Pasamos por la vida

Encarnación Sánchez Arenas

La escritura poética tiene unas claves propias y una manera sustantiva y formal de abordar el hecho poético, que va más allá de esa escritura. Encarnación Sánchez Arenas conoce bien esas claves, y no sólo porque su profesión esté relacionada sino porque sabe que el oficio poético se hace no sólo con la forma sino con la transmisión personal de una cualidad poética que sobrepasa el verso, la estrofa, incluso el propio poema, que incluye la emoción, el sentimiento y sobre todo captar lo que la palabra dice al poeta antes que a nadie y después a los demás.
En su poemario hay imágenes de un gran acierto expresivo: “brillan, arbustos de tez morena” -aquí sí lorquiana- o “la soledad lloraba”. Y esa soledad es omnipresente en el poemario. “La soledad postrera ¿quien vence?/ Tus manos encalladas ¿quien las borra/ son mujeres de barro secas a las caricias”. Su poesía tiene un punto original que nos sorprende, quizás derivado de sus estudios islámicos que es la recurrencia a la mitología egipcia, no a la tan manoseada griega, como temática de fondo y que aborda en sus poemas en prosa -aunque en mi opinión es más bien prosa poética- e intercala en el poemario con un tono reflexivo, casi ideológico, que expresa su sentir y su pensamiento.
En resumen, una poesía de ahora, de siempre, afectiva, intimista y lírica, formalmente tradicional y que denota el profundo conocimiento de la escritura poética de la autora.
 

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Encarnación Sánchez Arenas