí hierático, ataviado con capa, aislado del resto de las figuras, como un romántico solitario. Comenzó a rodear el monumento. Tumbada en el banco encontró una figura en bronce, con las alas rotas, el arco caído en el suelo y un puñal clavado en la espalda, herido, como se encontraba él. La impresión de esta imagen lo paralizó y volvió sobre sus pasos. Hacia el otro lado encontró al niño Eros, aquel “que hizo a Apolo consumirse en lloro”. Y junto a él, tres muchachas sentadas, vestidas a la usanza del diecinueve. En un principio le parecieron las Tres Gracias, pero al acercarse, sus rostros mostraban algo muy distinto. La de en medio parecía estar en éxtasis. A su derecha, la siguiente mujer entrelazaba las manos y apoyando ligeramente su cabeza sobre su hombro reflejaba el presentimiento de una nueva ilusión. Para la última, la más cercana al poeta, parecía como si todo aquello hubiera pasado y ya sólo le quedara la melancolía del recuerdo. Se sentó a su lado y comenzó a recordar aquella rima que hacía tiempo había recitado en sus años de estudio:
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo, flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran...¿Qué sucede?
Dime.
–¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!
Clareaba ya cuando decidió marcharse. Comenzó a alejarse, mirando de vez en cuando el taxodio. Sabía que estaban destinados a unirse de nuevo como una encarnación de Florentino y Fermina, para comenzar juntos un continuo ir y venir, aunque esta vez no sería por el Magdalena. (Autor: F.F.L.)
 
            El documento que presentamos este mes pretende conmemorar la reciente celebración del 175 aniversario del nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer y el centenario de la erección del monumento que se le dedicó en el Parque de María Luisa de esta ciudad. Se trata del Proyecto de restauración de la Glorieta a Gustavo Adolfo Bécquer en 1988, procedente del fondo documental de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-Artístico.
 
            Tras algún intento encargado al escultor Antonio Susillo, por fin en 1910 los hermanos Álvarez Quintero decidieron llevar a la práctica la erección de un monumento que perpetuara la memoria de Bécquer. Para tal fin dedicarían los beneficios de su obra “La Rima Eterna”. La iniciativa tuvo gran acogida popular y la corporación municipal se adhirió a ella en sesión celebrada el 26 de noviembre de 1910. La obra fue realizada por el escultor Lorenzo Collaut Valera, natural de Marchena, en los talleres de Berchini, en Barcelona. Fue inaugurada en 9 de diciembre de 1911 y cedida por los Álvarez Quintero a la ciudad.
 
            Para su ubicación se eligió una glorieta circular en el Parque de María Luisa, en cuyo centro existe un gran taxodium, plantado entre 1850 y 1870, que queda circundado por el monumento. El grupo escultórico está formado por una serie de figuras dispuestas en cinco lados contiguos de un pedestal octogonal, a modo de banco moldurado. La principal figura es el busto del poeta que, sobre un fuste, se eleva por encima de las demás;  inspirado en una fotografía tomada por Ángel Alonso Martínez hacia 1865-67. Un segundo grupo de figuras lo constituyen tres mujeres de la época que por la expresión de sus rostros representan los tres estados del amor. Según una carta del propio Lorenzo Collaut a José Gestoso, fechada en 31 de marzo de 1915, las tres mujeres reflejan como “pasa el amor, va a pasar y ha pasado” y están inspiradas en la “rima de Bécquer que empieza así: Los invisibles átomos del aire…”. Todas, al igual que el banco, se encuentran ejecutadas en mármol blanco italiano. Por último, dos figuras en bronce representan al amor joven, Cupido, y al amor adulto. La glorieta también contenía un anaquel, que no existe en la actualidad, donde estaban depositadas obras del autor.
 
            En 1918, Aníbal González suprimió la verja de hierro que definía la glorieta, reemplazándola por una falca de piedra. Posteriormente se han realizado varias intervenciones, sobre todo de restauración y de adaptación del basamento al crecimiento vegetativo del ciprés. En 1988, además, se sustituyó la verjilla de protección interior. Finalmente, en 1995 se construyó la verja exterior de protección.
 

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