Joan Margarit
Escritor y arquitecto catalán nacido en 1938 y natural de Sanahuja (Lleida). Fallecido en febrero de 2021. Catedrático de Arquitectura en la Universidad de Barcelona, la mayor parte de su obra está escrita en catalán. Su estética es realista, intimista y llena de un gran aliento lírico. En castellano ha publicado Cantos para la coral de un hombre solo (1963), Doméstico nací (1965) y Crónica (1975). En 1999 publicó el libro de poemas Estació de França, escrito en catalán y en castellano al mismo tiempo. El título se justifica porque las estaciones, los andenes y los trenes van a ser motivos recurrentes en los poemas, y es que el libro tiene mucho de viaje, un viaje por la vida de una persona, con diversas estaciones de parada en el camino, con riqueza de temas y escenarios. Sus últimos libros publicados en español han sido Poesía amorosa completa (2001), una recopilación de todos sus poemas amorosos y Joana (2002) libro escrito tras la muerte de su hija, donde recompone la memoria de Joana Margarit a través de la poesía en un testimonio desgarrador sobre la enfermedad y la muerte y que, sin embargo, deja un poso de esperanza y amor tras su lectura. Posteriormente ha editado Cálculo de estructuras (2005) o Arquitecturas de la memoria (2006). Su obra Casa de Misericordia (2008), obtuvo el Premio Nacional de Poesía, el Rosalía de Castro y el de Poesía de Catalunya.
Entre 2009 y 2013, Joan Margarit a editado Misteriosamente feliz (ed. Visor, col. Palabra de honor, Madrid, 2009), Nuevas cartas a un joven poeta (Barril&Barral, Barcelona 2009); Llegas tarde a tu tiempo Poesía 1999-2002 (Joana y Estación de Francia) (ed. Visor, Madrid, 2010); No estaba lejos, no era difícil (ed. Visor, col. Palabra de honor, Madrid, 2011), y su última obra, Se pierde la señal (ed. Visor, col. Palabra de honor, Madrid, 2013).
Obras:
Cuando se vive el invierno de la vida, la mirada del poeta contempla no sólo el paso del tiempo, sino también el paso de la historia. Los mundos desaparecidos nos obligan a buscar la identidad en la memoria, pero también a tomar conciencia del significado del presente: Un asombroso invierno nos habla de esta tensión ética entre el ayer y el hoy cuando el futuro deja de tener peso en las preguntas más personales sobre el tiempo y la historia
"En Recital, al final de Cálculo de estructuras, Margarit contempla desde el lugar del público a los poetas que han participado en una lectura de sus versos; se fija precisamente en lo que asoma debajo de la mesa que los acoge, en sus zapatos desgastados, «igual que en las pezuñas de un cuadrúpedo», en los calcetines arrugados, en los bajos de los pantalones polvorientos y gastados. E intuye que la poesía ha sido «también el rugido de una bestia / que alza desde su cueva pestilente / los ojos arrasados por el miedo». En el mismo poemario, los versos de Naturaleza muerta evocan el ritual de la caza, inseparable de «la cálida sangre de las bestias / que mancha la pelambre, las plumas y sus manos». Y abruptamente añade: «Nada es poético en la poesía», porque es también «este viejo ritual innecesario» igual que la caza cuyas presas ve comer a otros en torno a una mesa. Pero el poema más expresivo y singular acerca de la violencia poética es, sin duda, El buscador de orquídeas, que abre el libro siguiente, Casa de misericordia, inicio como veremos después de una nueva etapa. Todo empezó en lo oscuro y su vida de lector arguye el poeta se inició en las páginas de Mein Kampf, de Hitler, «el lugar más sucio de la literatura». Y para él, prosigue, «Fue allí donde empezó la poesía, / difícil y sin falsas esperanzas». Desde entonces, ha venido haciendo como el jabalí que hoza y busca, «y delicado, escoge y come / el bulbo —conocido como el orquis— / de la orquídea». No hay belleza sin mancharse y no estará de más recordar que el término orquis vale tanto por el bulbo subterráneo de una planta como por el testículo de un macho. La veracidad de un poema se paga con la violencia íntima que conlleva. No es don sino conquista, lo que más adelante lo señalaremos con algún detalle tiene bastante que ver con el lugar arriesgado, expiatorio e inquietante que, en los poemas de Margarit, suele habitar su personaje poético, su primera persona narrativa". Del prólogo de José Carlos Mainer a Todos los poemas de Joan Margarit.
En este libro Joan Margarit ha querido extremar su apuesta por la esencialización del discurso poético. Al mismo tiempo ha sometido la versificación a una tensión aún mayor.
No estaba lejos, no era difícil forma parte de una serie de libros en los que Margarit ha ido reflejando su sentir durante los últimos seis años. Si Cálculo de estructuras (2005) giraba en torno al dolor, Casa de misericordia (2007) trataba de "lo que se genera después del mismo, la tristeza", y Misteriosamente feliz (2009) sobre la lucidez, ahora el poeta catalán ofrece "puntos de vista nuevos" sobre los asuntos de siempre. "En la Edad Media los poemas versaban sobre lo mismo que en el siglo XX o XXI, sea el soporte oral, en papel o electrónico", dice. Aunque entre esos asuntos, destaca en No estaba lejos, no era difícil el de la vejez, "que no quiere decir ni chochez ni enfermedad, sino que uno tiene mucho más pasado que futuro".
En este último poemario, Margarit ha reunido el trabajo de los últimos tres años, en el que ahonda en la capacidad 'curativa' de la poesía, que ha desarrollado a lo largo de los años en su obra, Margarit señala que el poema no deja de ser "un instrumento con el mismo efecto que la ciencia, que crea estructuras para no que no pasemos frío ni hambre y que nos curemos de las enfermedades". A su juicio, "hay una intemperie que no es física, que es moral, que hace referencia a pérdidas y amores, y ante la cual no hay botones como los de una caldera de calefacción, que pulsamos cuando tenemos frío". Frente a esa intemperie moral "hay pocas cosas que te puedan ayudar; acaso la poesía, la pintura, las bellas artes, la filosofía y, para algunos, la religión. No es gran cosa, pero no tenemos nada más".