Carlos Wamba
Carlos Wamba (1960-2018) fue autor de una extensa obra poética, en su mayor parte inédita. Fue co-director de la efímera Rara Avis. Revista de Literatura en la década de los años 80 del pasado siglo. Fue profesor de alemán y de Filosofía. En 2011 publicó Bestiario personal. Ahora, póstumamente, se publican Desiertos y otros desiertos y Catálogo de muertes heroicas.
Obras:
El Desierto es símbolo privilegiado de lo poético, en su sentido profundo: como paisaje, es un afuera negativo, pura abstracción alucinatoria. Extático por antonomasia, es hábitat del anacoreta y santuario de los dioses del Libro. El Desierto es metáfora de lo inefable, elipsis de algo que puede intuirse, pero no enunciarse. Los poemas de este libro sumergen al lector en esta tensión originaria y contradictoria de la palabra poética, un decir lo indecible. Caminante solitario, el poeta regresa a ese origen y celebra el regreso: "un soplo de creación continua alimenta el silencio" (Vértice). En ocasiones, el poema es una ascesis efímera: "es difícil no abandonarse cuando se recorren distancias sin hito" (Marcha). En otras ocasiones, una elegía: " las palabras se olvidan en un alba indecisa" (Desierto de San Luis). A veces, el poeta es un exegeta:"una cadencia liviana oscila en el aire" (Asceta) o "girando en embudo se eleva el desierto" (Vértice). Otras veces, un ironista: "la manzana de Newton suspendida en la tarde" (Último desierto). Todo confluye, sin embargo, hacia un mismo punto de fuga: la palabra poética como súplica, como conjuro, como trágica lucha contra la nada.
« Y hay poetas valientes que reciben la inspiración a pecho descubierto, y con su escritura hieren la verdad callada en su última capa, desentrañando lo que de verdad esta oculta, lacerándola y haciendo emerger por sus llagas la belleza profunda que habita bajo su superficie, esa belleza efímera que apenas vive una cuartilla de tiempo y muere como fluyó: heroicamente.»
Ritmo, del que suena y de imágenes e ideas, humor a veces, y también sinceridad o autenticidad son elementos que podemos encontrar en su poesía.
Sinceridad, porque cuando se escribe sobre o se describen animales, como es el caso de este bestiario, se cae en la fábula, y toda fábula tiene menos de fantasía que de autorretrato. En estas, los animales que vemos desfilar nos reflejan y nos devuelven tanto bajezas y vicios ocultos, como esa mirada tierna que sabe querer y comprender, y que, tomando impulso precisamente en nuestra animalidad, sabe de vez en cuando también elevarse. Quizá sea este el juego que se nos ofrece, buscar y encontrarse entre estos animales, descubrirse en algún espejo; o tal vez no, tal vez estén escritos simplemente para andar, correr, reptar, nadar o volar solos.