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Literatura infantil y juvenil

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ALMANAQUE. Cosas que pasan en los pueblos que no veréis en las ciudades

Almanaque
  • Título: ALMANAQUE. Cosas que pasan en los pueblos que no veréis en las ciudades
  • Autor: José Pastor González.
  • Editorial: Ediciones Fantasma.
  • Año de edición: 2022.
  • Género: Poesía.
  • ISBN: 978-84-124236-3-1
  • Páginas: 70.
  • Encuadernación: Rústica.
  • Colección: Poesía por otros medios.
Trampas al calendario
José Luis Martínez Clares | Responsable de la Biblioteca Escolar del CEIP Torrequebrada de Aguadulce (Almería)

La España vacía no está vacía. Eso afirma en su última propuesta poética —“Almanaque” (Fantasma Ediciones, 2022)— José Pastor González. Y, para convencernos de ello, de esa evidencia que, aparte de un oxímoron de manual, es una verdad como un templo, aporta argumentos relevantes, argumentos que para colmo no utilizan la añoranza como punto de partida sino que, muy al contrario, emanan directamente de las cosas que suceden a diario en los pueblos. Cosas que, háganme caso, nunca veremos en las ciudades. 

En esa España olvidada, abandonada, envejecida, incomunicada, silenciada, ignorada, despoblada, en esa España que sobrevive al margen de la versión oficial, de las broncas de las redes, de la ingratitud de los telediarios, la vida sigue sucediendo sin hacerse notar siquiera. La vida en los días de aceituna, días propicios para preparar la huerta y beberse el vino del año anterior. La vida en la floración de los sauces y los albaricoqueros, en los amarillos de los jaramagos y el diente de león. La vida en el cortejo la cópula la cría de los erizos y de las ardillas y de los lagartos, en las crías de perdiz que corretean detrás de sus madres antes de emprender su primer vuelo. La vida en las fiestas campesinas, en la humuvia que nos regala la tierra mojada, en la persistente sequía, en los impuestos y los decretos y las malas políticas agrarias, en los hombres y mujeres que buscan la sombra para no hacerse invisibles del todo. La vida en el médico que sólo viene los miércoles y viernes / un rato por la mañana. En la soledad de los bares. En los dedos ateridos que presagian el invierno. ¿No se dan cuenta? Pastor tiene claro que nuestra memoria, como la de Julio Llamazares, es la memoria de la nieve y poco más.

Pero busquemos otra voz amiga. En el pueblo, en cuanto sales un poco ves las putas estrellas. Y puedes ser todo lo punki que quieras, pero las putas estrellas están ahí. Sí. Las ve Evaristo Páramos que, por encima de cualquier pose, es un tipo de pueblo. Y las ven todos los que llegan —o llegamos, si así lo prefieren— hasta ese vacío aldeano que nos circunda cargados con mochilas y relojes inteligentes y elitismo y kits de supervivencia para lucir palmito en lo que nos parece, sin duda, un paraíso inexplorado. O, si me apuran, un medio hostil. Ya saben. Que si no hay cobertura, que si las moscas, que si las cagadas de las ovejas, que si el canto del gallo, que si la calor… por mi parte, he de reconocer que me matan las campanas. Las campanas al amanecer. Las campanas con su eco de promesas incumplidas. En fin, háganse cargo, acabo de enumerarles algunas de las habitualidades que constituyen el tributo a pagar por quienes han acabado idealizando la vida en el campo. Idealizándola a su manera. Naturalmente. Sin embargo, ese tributo, ese débito contraído con el hábitat del tiempo estancado, esa tasa que a la larga constituye el meollo de las aventurillas campesinas que tanto nos satisface narrar a los colegas, no es nada. Quiero decir que no es nada si lo comparamos con las cuestiones que marcan realmente la vida en el medio rural. Porque los urbanitas que surcan el asfalto de las avenidas y de las callejas y de los bulevares cada mañana camino del tajo, los urbanitas que se dejan caer de vez en cuando por nuestras aldeas para mirar con curiosidad a los lugareños, a esos hombres y mujeres que todavía existen y resisten, no sospechan ni por asomo que aquí (entre los abulagares y la hojarasca y los riscos) no hay nada definitivo / ni verdades ni mentiras / ni buenos ni malos. No lo sospechan, y ese desconocimiento es el principal motivo para acercarles y acercarnos a las páginas de este libro, un libro en el que lírica y testimonio van de la mano, aunando sus esfuerzos. Qué remedio. Pastor ha decidido contarnos la verdad en primera persona, la verdad que nadie ha querido escuchar hasta ahora: que los jornales son escasos y están mal pagados, y que aquí vivimos al día / al ritmo de la lluvia / que nunca llega. 

Démosle crédito al poeta. La España vacía no está vacía. En ella viven hombres y mujeres (y algunos niños, pocos). Y viven las estaciones que van cambiando todo el decorado a su paso. Y también los ciervos con su berrea y los trigueros con su canto. Y vive la dulzura de los frutales y el silencio de la nieve / como una caricia en el aire. Y la memoria amarga de los abusos de siglos. Ay, milana bonita, si yo te contara. Pues eso. Que así nos lo cuenta José Pastor González, que es —permítanme decirlo— uno de los mejores poetas de su generación. Créanme. Uno de esos que, como ya les confié en alguna ocasión anterior, trabaja el campo con sus manos de poeta. Uno de los que siente cómo el frío va llegando suavemente / como una hoja que cae de un árbol y se posa en las madrugadas / en las manos en la piel / en la cama en los bares, en los recovecos de este almanaque que avanza despacio, a tumba abierta, haciendo trampas al calendario, plantando cara página tras página a la autoridad, como una tasca a deshoras o como un niño de pueblo sin zapatos, rebosante de indisciplina, soledad y buenos versos.

El autor:

José Pastor González (Granada, 1967). Autor de los libros de poesía “Cuidado con el perro” (Ediciones Raro, 2009), “El ruido de los cuerpos al caer” (Editorial Groenlandia, 2012), “Alguien tiene que limpiar la mierda” (Ediciones RaRo, 2013), “Cuadernos de veredas” (Piedra Papel, Libros, 2016) y “Cuando los trenes paraban en todas las estaciones” (Versátiles, 2020). Sus poemas han aparecido en la antología “Negra Flama. Poesía antagonista en el estado español” (CNT-AIT), en la revista de poesía “La Tormenta” (Calumnia Editorial) y en la colección “Literatura de kiosko” (Ediciones RaRo). Colabora, semanalmente, en el Periódico Irreverentes y mantiene el blog: librosyaguardientes.wordpress.com

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