Álvaro del Amo. Guionista, director de cine y escritor
Dos de sus facetas más destacadas son las de guionista y director. Es autor de guiones de películas de gran éxito que han dirigido otros cineastas (Celos, Amantes, Intruso, Camarón...) ¿Le hubiera gustado haber dirigido estas películas? ¿Cree que, de haberlo hecho, hubieran diferido mucho en el resultado final?
El guionista trabaja para el director, que es quien da la forma definitiva al texto literario. Y una de las primeras cosas que debe aprender es a no sufrir con lo que el director, o el productor, o el actor, han hecho con su obra. Pero reconozco que en algún caso, y prefiero no señalar, he pensado eso tan terrible de "yo lo habría hecho mejor".
¿Es menos satisfactorio hacer guiones por encargo que embarcarse en un proyecto que parte de uno mismo?
No, son cosas muy distintas, ambas igualmente buenas, y he sentido no recibir más encargos.
Usted es un autor de la vieja escuela, en el mejor sentido de la expresión. No sé si habrá observado que en el panorama cinematográfico actual europeo hay una tendencia a hacer un tipo de cine con actores no profesionales y con guiones que desafían los preceptos de la Dramaturgia clásica. ¿Que opina al respecto?
Es curioso. Puedo decir que algunas formas que algunos probamos en los años 70, y que eran abucheadas con entusiasmo por nuestro público, son ahora motivo de admiración. Y me refiero a la lentitud y repetición de los planos, la ausencia de historia, una gran carga literaria, etc. No lo veo con amargura alguna, pero estas tan aclamadas películas me aburren muchísimo, las encuentro muy viejas.
¿Qué película le gustaría hacer que aún no ha tenido la oportunidad de rodar?
Pues la verdad es que podría citar varias, pero no pienso en eso; no se puede decir de este "travelling" no beberé, pero no me parece fácil que pueda volver a hacer otra película.
Creo que ha hecho alguna incursión en el campo de la interpretación ¿Le seduce especialmente esta faceta artística?
A algo me he atrevido, con una incompetencia total y absoluta. Admiro mucho a los actores, y tengo buenos amigos y amigas en la profesión. Siento una mezcla de fascinación y sana envidia (debe ser muy liberador convertirte en otro y que te paguen). En el fondo, es algo que no acabo de entender. Por lo difícil y misterioso. Decía Marivaux que "los actores dicen la verdad porque fingen que están fingiendo".
Es autor de guiones de películas tan potentes como "Amantes".¿Qué características debe tener un buen guión para que a partir de él se pueda hacer una buena película?
Una historia que empiece y acabe, cuyo desarrollo sea impulsado por las acciones y emociones de unos personajes bien definidos.
Se suele decir que el cine es acción y a menudo se hacen críticas negativas de películas en las que aparentemente "no pasa nada". Sin embargo, cineastas como Manuel de Oliveira, Tarkovsky, Kar Wai o Theo Angelopoulos, reconocidos por la crítica y premiados en festivales, ejemplifican este tipo de cine más contemplativo. También su cine parece enmarcarse en esta tendencia ("Una preciosa puesta de sol" puede ser un buen ejemplo) ¿Que puede decir al respecto?
Claro, depende de lo que se entiende por "acción". Si es una carrera de coches o una sucesión de puñetazos, se puede pensar que en esas películas "no pasa nada". Pero si la acción es interior "pasa" todo.
A menudo se dice que para escribir un buen guión no es necesario ser un buen escritor. ¿Comparte esta afirmación?
Todo guionista ha oído alguna vez de boca de un productor descerebrado que el guión "está muy bien escrito", como defecto mortal. Los grandes guionistas de la Historia del Cine, desde Billy Wilder y Charles Brackett a Tonino Guerra o Rafael Azcona han sido buenos escritores.
Suele hacer gala de un sentido del humor muy cáustico. ¿Está ligado ese humor a una forma escéptica de ver el mundo?
El sentido del humor siempre es "cáustico", en cuanto destaca los aspectos menos visibles y, a menudo, más ridículos, absurdos o inquietantes de lo que se entiende por realidad. Y el humorista más que escéptico es un impenitente optimista (con rima y todo).
¿Desde cuándo se dedica a la crítica de ópera? ¿Cree que en líneas generales el público que es asiduo a ella realmente sabe apreciarla? Y hablando de ópera ¿qué prejuicios y tópicos cree que hay en torno a este género? ¿Qué es lo que más le gusta de ella?
Cuando se inició, en 1990, el diario "El mundo", mi amigo Manuel Hidalgo me ofreció la crítica de ópera, y yo acepté encantado; antes había escrito en "Ritmo" y en el semanario de "Cuadernos para el diálogo". El público español es melómano y, en gran parte, muy "entendido". Aunque suele fijarse más en los aspectos vocales y musicales que en su plasmación teatral. Todavía puede oírse eso de que un determinado montaje resultó aceptable porque "no molestaba". Ya se sabe que Wagner decía que era el espectáculo total, por ser capaz de unir música, teatro, voz y plástica. A mí me atrae sobre todo por su capacidad de hurgar en el corazón humano, dicho con énfasis operístico, a través de una exacerbación de lo convencional. A un máximo de artificio se corresponde una enorme verdad.
A veces viene a Sevilla para reseñar algún estreno del Teatro de la Maestranza. ¿Qué le parece su programación?
Me parece un teatro de ópera con una programación variada y sugestiva, que combina el repertorio clásico con novedades inéditas, para un público entregado y receptivo.
El secreto de un buen guión:
"Una historia que empiece y acabe, cuyo desarrollo sea impulsado por las acciones y emociones de unos personajes bien definidos"
Como crítico de teatro que es, ¿en qué estado se encuentra el teatro en la actualidad? ¿Cree que tiene suficientes virtudes como para garantizar su supervivencia?
El teatro se ha anquilosado en la rigidez de un repertorio, que gira siempre sobre los mismos títulos. Ha ocurrido como en la ópera. Esto es así en todas partes, parece que ha pasado la hora de los dramaturgos. Entre nosotros, siempre desfasados, se ha dado la circunstancia de que buenos autores han permanecido, y permanecen, en el ostracismo. Ahora vivimos en un momento de tránsito, la gente va más al teatro,"con lo aburrido que es", decía Fernando Fernán Gómez.
Usted también es novelista. Cuando le interesa contar una historia ¿suele tener claro el vehículo a través del cual quiere contarla?
Sí, hasta ahora siempre se me presentaba con claridad el medio adecuado. Y pocas veces he realizado un trasvase de género, aunque últimamente algún guión primitivo lo he convertido en relato, escribiéndolo de nuevo.
¿Por cuál de sus novelas le gustaría que le recordaran?
Difícil respuesta. Si puedo citar tres títulos, diría que por "En casa" (que siendo la más fantástica me parece la más secretamente personal), "El horror" (quizá la culminación de un estilo), y la última publicada, "Casa de fieras", donde hablo más directamente de la España del siglo XX.
La verdad es que su carácter polifacético puede resultar un poco abrumador (novelista, ensayista, guionista, director de cine, crítico de teatro, cine y ópera...) Es inevitable rendirse a la tentación de preguntarle en cuál de estas facetas se siente más cómodo o cuál le gusta más.
Yo creo que todo tiene mucho que ver, así que la verdad es que no me ha considerado "polifacético". Cuando algún amigo me ha comparado con un hombre del Renacimiento, la verdad es que no he sabido dónde meterme, avergonzadísimo.
Usted se licenció en Derecho antes de hacerlo en Dirección en la Escuela Oficial de Cinematografía. ¿Realmente quería dedicarse a esta disciplina o fue un modo de complacer a su familia?
Yo digo que estudié Derecho, porque es verdad, pero, ay vergüenza retrospectiva, no terminé la carrera. Me quedó, y me queda, el Derecho Internacional Privado, pues no conseguí compaginar en su momento las difusas y exquisitas teorías del profesor Don Mariano Aguilar Navarro con las clases de Carlos Saura, José Luis Borau y Luis García Berlanga en la EOC.
¿Y no quiso acabar la carrera?
Reconozco que desde que me titulé en Dirección, en la EOC (Escuela Oficial de Cinematografía) en 1968, hasta hoy, he tenido tiempo de acabarla pero yo sabía muy bien que no iba a dedicarme al Derecho (ni a ninguna de sus derivaciones, en mi casa querían que fuera diplomático). Y cuando mis amigos juristas simpáticamente me decían aquello tan sensato de que era una pena,por una asignatura, etc, yo les decía que estaba dispuesto si me admitían en su bufete y la cara de espanto que ponían me tranquilizaba en parte.
¿Tuvo usted una educación liberal o represora?
Yo nací en 1942, de familia católica y de estrictas derechas, fui enviado a un internado de los padres jesuitas... pero, con tan negro panorama, disfruté de importantes contrapesos. Mi padre, ingeniero industrial, era un dibujante estupendo, pintor aficionado y gran amante del jazz (acompañaba los discos con una improvisada batería). Mi abuelo materno me contaba las óperas de Wagner como si fueran cuentos, y así me aficioné a la ópera. Había destacados escritores en la familia, de géneros muy distintos: Álvaro de Laiglesia, el muy famoso entonces humorista, autor de muchos libros, y director de "La codorniz"; Montserrat del Amo, todo un clásico muy precoz en la literatura infantil y juvenil; también Juan Antonio de Laiglesia, dramaturgo, que me llevaba al teatro y me presentaba a Adolfo Marsillach o a José Luis Alonso. Mi abuela paterna, Juana Gili, era hermana del editor catalán Gustavo Gili. Y había otros parientes menos cercanos, pero también "artistas", como el arquitecto José Luis Fernández del Amo.
Todo un privilegio...
Bueno, eso no significa que tal ambiente fuera necesariamente armonioso, equilibrado ni mucho menos "feliz", pero sí muy eficaz como antídoto a las crudezas de la época.
"Me sigo considerando un alumno, un aficionado, lo que no es lo mismo que "diletante" o "amateur". Y no importa la edad del profesor"
Con la perspectiva que proporciona el tiempo ¿Qué aspectos de la educación que recibió valora hoy en día?
Aprendí a ser libre, como una necesidad indiscutida. Y a distinguir entre la opinión de quien acepta la obra criticada y el rechazo de quien habría preferido que hicieras otra cosa muy distinta.
A menudo recordamos alguna frase o algún consejo que nos dieron cuando eramos niños. ¿Recuerda usted alguno que le haya servido?
"Nunca te atormentes por el éxito de los demás, aunque los consideres más mediocres", me dijo Francisco Nieva siendo yo muy joven. Y he seguido su consejo a rajatabla.
¿Hay alguien a quien considere su maestro en el sentido más amplio del término?
Me sigo considerando un alumno, un aficionado, lo que no es lo mismo que "diletante" o "amateur". Y no importa la edad del profesor.
Me consta que también ha desarrollado de algún modo la docencia al tutorar algunos proyectos de escritura de guión. ¿Cree que se puede enseñar el oficio de escribir?
Se puede acompañar a otros escritores, que ya lo son. Es lástima que los llamados talleres de guión parece que ahora sólo interesan en su especialización televisiva. Yo he tenido experiencias espléndidas, implicándome en la gestación de guiones que deberían haberse convertido en películas, si viviéramos en un país de verdad civilizado.
Una película que le haya marcado y otra que le hubiera gustado hacer
Vi un programa doble en el cine Azul de Madrid, en la década de los 50, y lo recuerdo como si fuera hoy. ¿Sería aquello una revelación? Las películas eran "Melodías de Broadway 1955" de Vincente Minnelli y "El manantial" de King Vidor. Sueño que "Persona" la he hecho yo, y al despertar le pido perdón mentalmente a Ingmar Bergman, y siento que me perdona.
Una novela que haya releído
"Los embajadores" de Henry James, que espero volver a leer.
Una pieza musical o una ópera que escuche con frecuencia
Al tópico de la isla desierta me llevaría las suites para violonchelo de Bach y "Rigoletto" de Verdi (y si cupiera en la balsa del naufragio, también "Parsifal" y "Pelleas y Melisande").
Imagino que además de la 9ª Sinfonía de Beethoven que, me consta, le apasiona ¿Por qué le gusta tanto?
Suena muy solemne, pero la verdad es que me reconcilia con la humanidad.